sábado, 29 de junio de 2024

Kiko el "acogedor" de infantes

 

Marco, un colaborador del blog neocatecumenali, ha encontrado una noticia sobre una forma moderna de esclavitud practicada en el CNC y específica para hijos varones de familias patanegra.

Quien lo cuenta es un anciano presbikiko japonés que está muy agradecido al CNC porque en otros seminarios fue rechazado por motivos que no se declaran, y ya casi cincuentón fue admitido en un semivacío RM por designio kikil. Así que sea por falta de sensibilidad, porque los muchachos le importan un bledo o por ceguera, el narrador considera estupendo y fantástico lo que les hacen a los chicos y se muestra encantado de darlo a conocer.

Habitaciones para aprendices de presbikiko con vistas al lago
En primer lugar, este presbikiko relata una costumbre que tienen en la domus Galilaeae para acoger a los visitantes. Y es que según entran al amplio recibidor, son recibidos con cantos y al son de palmas e instrumentos. Cuando mi comunidad estuvo en la domus Galilaeae, nuestra salida se programó de tal manera que Rino nos entretuvo hasta que llegó la siguiente remesa de exneocatecúmenos con el camino terminado y entonces fuimos nosotros, los salientes, acompañados por algunos jóvenes allí residentes, quienes les recibimos con fanfarria musical de panderetas, guitarras y bongos. No recuerdo cual fue el canto elegido para la ocasión, “mirad que estupendo” o alguno por el estilo.

El presbi nipón detalla que cuando los visitantes son israelitas, el canto de bienvenida es Shema-Israel , en versión kikil, por supuesto. Lo que no sé si es un acierto. Es decir, no sé que opina un judío religioso acerca de que un goyim pronuncie esas palabras, aunque si lo cantan el itañolo, como sospecho, lo más probable es que los visitantes no se enteren del sentido de lo que escuchan.

La recepción a los turistas visitantes

Pero en lo que se centra este presbi es en los intérpretes del canto. Dice de ellos: «¿Notaste que la mayoría de ellos son hombres jóvenes, que incluso podrías llamarlos niños

Y sigue explicando: «Esos jóvenes vienen aquí para realizar servicios como servir en el comedor, hacer camas, limpiar sanitarios, cambiar toallas, barrer pasillos, etc.

Podrían ser tomados por estudiantes en prácticas de una escuela de hotelería, pero la realidad es muy diferente. Son verdaderas "ovejas negras"».

Y a continuación explica que son los hijos díscolos y rebeldes de familias neocatecumenales “importantes”, en el sentido de que proceden de familias largamente implicadas y entregadas al CNC en labores de kikotización, sea como kikinerantes o como simples kikotistas. Es más, el presbi nipón asegura de estos jóvenes no solo que sean díscolos, sino que los retrata como viciosos y delincuentes: «Desde muy joven se rebelaba contra sus padres, se volvió violento, se convirtió en delincuente, no iba a la iglesia, faltaba a la escuela, fumaba drogas con malos amigos, robaba, tenía una relación inapropiada con una chica y hacía llorar a sus padres».

En este punto, siempre según este prebi, los llorosos padres no buscan un orientador social ni un psicólogo, sino que piden consejo a Kiko, que ni es psicoterapeuta ni tiene la menor idea sobre educar hijos, quien razona que en la domus falta personal, así que decide “acoger” (ojito a la ironía) temporalmente al hijo en la domus Galilea.

¿Temporalmente hasta cuándo? Tú no te proyectes, hermano. Ya lo dispondrá Kiko más adelante.

Y qué es lo que hace el chico mientras está “acogido” en la domus. Hacerse un hombre, según el presbi que lo relata.

«A estos jóvenes se les quita el dinero y el pasaporte, y son obligados a rezar temprano en la mañana, asistir a misa, realizar trabajos programados y estudiar la Biblia, viven como reclutas en el ejército o novicios recién incorporados a un monasterio, con estricta disciplina y órdenes particulares».

