sábado, 8 de marzo de 2025

Abusos llamados por su nombre

DEFINICIÓN DE ABUSO SEXUAL | Ahora que lo ves

 

En la línea de tolerancia cero del papa Francisco, la archidiócesis de Madrid ha publicado recientemente un vídeo aclarador sobre los abusos de poder y de conciencia que se pueden dar, y se dan, dentro de la Iglesia, para abrir una ventana de esperanza ante los males que tantas veces existen y dañan en nombre de Dios a personas cristianas.

Hablando sobre relaciones asimétricas (cuando alguien ocupa un lugar por encima de otra persona), muestra qué son el abuso espiritual y el abuso de conciencia.

ABUSO ESPIRITUAL: Ocurre cuando alguien, desde su posición de poder sobre otros, ocupa el lugar de Dios

ABUSO DE CONCIENCIA: se manifiesta cuando una persona utiliza el poder para anular la libertad de la persona que está bajo su responsabilidad.

En casi todos los abusos señalados a lo largo del vídeo se reconoce la praxis de más del 50 años del CNC. No hay que abundar en cómo los líderes del movimiento, así como los llamados a reproducir su poder a una escala menor (esos que se autoproclaman “catequistas”), se presentan como las personas que Dios ha puesto para los neocatecúmenos (no aplica el término catecúmeno, que es quien no ha recibido el bautismo; los ya bautizados son otra cosa) y se atribuyen una supuesta “gracia de estado” para hacer valer sus órdenes y disposiciones como algo que viene directamente del Espíritu Santo, es infalible y no se puede cuestionar.

En cuanto al abuso de conciencia, de modo más progresivo en el transcurso del movimiento pero igualmente presente, dentro del CNC y de forma continuada e insistente, las personas son orientadas en aspectos personales e íntimos de su vida como su sexualidad, su afectividad, su relación con la familia, su vida laboral y su ocio. La intromisión termina por ser tan habitual que, con el tiempo, se hace común entre los propios miembros que se inviten unos a otros a consultar a los autoproclamados “catequistas” cualquier duda.

El CNC termina presentándose a sus miembros como una realidad imprescindible para llegar a Dios, condenando a quien se sale y castigando a quien no obedece ciegamente lo que se le propone, desde las palabras generales de la proyección espiritual de Kiko (los pasos) hasta las nimiedades que los “catequistas” obligan hacer a sus subordinados en nombre de la obediencia… pues, dicen, “el que obedece no se equivoca”.

El camino combina lo anterior con la imposición de secreto sobre todo lo que ocurre dentro, la condena a toda crítica o juicio sobre lo que se realiza, hablando de “crucificar la razón”, presentando a Dios detrás de cada mal que la persona padezca para exigir un mayor compromiso con la institución para que esos males puedan ser sobrellevados o superados y en lugar de traer desdicha se conviertan en cruz gloriosa.

No se sabe si la llegada de monseñor Cobo al arzobispado de Madrid puede suponer un freno a la institución que fue bendecida por Morcillo, tolerada por Tarancón, alimentada por Suquía y promovida hasta la saciedad por Rouco… como tampoco sabemos qué pensará Antonio María de tal vídeo desde su ático de lujo. Lo que sí se puede saber es que este vídeo no es solo un punto de inflexión y una esperanza para mucha gente que ha padecido tales prácticas dentro del CNC, también es un claro posicionamiento frente a los pilares del mecanismo de funcionamiento de la secta del pintor mediocre.

Espero y deseo que con este nuevo obispo al frente de Madrid estemos ante el principio del fin del propio CNC y de todas estas prácticas que nunca debieron ocurrir.

No se lo pierdan.



Roberto Vega

 

jueves, 6 de marzo de 2025

Leer antes de entrar en el Camino (y IX)

 

El dinero es kk, pero paga helicópteros

Aspectos económicos (Concetto)

En las kikotesis el dinero era presentado como un ídolo. Había que tratarlo como basura. Por eso, siempre que se recogía dinero se pasaba una bolsa negra, utilizada para la recogida de residuos.

Al nace una nueva comunidad, las demás compraban dulces y vino espumoso para celebrar con los nuevos neohermanos su entrada en el Camino (empezaban a ser considerados hermanos en Cristo a partir de ese ritual, antes no, antes eran religiosos naturales cargados de supersticiones). Al final del festejo, llegado el momento de reunir el dinero para pagar los gastos, si no se recaudaba la suma necesaria, incluso los de las comunidades más antiguas eran invitados a participar en la colecta. De esta manera los recién llegados quedaban impresionados por esta hermandad y se sentían como en familia.

