«TERCER
DÍA (Sábado)
9:00 LAUDES
Monición a la lectura (Kiko)
Monición a la lectura (Kiko)
La lectura que
vamos a proclamar ahora es muy importante porque nos prepara para el trabajo de todo el día
de hoy. Hoy después de las laudes
haremos un cuestionario por grupos muy serio para examinar
nuestras relaciones afectivas, nuestra relación con el dinero y con el trabajo.
Es una palabra
clave en este primer escrutinio
bautismal. El problema principal
con esta palabra es que si no se
entiende, se pretende suavizarla, encogerla para que entre en nuestros patrones
de razonamiento, porque eso pasa. Especialmente si tenemos una actitud sentimental hacia la vida, entonces parece
totalmente absurda. En este sentido, quiero decirte algunas cosas».
Lo que sigue muestra que Kiko no ha entendido la palabra (como puede comprobarse aquí), pero como es tan sensibilisísimo que no se le puede corregir porque se deprime, se siguen transmitiendo los mismos errores cada vez que se da esta kikotesis.
«Después de esta palabra
cantaremos la parábola del sembrador. Cuando el Señor explica la
parábola del sembrador a sus discípulos, les dice que la semilla que
cayó junto al camino es la Palabra de
Dios que cae en aquellos
que escuchan la Palabra de Dios, pero no la entienden. Así que tened cuidado porque es posible que escuchéis esta palabra poderosa y pese a escucharla no
la entendáis.
Esta palabra dice: SI ALGUNO VIENE TRAS DE MÍ Y NO ODIA
A SU PADRE, A SU MADRE, A SU MUJER, A SU MARIDO, A SUS HERMANOS, A SUS HIJOS,
NO PUEDE SER DISCÍPULO MÍO.
Con esa
palabra, se corre el riesgo de
decir: no lo entiendo. Dios es
bueno ¿y habla de odio?
Sabéis que algunas traducciones
han cambiado odiar por amar menos, pero una exégesis más profunda,
asegura que la palabra correcta es odiar, que las otras traducciones no son exactas. Esta es la traducción de la Biblia de Jerusalén, porque así
se ha traducido esta Palabra en la
Biblia de Jerusalén».
Cuando no se tiene razón, que socorrido es pretender que sesudísimos estudios inexistentes te la dan.
Cuando no se tiene razón, que socorrido es pretender que sesudísimos estudios inexistentes te la dan.
«Para el que oye esta
palabra con rectitud de intención, con deseo de escuchar, esta Palabra es vida. Para aquellos que no quieren escuchar es confuso y dirán que el cristianismo es
una babel, que
aquí nadie entiende nada. Tal vez sea cierto
que esta palabra no se entiende de
repente, pero si escuchamos con el espíritu, sabiendo que Dios es amor y que
quiere lo mejor para nosotros, seguiremos
escuchando. Como si escuchas
a un amigo, y al principio no le entiendes
pero continuas escuchando, porque sabes que te quiere decir algo.
Aquí
escucharemos esto y
algo mucho más fuerte todavía. Así que yo os invito, hermanos, a
dejaos hacer por esta palabra, virgen,
pura, que proviene de la boca de Dios, sin recortarla, sin hacerla pasar a través del tubo de nuestra razón. Porque
nosotros, si las cosas no nos
entran por la razón, si Dios no nos da las cosas claras, claras y bien masticadas, no
queremos saber nada, queremos que Dios nos
lo explique todo, desde la A hasta
la Z.
Pues bien, esta actitud es de soberbios
y así no se escucha nada de la Palabra
de Dios. Aquí no sirve para nada
esa actitud. No sucede nada si hay
menos gente aquí, porque para hacer
de la parroquia la Iglesia signo, la Iglesia
sacramento, misionera en el mundo
no se necesita mucha gente. Sabed
que el Sínodo hablando de la
pequeña comunidad cristiana en el
interior de la parroquia la define como la
levadura de todo el espíritu misionero
de la Iglesia, sacramento para el mundo.
Para ello no se necesita una gran cantidad de personas».
¡Qué incoherente que eso lo diga el fundador del reino de la cantidad!
«Hermanos escuchad esta Palabra pensando que con ella viene el poder de Dios para realizarla, que cuando Jesucristo nos dice esto ahora, será por algo.
Escuchad esta Palabra.
¡Qué incoherente que eso lo diga el fundador del reino de la cantidad!
«Hermanos escuchad esta Palabra pensando que con ella viene el poder de Dios para realizarla, que cuando Jesucristo nos dice esto ahora, será por algo.
Escuchad esta Palabra.
