Kiko: ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te ha abierto los ojos el Señor?
O.: A través de la Palabra de Dios. He podido experimentar que soy un envidioso, celoso, un idólatra, un burgués.
Uno de los graves problemas del pensamiento kikótico es que solo se valora lo malo, lo negativo, lo destructivo, lo peor. A través de la palabra de Dios yo he experimentado amor, consuelo, alegría, apoyo… Me ha sostenido, me ha alentado, me ha alegrado; lo que no he experimentado jamás es que la Palabra de Dios me echase en cara mis pecados.
Kiko: ¿En tus pecados, Dios te ha mostrado su misericordia?
O.: Sí, yo lo he visto, lo he experimentado muchas veces. Veo que soy un pecador, he visto a través de mis pecados el amor de Dios en mi vida.
¡Qué raros son los kikos! En serio, yo no he encontrado el amor de Dios a través de mis pecados, sino que lo he experimentado cuando me ha sostenido y cuando se ha hecho el encontradizo conmigo, cuando me ha mimado y cuando me ha rescatado.
Kiko: ¿Estás convencido de que Jesucristo ha muerto por tus pecados y que Dios lo ha resucitado para que después tú puedas pedirle perdón? ¿Has experimentado este perdón?
O.: Sí. Por supuesto.
Kiko: ¿Estás dispuesto a decírselo a la gente aunque se rían de ti, aunque te cueste?
O.: Si, además he visto un milagro.
Kiko: Háblame de ese milagro que has visto.
O.: Terminamos la convivencia de la Traditio. El lunes fui a la fábrica (el jefe de la fábrica es mi hermano, que sabía que había ido a Madrid a una convivencia; mi hermano me ataca constantemente y esto repercute incluso en mi salario y con los compañeros de trabajo ante quienes me deja en ridículo). Ese día tenía que ir a Inglaterra por unos asuntos impostergables con un cliente muy importante, y veía que ni el martes ni el miércoles iba a poder estar en Barcelona. Empecé a orar con angustia y tomé la decisión de jugarme el empleo. Estaba decidido a hablar con los gerentes cuando llamó por teléfono un cliente mucho más importante que el otro: mi hermano me llamó con urgencia y me dijo que no podía irme de viaje y que cancelase todas las citas. Fui al baño y lloré de emoción porque el Señor, de la manera más sencilla, cuando no había solución… Vi el poder de Dios, vi que existe verdaderamente.
Esto es idolatría al CNC: valorar en más el poder acudir por las noches a enterarse de temas privados y personales de los “amados hermanos” estrujados, digo, escrutados, que el cumplimiento del contrato laboral que impone viajar a las instalaciones del cliente.
Kiko: El Señor te lo ha concedido no porque hayas orado sino porque viene muchas veces a buscar un fruto; te pone a prueba para ver si te juegas el puesto de trabajo, y si estás dispuesto a jugarlo ya no es necesario probarte ahí. El Señor hace con nosotros lo que hizo con Abraham: “Ve, toma a tu hijo y sacrifícamelo” y cuando ve que Abraham es capaz de esto envía a un ángel para que detenga la mano con el cuchillo. Dios no quiere que te quedes sin trabajo, lo que quiere es que lo ames a Él sobre todas las cosas.
Dios no quiere que vivas para la comunidad, no quiere que pongas a la comunidad por encima de tu familia, de tu trabajo, de ti mismo. A lo mejor por eso la comunidad es una jaula de leones devoradores, para que te des cuenta de dónde te has metido.