Dadas las medidas que sufren los “acogidos”, sospecho que lo raro será que alguno de ellos supere la mayoría de edad; sospecho que esta modalidad de “acogimiento” está pensada para jóvenes menores de edad. Porque un adulto podría denunciar que es retenido contra su voluntad, pero un niño lo tiene mucho más difícil: sus padres, tutores legales, lo han confiado al cuidado del buen amigo Rino. Y ya puede patalear el chaval que nadie acudirá a liberarlo.

Así que, temporalmente por a saber cuánto tiempo, los chicos enviados por sus llorosos padres quedan atrapados en un lugar aislado en mitad de la nada, donde son obligados, como antes detalló el presbi nipón, a «realizar servicios como servir en el comedor, hacer camas, limpiar sanitarios, cambiar toallas, barrer pasillos, etc.». 

Insisto, casi con seguridad son niños que deberían dedicar su tiempo a adquirir una buena formación, pero les apartan de su casa, su familia y sus estudios para que vivan al servicio de Kiko.

Pero aún hay más:

«El lugar donde viven es dentro del búnker.

Búnker es la palabra alemana para refugio subterráneo. El gobierno israelí exige por ley que las instalaciones de alojamiento y los lugares donde se reúne un gran número de personas estén equipados con refugios para el caso de ataques con armas nucleares, bacterianas o químicas. En la domus Galilea también hay un búnker subterráneo bastante grande, sin ventanas.

El señor Kiko decidió convertir este largo búnker, inútil en tiempos de paz, en un lugar para dormir para las ovejas negras».

En la domus hay habitaciones de sobra con vistas al lago de Galilea, pero los chicos díscolos, los que no se han dejado kikotizar, los que resisten la kikotina, viven y duermen en un largo sótano sin ventanas, sin ventilación, sin vistas y sin horizonte. ¡Qué majo es Kiko el “acogedor”!

Y al presbi nipón le parece estupendo: «Todo lo que hay que hacer es darles de comer, darles ropa de trabajo y utilizarlos como mano de obra “sin costes laborales».

Explotación laboral, aunque a los padres se les venda que se trata de una técnica de rehabilitación fantástica para que el chico se vuelva dócil de forma magikika.

«No hay nada cerca y no tienen dinero, pasaporte o automóvil; incluso si escapan, no hay manera de que puedan mezclarse con la sociedad israelí y sobrevivir por el resto de sus vidas».

Es decir, si alguno se escapa, no pasa nada, no tiene dónde ir, será devuelto a la domus, al búnker sin ventanas, a la obligación de servir al “señor Kiko el acogedor”.

Lo que viene a continuación, son las descripciones que el presbi nipón hace de las fotografías que él mismo sube a su blog. No hago comentarios porque no soy capaz de imaginarme qué es lo que querría expresar, pero lo que le sale es vomitivo.

A la izquierda hay una pesada puerta hermética de hierro, como un mamparo de un submarino.

En el interior hay un cuartel o un club rosa donde las niñas filipinas son obligadas a prostituirse. Parece un dormitorio vigilado por la yakuza. 

Las literas recuerdan al campo de concentración de Auschwitz.

Para terminar, una palabra más del presbi: «Este es un gran milagro que ocurre todos los días aquí en la domus Galilea, aunque no se note».

¡Dios nos libre de tales milagros!

 

jueves, 27 de junio de 2024

Padres neocatecúmenos, ¿a quién confiáis a vuestras hijas?

 

En el Camino Neocatecumenal hay mucha inmundicia que necesita ser sanada. Los kikotistas, que tanto aseguran a los tristes neocatecúmenos que lo que no se saca a la luz no se cura y que tanto presionan para conocer la vida privada e íntima de los demás, sin embargo, ante los problemas que destaparían la basura que les rodea, cierran las puertas del gueto, echan candados y amenazan con la condenación a los que escandalicen, es decir, a los que osen contar algo.

Encuentra al lobo
 

Por eso cada testimonio cuenta, y también por eso es importante que todo llegue a la diócesis correspondiente, para que sea obvio que no son casos aislados, sino que el árbol es malo desde la raíz hasta la última hoja y todos sus esquejes son igual de malos.