Durante las convivencias de inicio de curso o los ritos de paso se recaudaba dinero para pagar hoteles o dejar ofrendas en las casas religiosas que nos hospedaban. Se pasaba con el “saco” mientras se cantaban cantos del Camino y el katekista nos animaba a despreciar el dinero: "desprendeos de vuestros bienes y recibiréis el ciento por uno". A veces incluso animaba a la gente a emitir cheques, especialmente a aquellos que no tenían dinero en efectivo. En ocasiones incluso sugirió dejarlos en blanco. Nadie era obligado a punta de pistola a echar dinero, pero la invitación era apremiante y todos ponían lo que podían. Alguno, carente de efectivo, echaba objetos de valor.

Al principio, cuando nos explicaron cómo se realizaban las colectas, nos dijeron que los hermanos más necesitados podían no “echar” en la bolsa, sino “tomar”. Luego, cuando presencié una colecta por primera vez, me di cuenta de que sacar algo de la bolsa era casi imposible. Era muy profunda y sacar dinero de allí habría sido una acción evidente para todos.

Muchas veces no se alcanzaba la cantidad necesaria, y entonces se hacía una segunda o tercera ronda de la "bolsa". Cuando se alcanzaba la suma necesaria, nos decían que había sido gracias a un hermano que se había convertido, pagando la importante suma que faltaba. De esta manera quedábamos impresionados y animados a "convertirnos" también nosotros. Después de cada ronda, en una sala contigua a la que estábamos reunidos, los "responsables" vaciaban las bolsas. Habiendo sido yo mismo "responsable", yo las vacié muchas veces y siempre era una sorpresa. De la bolsa caía de todo: dinero, cheques (algunos incluso en blanco), objetos de oro (anillos, collares, broches, incluso con piedras preciosas) y, en ocasiones, quinielas de fútbol (en el Camino, de hecho, se ponía mucho énfasis en que quienes jugaban a juegos de azar no confiaban en Dios y por eso jugarlo era considerado pecado).

Las cifras recogidas eran notables. En las convivencias regionales de tres días en hotel, éramos normalmente unas 450 personas. La cuenta del hotel rondaba (en 1997) los 80 millones de liras. Hay que tener en cuenta que estas 450 personas no eran más que un tercio del total de participantes en la convivencia regional: de hecho, los autorizados a participar (kikotistas y responsables de toda Sicilia) eran más o menos 1.400. También se recaudaba dinero para las niñeras que cuidaban a los hijos de los participantes durante su ausencia.

En estas ocasiones también se recogía dinero destinado al sostenimiento de los seminarios neocatecumenales y a la construcción del gran centro de acogida para las comunidades del Camino que, al terminar el itinerario, realizan la peregrinación ritual a Tierra Santa. La cantidad de dinero recaudada para los seminarios y para el centro de Galilea superaba a menudo la cantidad para el hotel. Para estos dos últimos fines, también se recaudaba dinero durante la preceptiva convivencia de transmisión.

Por ser el responsable de mi comunidad, tenía la tarea de recoger este dinero y enviarlo a los responsables en Roma. De vez en cuando me daban un nombre y una cuenta bancaria diferentes. Nunca me quedó claro el motivo por el que me informaban diferentes nombres y cuentas bancarias, yo pensaba que era más adecuado hacer referencia siempre a la misma cuenta. De esta forma se habría podido "pagar" incluso de forma privada, en tiempos en los que no estaban previstas convivencias e incluso personas no pertenecientes al Camino podían haber realizado pagos. Podría haberse hecho como las grandes asociaciones de voluntarios u organizaciones benéficas.

En el rito final del segundo escruticidio (o el primero de la etapa de la Iniciación a la oración) se realizaba el exorcismo del dinero. Colocados ante una Cruz, cada iniciado arrojaba en una cesta un sobre que contenía una considerable suma de dinero. Al realizar este gesto, debía pronunciarse una renuncia a Satanás.

Mi comunidad estaba entre las más pobres, pero sé que en otras comunidades muchos han renunciado a tierras, apartamentos, automóviles, etc. Las sumas recaudadas eran siempre muy elevadas. Nos decían que estos bienes irían a la parroquia anfitriona y al obispo local, como ofrenda de caridad. Claramente a este dinero había que sumarle el de gastos de manutención: hotel, niñeras, etc. También en esta ocasión, una vez finalizado el rito, la celebración se lleva a cabo en un restaurantes de lujo. Los gastos de estos banquetes de lujo corrían íntegramente a cargo de la comunidad, no de los kikotistas [que eran los que elegían el sitio y el menú]. Éstos, de hecho, “realizaban un servicio” y nunca participaban en los gastos. Tampoco participaban cuando venían a visitar a la comunidad y se sumaban al ágape que organizábamos. En esas ocasiones también traían a sus hijos.

