Lo siguiente que viene en el panfleto -cuya
redacción en nada recuerda a los dichos en itañolo de los iniciadores- es el
detalle de cada una de las sesiones durante los tres años de deformación y
algunas más para lo que llaman “año 0”.
Así, para el “año 0”, es decir, desde que
tiene lugar la Primera Comunión hasta el final del curso, por lo que es poco
probable que nadie ajeno al CNC se apunte, lo que viene estipulado en el
panfleto es que la primera sesión es para que «los
catequistas dan su experiencia de vida a la luz de la fe, sin exagerar,
teniendo en cuenta la edad de los niños. Luego se presentan los chicos, que han de explicar cómo está
compuesta su propia familia». Ya se sabe: cuántas madres,
cuantos padres, cuántos hermanos, cuántos abortos, cuántos intentos de suicidio…
Esas cositas que todo el mundo debe contar cuando se presenta.
Las demás reuniones se
dedican a las figuras de algunas matriarcas: Sara, Rebeca, Raquel, Lía y, si
hiciese falta más munición, se dice que se siga con Abraham, Isaac y Jacob. En
suma, cualquier cosa antes que dedicar una hora a la Virgen María o a Santa Ana
o a Santa Isabel, no sea que los tomen por beatorros de misa de 12.
Las indicaciones para el
año 1, con niños de diez años, son las siguientes:
La primera reunión
(encuentro le dicen, que queda más fino) se invita a las familias y se hace un ágape.
Es el cebo que oculta el gancho del anzuelo.
En la segunda sesión «se
inicia una exposición sobre la historia de la salvación, para luego abordar los
Diez Mandamientos que constituyen el núcleo central del programa de primer año.
Se habla de la Creación, de Adán y Eva, del origen del pecado, señalando a los
niños la condición del hombre después del pecado y su necesidad de
reconciliarse con Dios».
Es decir, se trata de
deformar la formación que los chicos hayan recibido antes de la Primera
Comunión.
Así, para la tercera sesión
«se retoma el discurso del pecado y se trata del Sacramento de la Penitencia.
Probablemente
los chicos no se confiesan desde el día de la primera comunión.
Es
una oportunidad para explicar las dos formas de celebración: una penitencial
como la haremos nosotros y la forma abreviada que se hace en los confesionarios
de la iglesia».
Sucede que lo único que es Sacramento es “la forma
abreviada”, con o sin confesionario. Lo demás solo es adorno, escenario y
espectáculo. ¿Explicarán a los chicos que lo único que de verdad cuenta es el
Sacramento?
El cuarto día lo dedican
a una penitencial de esas que tiene mucho folclore pero ni es más eficaz ni
mejor ni preferible. Pero acaban con un ágape, para engatusar a los chicos.
La quinta sesión se
dedica al diluvio, la torre de Babel y Abraham. «En este punto es necesario
que los niños actualicen las Escrituras en su vida y que no vean los hechos
narrados como ajenos a ellos. La
experiencia enseña que no es fácil: depende de la inventiva de los catequistas
alcanzar este objetivo». Es decir, a partir de ahora habrá
interrogatorios para que los chicos enlacen la historia del arameo anciano y
sin hijos con su vida, inventándose lo que se tengan que inventar.
El sexto “encuentro” se
dedica a Moisés y Egipto -con preguntas a los chicos-; el séptimo, al éxodo por
el desierto; el octavo, a la alianza y el decálogo; el noveno, al primer
mandamiento; el décimo, al segundo mandamiento; etc. Y siempre, en todas las
sesiones, los chicos serán interrogados.
El esquema del segundo
año es similar. En la primera sesión se hace un ágape engatusador, en la
segunda se hace que los chicos cuenten sus vacaciones, la tercera se dedica a
la tierra prometida y «debe introducirse este año y precisamente en este punto
el concepto de la reconciliación con Dios, en el sentido de que estar en la
Tierra Prometida significa estar en gracia de Dios, de ahí la importancia del
sacramento de la reconciliación». Y la cuarta sesión es la
de la penitencial con mucha charanga pero sin un ápice más de eficacia que en
el confesionario.
Luego se sigue con los demás
temas que las comunidades preparan durante su larguísimo deambular sin llegar a
ninguna parte: David y el reino, los profetas, el exilio y los artículos del
Credo.
En este punto se procede de
la siguiente manera: Se proclama, por ejemplo: "Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra".
A continuación se
pregunta a cada chico: ¿Por qué crees en Dios Padre?
No vale no contestar. Después los ponen a escrutar. Y por último
es un catequista quien responde a la pregunta
"¿Por qué crees en Dios?"
dando
su experiencia: que antes se emborrachaba y se iba de putas todos los fines de
semana y que ahora lo hace poquito, en fin, ese tipo de cosas que tanto gusta contar
a los kikotistas, haya o no niños delante.
El tercer año arranca, una
vez más, con el consabido ágape para camelarse al personal. Las siguientes
sesiones (“encuentros” en Kikónides) se dedican a los artículos del Padre
Nuestro, que es algo que también hacen las comunidades en su largo peregrinar a
ninguna parte. La novena sesión tiene por título “Misión de la Iglesia: sal,
luz y fermento”. La décima, “los signos de la fe en la Iglesia: el amor y la
unidad”. Y lo dicen unos que no se suman a la Iglesia ni así se lo ordene el Papa.
Undécima sesión:
Bautismo. Duodécima: Penitencia. Decimotercera: Eucaristía. Decimocuarta: Orden
sacerdotal. Decimoquinta: se visita un seminario, no uno cualquiera, tiene que
ser un RM. Y si no lo hay, que viajen a otra ciudad. Decimosexta: Matrimonio.
Decimoséptima: Unción de enfermos.
Y después, tendría lugar
la Confirmación de los confirmandos. Pero aquí han decidido que como todo lo
anterior no es suficiente es preciso antes llevarse a los chicos a una
convivencia de fin de semana, en suma, llevárselos a una “encerrona padre” en
la que no falta ninguna kikada: lucernario, encuestita, kerigma a voces, bailecito
pitufo, etc.
La encuesta es la
siguiente:
«1ª pregunta: Subraya
algunos momentos de la Historia de la Salvación en los que te parece que la
acción del Espíritu Santo se manifiesta más.
2ª pregunta: ¿Qué es el
Espíritu Santo? ¿Qué
da? ¿Necesitas
este Espíritu? ¿Por
qué?
3ª pregunta: Con el
Espíritu Santo nace la Iglesia que testimonia con su propia vida la obra de
salvación que realizó Jesucristo. En la Confirmación, se da el Espíritu
Santo que completa tu Bautismo.
Con
el Bautismo se os ha dado la naturaleza divina, que os hace santos, que os hace
hijos de Dios, que os hace hombres nuevos.
En
concreto, ¿en qué hechos de la vida cotidiana crees que manifiestas esta vida
divina?»
La barbaridad de que el
Bautismo no está completo debe ser herética. Y la ocasión de interrogar y hurgar
en temas personales que no falte, claro.
Y para colmo aquí no
acaba nada, pues tras la confirmación, se inventan la postconfirmación para
mantener bien sujetos a los posibles captados. El planfleto explica que la novedad de la postconfirmación consiste en llevar alguna vez a los chicos a una residencia de ancianos, pero ellos no deben saberlo por adelantado, ha de ser arcano arcanísimo.