Para cerrar el tema de los abusos espirituales, hay una serie de banderas rojas a las que debería prestar atención cualquiera que esté pensando en sumarse a un grupo o asociación o ya forme parte de uno. Son indicadores de que el grupo puede ser nocivo para la salud anímica, mental, espiritual e incluso física de sus integrantes.
Estas son algunas de las principales banderas rojas, según los entendidos en detección, análisis y erradicación de tendencias abusivas y sectarias:
Idealización del fundador/iniciador.
Es venerado y reverenciado como si fuese un ser infalible y cuasi divino. No se admite la menor crítica a su persona, ni a sus ideas. Se ha aceptar sin cuestionamiento cuanto dice y hace; tampoco se admiten críticas a cómo viste, cómo vive, que deja de hacer o de decir… Los seguidores lo imitan en el estilismo, la gesticulación, los ademanes, las expresiones...
Secretismo.
No se puede contar a “los de fuera” lo que sucede dentro del grupo, porque no lo entenderían; e incluso dentro del grupo, los más antiguos no pueden contar a los más jóvenes lo que se hace según se avanza en la organización, para que lo reciban como una sorpresa cuando les toque, dicen.
Distanciamiento de los ajenos al grupo.
Aunque sean parientes, aunque se conviva con ellos. Puesto que hay muchas cosas que no se pueden compartir con los que no están en el grupo, que exige cada vez más tiempo y medios, el distanciamiento es inevitable. Es más, se acaba por cuestionar la bondad de cualquier actividad que no sea por y para el grupo.
Demonización del que disiente.
Puesto que el mandamás se considera infalible, cualquier argumento en contra de su criterio es tenido, en el mejor de los casos, por un engaño del demonio, en el peor, se considera traidor al disidente. Y se actúa en consecuencia.
Ausencia de límites.
Las órdenes del mandamás no se cuestionan, sean las que sean, aunque invadan el ámbito privado de sus seguidores, aunque se entrometa en cómo viven su sexualidad los demás, o en como educan a sus hijos o en con quién se relacionan los jóvenes.
La ausencia de límites es especialmente virulenta para con quien ose manifestar cualquier crítica. Si no se puede negar la verdad de lo criticado, se ataca el honor y la dignidad del crítico y, si hace falta, de su entorno familiar. Todo vale, no solo la maledicencia, también la calumnia.
Negación de la realidad.
Esta característica en particular es la que hace que sea extremadamente difícil dialogar con uno de ellos. Cuando la realidad demuestra que la infalibilidad del líder es una falsa quimera, se escudan en una supuesta realidad superior que no está al alcance de todos: «Desde fuera no se puede entender», «Hay que vivirlo para entenderlo», ese tipo de tretas mentales para negar la realidad objetiva.
Sentimiento de elección.
Aparejado con lo anterior, se les inculca el sentimiento irracional de haber sido elegidos para la gloria. Y se les hacen promesas imposibles de que si persisten en el grupo, sometidos en todo a gran líder, entonces algún día también ellos alcanzarán la infalibilidad y pseudo divinidad, mientras que si dejan el grupo o si su obediencia es tibia entonces no solo no obtendrán nada, sino que hasta lo que tengan lo perderán.
La perdición espera fuera.
Nadie que haya entrado en el grupo puede abandonarlo y salir impune, les dicen. Fuera espera el llanto y el rechinar de dientes a todo aquel que sea infiel al gran líder.
Rigidez anti-inculturación.
Las ideas, palabras, ocurrencias e instrucciones del gran líder han de conservarse y preservarse inmutables se implante donde se implante el grupo. Si algo propio de grupo choca con la cultura local, es obvio que lo que hay que cambiar es la cultura local, no las costumbres del grupo.
Exigencia de exclusividad.
Toleran muy mal o no toleran que se pretenda compatibilizar la pertenencia al grupo con otras actividades y responsabilidades de la misma temática. Por ejemplo, a quien entra en el CNC se le invita a dejar las devociones o actividades religiosas que tuviese hasta entonces: si es de Legión de María, que lo deje; si es diácono, que ponga el CNC por delante del diaconado; si está en el coro parroquial, que mejor se centre en el "carisma" de salmista kikil...
Cualquier que encuentre una "realidad" así, más le vale escapar cuanto antes.