Dios tiene celo de salvar a toda la humanidad. Todos tenemos el peligro de instalarnos, de aburguesarnos y de perder el celo, que es lo más grande, el celo de Dios. Dios tiene tanto amor -que es el celo- a los hombres que quiere salvarlos a todos de la muerte y del infierno. El celo. La tibieza.
Por eso, dice San Pablo: el amor de Cristo nos urge dentro al pensar que si Cristo ha muerto por todos los hombres, todos los hombres han muerto, esto es, todos los hombres ya han muerto en Cristo, todos los hombres tienen derecho a recibir la resurrección de Cristo, que se llama la vida inmortal. Porque no sé si sabéis que los cristianos ya no nos morimos más, te morirás tú que no tienes ni fe. Los cristianos no nos morimos, y el día más grande de nuestra vida es el momento de nuestra muerte que le llamaban los primitivos cristianos dies natalis; y los cristianos hacían una fiesta para conmemorar su muerte.
Lo sabe porque lo ha visto con la bola de cristal, aunque ningún historiador apunte tal paparrucha.
Por eso la eucaristía de las exequias de un muerto cristiano es una fiesta.
Bien, pues esto… ¿qué dice San Pablo?: el amor nos urge, porque Cristo ha muerto por todos, pero después hace… San Pablo es muy genial y se hace una pregunta: ¿por qué ha muerto? y dice: para que los que viven no vivan más para sí mismos, sino que vivan para aquel que murió y resucitó por ellos. Porque el peligro que tenemos todos es de vivir todo para nosotros; en todo buscamos pasarlo bien, como ese chaval que está ahí escuchándome y aquella otra chica. En todo busca estar a gusto, contento, pasarlo bien con los amigos, ir al cine, ir de vacaciones, pasarlo bien, todo lo vive para sí mismo, todo para sí. Para que el hombre no viva más para sí mismo, para sí, sino que viva para…Bueno… eeeeh.
Ejemplo de uno que lo vive todo para sí: he hecho este canto, he hecho este churro pictórico en esta iglesia, he abierto el techo para que entre la luz, yo, me, mi, para mí, conmigo…
Pues os voy a decir por qué están las comunidades de misión hoy en Italia, en Roma y también las tenemos aquí en Murcia y en Valencia. Y en Murcia comenzaremos en una parroquia, y si hay diez comunidades, cinco fuera; en otra, siete fuera. Todas a evangelizar, todos, porque para eso os ha llamado el Señor, porque no hay cristiano si no está evangelizando. El Señor os ha llamado a todos porque la evangelización -que es el anuncio del kerigma- da la salvación, y Cristo nos ha llamado para que salvemos a la humanidad.
No. Cristo llama para que te dejes salvar por Él. Ningún otro puede salvar, por más que lo repita. Y si tú no eres salvo ¿cómo te crees que puedes dar a otros lo que tú no posees?
¿Cómo puede haber un cristiano que no anuncia nunca el Evangelio a nadie? ¡Ah, sí! Tú no haces nada, estás tranquilamente en tu casa, tienes la televisión. ¿Ah, sí? Pues prepárate. No es posible. Las misiones ad gente van por la calle, cantando, todas las semanas. Van por los pisos, en todo momento anuncian a Jesucristo. Son una comunidad en misión. Todos vosotros, todos os estáis… os está el Señor preparando, a través de un camino de educación en la fe, que hace crecer vuestro bautismo hasta que llega un momento que el bautismo es tan tan alto, tan grande, tan maduro en vosotros, que las familias se ponen de pie. Y tenemos dos mil familias en misión.
El Bautismo es un sacramento y, como tal, no necesita nada que lo mejore. La fe necesita ser alimentada, el Bautismo, no. Es lo que pasa cuando un ignorante se pone a dar lecciones. Y todos los presbis presentes calladitos, no sea que les acuse de ver porno.