LECTURA: Lucas 14,
25-35
CANCIÓN: Parábola
del Sembrador
CATEQUESIS (Kiko)
Es una maravilla descubrir
que el Evangelio está escrito en la
clave catecumenal. Reviviremos todo el Evangelio,
por etapas, a lo largo de este
camino catecumenal. Después de hacer
toda la iniciación cristiana, cada vez que el Evangelio es proclamado en la asamblea,
la asamblea recuerda su tiempo de gestación y está
llamada a vivir el Evangelio con mayor
plenitud.
Porque el
catecumenado es la muestra, el anticipo
de toda la vida cristiana.
Pues bien, en esta Palabra que se ha proclamado hay una cosa muy importante. Jesús dice: Quien de vosotros antes de construir una torre (en el lenguaje de los Padres, esta torre simboliza a la Iglesia: el pastor de Hermas llama a la Iglesia “torre”), no se sienta primero y calcula el costo? Hemos escuchado esto con el fin de explicar lo que dice antes. Jesús dice: Quien no odia a su padre, a su madre, a sus hermanos, a sus hermanas, a su esposa, a su marido, a sus hijos y hasta su propia vida no puede ser mi discípulo.
Pues bien, en esta Palabra que se ha proclamado hay una cosa muy importante. Jesús dice: Quien de vosotros antes de construir una torre (en el lenguaje de los Padres, esta torre simboliza a la Iglesia: el pastor de Hermas llama a la Iglesia “torre”), no se sienta primero y calcula el costo? Hemos escuchado esto con el fin de explicar lo que dice antes. Jesús dice: Quien no odia a su padre, a su madre, a sus hermanos, a sus hermanas, a su esposa, a su marido, a sus hijos y hasta su propia vida no puede ser mi discípulo.
Quién sabe, tal vez
lo más fácil de entender es lo de odiar la propia vida. Todos tenemos
nuestros proyectos de vida. Es
posible que uno piense en convertirse en ingeniero, casarse con una hermosa
chica rubia, que además tenga
mucho dinero, comprar una casa en
algún lugar, tener un coche
deportivo, etc. Y sucede que tiene
un accidente de coche, se queda cojo
y su vida se transforma
por completo y vive de una manera totalmente diferente.
El Señor dice que quien no abandona
su vida en mí, no puede ser mi discípulo. Si
una persona piensa que para él su vida es su proyecto, pone un paréntesis a Dios y para él su felicidad está en esto, en este ideal, y por
tanto en la medida en que Dios realiza este ideal que ha
diseñado, está dispuesto a seguir a Dios y no está dispuesto a seguir
ningún otro tipo de vida porque parece que para él la vida, su felicidad está en este ideal de vida. Así
somos nosotros.
Metemos en un paréntesis a Dios
y tenemos la religión para que Dios nos sirva en este paréntesis. Es decir, nos
interesa Dios sólo en cuanto que nos ayuda a tener la chica que queremos, ese
tipo de familia que queremos, ese prestigio que deseamos, para ganar
competiciones, etc. etc.
Entonces podemos entender por
qué los que no aborrecen su vida no la encuentran, quien no pierde su vida no
la encuentra, el que busca su vida la perderá. Ahora entendemos: quien no está
dispuesto a perder su vida, a destruir sus proyectos, a perder el ídolo que se
ha hecho de su propia existencia y no se abandona a lo que Dios quiera para
él... no puede ser discípulo de Jesús.
Así dice San Juan de la Cruz: para ir a donde no sabes, hay que andar por dónde no conoces. ¿Cómo es posible que nosotros metamos en este paréntesis a Dios cuando Dios quiere traernos una felicidad mucho más grande, mucho más larga, una felicidad que en este momento no podemos ni siquiera soñar?
¿Quién iba a decirme, por ejemplo, cuando yo estaba tranquilo en las barracas viviendo mi vida que un día iba a hacer lo que hago ahora, metido en este follón de las comunidades? Esto que hago ahora yo no lo habría diseñado nunca, ni siquiera lo podía soñar. El Señor nos lleva a cosas mucho más grandes de las que no tenemos ni idea, ni siquiera podemos soñar o imaginar o planear con anticipación».
Así dice San Juan de la Cruz: para ir a donde no sabes, hay que andar por dónde no conoces. ¿Cómo es posible que nosotros metamos en este paréntesis a Dios cuando Dios quiere traernos una felicidad mucho más grande, mucho más larga, una felicidad que en este momento no podemos ni siquiera soñar?
¿Quién iba a decirme, por ejemplo, cuando yo estaba tranquilo en las barracas viviendo mi vida que un día iba a hacer lo que hago ahora, metido en este follón de las comunidades? Esto que hago ahora yo no lo habría diseñado nunca, ni siquiera lo podía soñar. El Señor nos lleva a cosas mucho más grandes de las que no tenemos ni idea, ni siquiera podemos soñar o imaginar o planear con anticipación».