Al final de cada convivencia regional o de transmisión regresábamos a casa despojados de bienes materiales. A menudo regresábamos solo con la gasolina del depósito. Con dolor pienso en los momentos en los que nos esforzábamos en ahorrar para destinar ese dinero al Camino. A menudo dijimos "no" a las peticiones legítimas de nuestros hijos, que se veían obligados a conformarse con lo mínimo. Los zapatos y la ropa se desgastaban al límite; las diversiones y las pequeñas propinas que se dan a los niños no entraban en la política familiar: era dinero destinado al Camino.

El diezmo

Todos los que llegan a la "Iniciación a la oración" (momento en que el Obispo nos entrega el breviario) tienen el deber de pagar el "diezmo": dar al menos una décima parte del salario mensual a la comunidad. Lo recaudado debe ayudar a los hermanos menos favorecidos y el responsable de la comunidad decide quién se beneficia de la ayuda económica y en qué medida, en función del importe recaudado y las solicitudes.

Muchas veces se sabía que alguien pedía "ayuda" sin necesitarla realmente y por eso muchos no diezmaban voluntariamente y a veces surgían fuertes conflictos. Aproximadamente un año después de la Iniciación a la oración, los kikotistas vinieron a visitarnos y el responsable les hizo saber que se recaudaba poco en los diezmos. Entonces los kikotistas nos reprocharon que todavía estábamos apegados al dinero y nos dijeron que por eso la comunidad no podía crecer.

Le preguntaron al responsable, el doctor P.Pg., si daba ejemplo, es decir, si al menos él echaba la cantidad adecuada. Él respondió que, a pesar de haber invitado repetidamente a los hermanos a corresponder y pagar el diezmo, no fue escuchado y por eso decidió, junto con su esposa, destinar su diezmo a las monjas de la Madre Teresa de Calcuta. En ese momento los kikotistas (y especialmente don P.P.) se enfurecieron.

Reprendieron ásperamente al matrimonio responsable delante de la comunidad, acusándolos de no amarla y de haber desobedecido a los kikotistas y al Camino. El responsable no tuvo oportunidad de responder debido al excesivo entusiasmo de sus interlocutores. Estaban especialmente furiosos con la esposa que intentaba minimizar y defender a su marido. Confieso que, mirando al presbítero, me parecía ver al pastor transformarse en lobo, tal era la rabia que expresaba, sin preocuparse por el efecto que causaba en los presentes. Los gritos se podían escuchar desde la calle y estábamos conmocionados y aterrorizados.

Desde ese momento P. Pg. ya no volvió al Camino. La esposa asistió a algunas reuniones más antes de dejarlo. Hoy, con la serenidad de quien se fue sin presión externa, me pregunto: "Al inicio de esta experiencia, ¿quién nos advirtió que tendríamos que sacrificarnos económicamente sin siquiera tener la libertad de elegir a quién dirigir nuestra caridad?". También me pregunto si hay en la Iglesia asociaciones o grupos que hagan pagar el diezmo a sus miembros.

Lejos de nosotros la idea de juzgar o acusar. Nuestro deseo ha sido dar testimonio para comprender mejor lo que viven y sufren en la comunidad los seguidores del Camino Neocatecumenal, y para que las autoridades puedan dar respuesta a muchas dudas.

 

Principio del formulario

Concetto Bonaccorso & Hermine (Marina) Niess

 

martes, 4 de marzo de 2025

Leer antes de entrar en el Camino (VIII)

 

¡A ver qué santo vale más que la de kategoría superior!

Tiempos del año litúrgico (Marina)

En el Camino jamás se conmemora a un santo. Tales fiestas y también las patronales eran vistas como un claro ejemplo de "fe natural y devocionismo", pariente cercano del clericalismo y el moralismo, que son defectos gravísimos en el Camino.

Nunca hicimos adoración eucarística y mucho menos las "Cuarenta horas". Las procesiones no forman parte de la cultura neocatecumenal, salvo el domingo de ramos y siempre a condición de que los únicos que llevaran palmas fuesen quienes dispusieran los kikotistas.

Nunca fuimos animados a participar en una reunión o evento de carácter diocesano. Solo el Padre Enrico nos invitaba a participar en la procesión del Corpus Christi, pero eran prioritarios los compromisos de la comunidad. La Semana Santa tenía que vivirse en comunidad, no se admitía ninguna otra alternativa, era anatema el mero pensamiento de irse al pueblo natal y vivir la Semana Santa de los religiosos de misa de 12.

Semana Santa, Navidad, Domingo de Ramos... son tiempos para vivir en la propia parroquia. ¡Pero el neocatecúmeno vive toda su vida religiosa en su comunidad! Naturalmente esos domingos no íbamos a misa, porque la noche anterior habíamos participado en la celebración comunitaria. La procesión que precede a la misa del Domingo de Ramos, en las parroquias que acogen comunidades neocatecumenales, se organiza de manera que quienes han pasado la redditio porten una gran palma que luego se coloca en el balcón de la casa, para que quien lo vea entendiera que en esa casa vive un cristiano. Quien porta estas palmas tienen el privilegio de situarse en los primeros bancos, los que llevan ramas de olivo han de quedarse detrás.

