Voy a describir una comunidad cualquiera de una
gran ciudad cualquiera.
La kimonidad en cuestión nació lozana y rolliza
hace más de 20 años, por aquel entonces estaba formada por unas 50 personas, de
los que aproximadamente la mitad eran jóvenes y de entre éstos, sólo 3 eran
hijos de padres kaminantes.
En la actualidad, tras muchos pasos, numerosos
abandonos devastadores y varias transfusiones, digo, fusiones reforzadoras para
subsanar la sangría de abandonos, la kimonidad en cuestión alcanza la gloriosa
cifra de 19 neo-hermanos, de los que sólo una está por debajo de los 40 años,
todos los demás, peinan canas. Y quien no las peina es porque tiene que buscar
en el sobaco para encontrar algo que peinar.
Pero siendo significativas las cifras, no es eso
lo que quiero resaltar, sino lo siguiente.
De los 19 integrantes, sólo 3 de ellos son
feligreses de la parroquia en la que caminan. Y 3 más viven en el mismo
distrito municipal, aunque pertenezcan a otras parroquias. Los 13 restantes
precisan recurrir al transporte público o privado para hacer acto de presencia
en la kimonidad.
Para ser kikokumeno, hay que tener coche |
Suponiendo que la gran urbe fuese Madrid, 12 de
esos 13 restantes vivirían fuera de Madrid, en otras poblaciones como San
Sebastián de los Reyes, Alcobendas, Rivas, Majadahonda, Chapinería y Alcorcón.
Y el decimotercero viviría en Madrid, pero en la otra punta de la ciudad
respecto a la localización de la parroquia en la que se ubica su kimonidad.
Eso es lo que quiero resaltar porque no es
exclusivo de esta kimonidad, sino que es muy usual que los kikermanados
kikokúmenos no sean feligreses de la parroquia que ocupan.
Y esto nos lleva a la paradoja.
Porque dice la gran esperanza blanca de occidente,
alias Pako el pupas, que Europa ha apostatado de sus raíces cristianas, que las
iglesias están vacías y las que no están vacías es porque han sido convertidas
en museos o en centros ecuménicos donde los viernes oran los mahometanos, los
sábados los judíos, los domingos los luteranos y los demás días hay talleres de
manualidades y se vende lotería: “En Ámsterdam hay una “parroquia ad gentes”
que son parroquias de tipo personal; han encontrado dos pisos en un edificio
con una arquitectura modernísima, como un zigurat rojo, lleno de gente pagana,
atea, cerca del barrio donde está la catedral y todos los prostíbulos. La
catedral católica está abandonada, es un museo, y todo alrededor está lleno de
mujeres en las vitrinas, y también hay cafeterías donde se vende la droga
libremente. Después hay un segundo cinturón con construcciones muy modernas, y
en ese segundo cinturón el obispo ha querido que empiece la “Misión ad Gentes”.
También en otra ciudad satélite completamente moderna, que se llama Almere,
donde no hay ninguna presencia de Iglesia, solamente hay un centro
plurireligioso, que lo pueden usar los mahometanos, los protestantes y los
católicos; no tiene ningún sino, es una especie de espacio ambivalente”.
(Anuncio Adviento 2006)
Y el problema no está sólo en Europa: “A los de Levante les ha tocado Sydney; pues
lo van a hacer en la zona de Sydney, todo lleno de ciudades, lleno de jóvenes,
no hay pobres allí; hay muchos suicidas, eso sí, mucho homosexual, mucha gente
con dinero. Mucha gente que no cree ni en Dios ni en nadie, que detestan a la
Iglesia; es una sociedad completamente desestructurada Australia”. (Anuncio
Cuaresma 2007)
El problema de fondo, según el profeta Pako, es
mundial, universal incluso: “No somos un
grupito en una parroquia, solamente. Mirad lo que ha dicho el Papa de que todo
este ambiente entra en la sociedad, aún en la propia Iglesia, y vivimos nuestra
fe sin ninguna transcendencia. Y la gente que viene a las misas piensa lo mismo
y tienen terror a la vejez y a la enfermedad… unos burgueses. Y está vacío de contenido el
cristianismo, realmente”. (Anuncio Pascua 2008)
En este universo dominado por las fuerzas tenebrosas,
dice Pako que la salvación para las parroquias viene del cnc, porque –siempre
según Pako- sólo los kikokúmenos son verdaderamente adultos en su fe, capaces
de dejarse inmolar por su fe, capaces de pasar al otro, de ver a Cristo en el
otro, capaces de amar al otro, sea amigo o enemigo…
Iglesia somos todos, pero los kikos quieren ser los de arriba |
Y entonces viene el párroco de la parroquia de
esta kimonidad de 19 kihermanados kikokúmenos y le dice al responsable del cnc
que necesita cooperantes para el rastrillo navideño y para la función de
Navidad y para recoger y envolver regalos para los niños pobres y para el
comedor social. Y el responsable, muy digno, le dice que pare el carro, que
ellos no están para la caridad y esas cositas y que además él vive a 25
atascados Km de la parroquia y no tiene tiempo para perderlo en un rastrillo y
como él todos los demás kikokúmenos.
Y esa es la paradoja que quería resaltar: en la
parroquia que corresponde a cada uno de estos kikokúmenos ni les conocen ni se
les espera, pero en la parroquia que usan para sus kikadas, tampoco se puede
contar con ellos, porque ni son feligreses de la misma ni lo quieren ser, ellos
son kikos. Y punto.