Puede darse el caso de que la respuesta de la diócesis sea decepcionante; por desgracia la política de la ocultación “para no escandalizar” no se la ha inventado el CNC, pero cuando se trata de delitos que pueden derivarse a la vía penal civil, empiezan a ser más empáticas.

Y aun así no es nada fácil.

Un colaborador me hace llegar una noticia en italiano en la que se detallan algunos casos concretos y se mencionan otros, que se irán exponiendo en entradas sucesivas.

Un caso que se queda en simple nota es el de los abusos sexuales por parte de neocatecúmenos (se ha comentado antes: árbol malo, frutos malos, una y otra vez, da igual dónde se plante el árbol).

La noticia se refiere a una jovencita a la que sus papás enviaron a los catorce años a un grupo de postconfirmación neocatecumenal, también llamado grupo de padrinos.

Los papás estarían convencidos de que era lo mejor para su niña: en lugar de juntarse con amistades peligrosas se juntaba con otros hijosde en la casa de un matrimonio neocatecúmeno para ser sonsacada sobre sus circunstancias personales y familiares por aquello de ayudarla a discernir la voluntad de diosito y sanar lo que necesitare ser sanado.

Ese es el cuento que se cuenta.

Pero sucedió que desde 2009 hasta 2013, desde los catorce hasta los dieciocho años, la jovencita sufrió abusos por parte del amoroso padrino a quien fue confiada. Y aún pasaron unos cuantos años antes de que reuniese el valor para contar a sus padres la dura experiencia vivida. Esto fue en 2018.

Entonces los padres se ponen en contacto con el responsable neokiko en la parroquia, quien por lo visto era consciente de una actitud inapropiadamente cariñosa por parte del padrino hacia la niña, pero según él la cosa no había ido más allá de un beso.

Puede que en aquel momento no hubiese habido más, todavía, pero el responsable mal obró a dejarlo pasar sin advertir a los padres, sin amonestar al matrimonio apadrinador (para un neocatecúmeno tal reprimenda hubiese sido un moralismo insoportable) y sin reorganizar los grupos de padrinos para separar a la rapaza de las malas influencias.

Pensaría, como suelen pensar los kikos, que pasara lo que pasare sería porque diosito lo quería, y que ya diosito arreglaría cualquier mal proceder del padrino. O tal vez achacase a la chica la conducta inapropiada del adulto casado, pues es muy kiko culpar a las mujeres, ya se sabe que incluso son causantes y responsables de los feminicidios.

Ante la reclamación de los padres, el matrimonio de padrinos es convocado por el sanedrín kikotístico. Él empieza por negarlo todo, hasta que el presbi consigue hacerle confesar que sí, que hubo sexo con la chica (los presbis suelen tener mucha información confidencial. A mí, en una ocasión, los kikotistas me mandaron a hablar con un presbi para que le contase a él lo que no me dio la gana contar a los kikotistas y ante la comunidad). Incluso detalla cuantas veces: tres. Pero asegura que fueron tras el decimoctavo cumpleaños de la joven y consentidas por ella.

La versión de la chica es que los abusos se prolongaron durante años en las ocasiones en que la llevaba de vuelta a su casa y que no tuvo opción de negarse, puesto que él la atenazaba con su posición dominante y su conocimiento de los hechos concretos de la familia de ella, por lo que él podría actuar contra los padres de ella, que también tenían algún kiko-cargo en el entramado del CNC en la parroquia.

Por supuesto, el presbi asegura que el pecador está arrepentidísimo y pidió perdón a la familia de ella, y la esposa madrina dice que lo que pasa es que el matrimonio estaba en crisis en ese tiempo y él tuvo una debilidad sin mayor trascendencia. Pezzi sostendría que la culpa es de la esposa por poner en riesgo al marido.

El caso es que no hay ni una palabra de apoyo y comprensión hacia la víctima ni por parte del presbi ni de los kikotistas ni mucho menos de los padrinos. Tampoco hay mucha comprensión hacia el padrino, que pese a su tardío arrepentimiento fue expulsado del CNC de manera fulminante… lo que hace pensar que la realidad es mucho más fea de lo que cuentan. Y que lo saben.

El caso ha llegado este año a un tribunal italiano y está pendiente de juicio.