El Jueves Santo se dedica exclusivamente al lavatorio de pies. El responsable (precedido por el presbítero, si lo hay) lava los pies de todos los miembros de la comunidad como signo de que es servidor de todos. Cuando él termina, todos son invitados a repetir el gesto y lavar los pies a los hermanos con quienes deben reconciliarse. Esto da lugar a muchos cotilleos y suposiciones sobre los motivos para que tal haya lavado a cuál.

La "misa de la última cena" no se celebra y quien quería participar en la misa en la parroquia, debía terminar a tiempo para llegar al lavatorio de la comunidad que, dada la hora tardía a que empezaba, terminaba alrededor de las 23.30 horas. Nunca los kikotistas nos invitaron a participar en la "Celebración in Cena Domini", un evento importante para toda la Iglesia.

El padre D.C. Me contó que cuando era párroco en Massa Annunziato, tuvo que obligar a las comunidades del Camino a participar en la misa "in Cena Domini", antes del lavatorio neocomunal. La discusión fue acalorada. Durante mi pertenencia al Camino nunca viví el Jueves Santo como los demás fieles. Antes del lavatorio, buscaba desesperadamente una iglesia cercana a mi comunidad, para conciliar horario de trabajo, de misa y de lavado de pies. Durante muchos años no pude asistir a la Misa "in Cena Domini".

El Viernes Santo no ayunamos como los fieles cristianos. De hecho, la gente ayuna solo a última hora de la tarde, y precisamente a partir de salir de la Adoración de la Cruz. Se nos explicó que en el Evangelio está escrito que "cuando se lleven al Esposo, ¡ayunarán!". En la práctica, el ayuno se traslada al Sábado Santo. El viernes por la tarde se proclama el Evangelio de la Pasión y luego se realiza la Adoración de la Cruz.

Nunca se habla del "Vía Crucis" y nunca se hace. Se nos explicó que el significado de la Adoración de la Cruz (besar el crucifijo) era aceptar y querer nuestra cruz, es decir, todo lo que nos duele (en particular las personas que nos hacen sufrir). Después de la adoración se regresa a casa en silencio. Este ambiente triste da sensación de duelo y nos hacía pensar que en la Iglesia esto no se vive adecuadamente.

El Sábado Santo es día de ayuno y silencio. La abstinencia de alimentos es muy estricta: nada sólido, solo líquidos [Hay quienes preparan grandes jarras de leche merengada para pasar el día]. Era estupendo si los más débiles se sentían enfermos y decaídos. Por la mañana se arregla la sala para la vigilia, al margen de la preparación de la parroquia, en la que no se colabora en nada. Es precepto kikil que haya muchas flores. También se prepara el "Pozo de Jacob". El agua de este "pozo", utilizada para los bautismos y otros ritos de la vigilia, al terminar es arrojada a la calle o al desagüe del patio interior.

 Junto a la sede del presidente, se situa una silla que debe permanecer vacía. Sobre ella descansa una rosa. Esa silla es para el "Invitado", ya que esa noche tiene lugar el "paso de la muerte a la vida" y el "retorno glorioso de Cristo Resucitado".

La noche de Pascua, los que han concluido el Camino, etiquetados como "los que vienen de la gran tribulación", van a la catedral y se presentan ante el obispo revestidos con túnicas blancas. Para los demás, en la sala acondicionada en la parroquia, la vigilia comienza después de marcharse los “religiosos de domingo”, pasada la medianoche, y termina a las 7 o 7:30 de la mañana, y si hay Bautismos puede terminar a las 8:30.

Después de la vigilia se celebra un ágape fraterno (sobre las 9 de la mañana), concertado previamente en algún restaurante. En este ágape se consumen los signos clásicos de la Pascua judía: hierbas amargas, cordero (al horno, con patatas), huevos duros y, para finalizar, un postre elaborado en forma de ladrillo para recordar la esclavitud en Egipto.

El ágape de las comunidades más antiguas incluye leche, miel y dulces, signos de las "delicias de la Tierra Prometida".

Después del día de ayuno, de la noche sin dormir y del suntuoso almuerzo, regresábamos a casa casi inconscientes, ¡pero orgullosos de haberlo superado! Mientras los demás se despertaban para alabar al Resucitado y experimentaban juntos la alegría de la Pascua, nosotros desconectábamos el teléfono para dormir sin ser molestados. Apegada a mis hábitos, confiaba en despertarme para seguir por televisión la bendición "Urbi et orbi". En el Camino esta bendición no tiene importancia, es una superstición de los religiosos naturales.