¿Cómo es posible? Si esa familia era un burgués y tiene una casa fenómena allí, en San Pedro del Pinatar, cerca del mar, y ¡se han levantado! Y ¿dónde les han mandado? A Laos. ¿A Laos? Si es un sitio horrible. ¿Y la comida? Horrible. ¿Y la cultura? Tremenda… Entonces, esta familia -que primero eran unos burgueses que en todo buscaban pasarlo bien- ahora se han ofrecido para ir a sufrir a una nación terrible. Sí, Señor. No es fruto de ellos, es que el bautismo -la vida de Dios en ellos- ha ido creciendo, porque la vida de Dios en nosotros, como sabéis…
No como otros que jamás van allí donde no haya hoteles de muchas estrellas, ni viajan en clase turista, ni se conforman con comer cualquier cosita… Unos burgueses, ya se sabe.
Cuando yo anuncio el kerigma a una persona -o vosotros lo anunciáis, en la catequesis, y mandas a un primo tuyo, que hace mucho que no va por la iglesia y le invitas a una catequesis ¡del camino!-, se va a dar un milagro. Cuando anuncian el kerigma, es posible que este hermano lo acoja, lo escuche y se adhiera, lo acepte. Inmediatamente Cristo, que ha muerto por este hombre, como él ha aceptado que Cristo muriese por sus pecados, inmediatamente, sus pecados han sido perdonados, allí, cuando está allí, escuchando la katequesis, e inmediatamente como Dios -la sustancia divina de Dios- es amarnos, es vivir en nosotros, inmediatamente desciende Dios a él mediante el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es Dios.
Repito, un montón de jarrones negros, digo, de presbikikos presentes de adorno, y ninguno se levanta y le corrige la falsedad que acaba de soltar.
Pero atención. El Espíritu Santo -que acaba de descender sobre tu primo, en la quinta catequesis-, ¿sabes lo que hace dentro? Un pequeño embrión.
Cuando un hombre y una mujer hacen el amor, a través del esperma, pues, puede quedar embarazada, y nace un pequeño embrioncito.
Está claro que el día que dieron esa clase no estuvo atento. Los embrioncitos no nacen. Y, si naciesen, no podrían vivir.
Por eso, los padres de la Iglesia llaman al kerigma esperma del Espíritu Santo. Pero ese embrioncito necesita un útero para que no se muera y necesita un alimento y necesita un cordón umbilical. El útero es la comunidad, el alimento es la palabra de Dios, todas las semanas, y la eucaristía, y el cordón umbilical, la obediencia a los katequistas. Inmediatamente ese pequeño embrioncito -que está en tu primo- comienza a crecer, independientemente de él. Llega a crecer hasta un extremo que un día este hermano se pone de pie y se va misionero itinerante. Fíjate.
El fallo en el símil es evidente: la razón de ser del cordón umbilical es que el alimento y el oxígeno lleguen al feto. Un cordón que no transmite ni alimento ni oxígeno es inútil. Y la Palabra de Dios y los Sacramentos -no solo la Eucaristía- los transmite la Iglesia, no esos que se llaman a sí mismos, sin serlo, catequistas. Además, jamás sucede que el embrión tenga que obedecer al cordón umbilical. Pero hay fetos que mueren a causa de una vuelta de cordón en el cuello… Ese símil sí aplica al CNC, por desgracia.
Fijaos que el camino tiene la capacidad de hacer un hombre celeste, de hacer un cristiano: mediante el Camino Neocatecumenal se hace un cristiano. Se ven pocos cristianos en el mundo. Un cristiano es uno en el cual participa de la misma naturaleza de Dios. Por eso los cristianos podemos amar al enemigo, podemos amar en una nueva dimensión más allá de la muerte.
Otra mentira. La Iglesia hace cristianos, el camino hace kikianos de esos que se creen que se les perdonan los pecados por escuchar una murga plagada de falsedades.