«Escuchad, no
existe el tipo íntegro, este tipo íntegro da nausea. Gracias a Dios, el Señor
siempre te dejará un demonio o 17 demonios o una espina en el costado como a S.
Pablo, para destruirte y hacerte ver que verdaderamente eres un pecador y que
nunca puedas decir: “¡Lo soy! ¡Lo he alcanzado!” Porque de lo contrario usarías
incluso a Jesucristo para hacer un ídolo de ti mismo, para construir un ego aún
mayor, para por medio del cristianismo instrumentalizar a tu esposa, a tus
hijos y hacer con ellos lo que tú quieras. No. El Cristianismo es todo lo
contrario. La encarnación es lo contrario, Jesús se ha hecho pecado, se ha
hecho injusticia».
Tengo la impresión de que se está describiendo a sí mismo... y debe de darse nauseas a juzgar por lo que cuenta.
Tengo la impresión de que se está describiendo a sí mismo... y debe de darse nauseas a juzgar por lo que cuenta.
«Platón, 400 años
antes de Jesucristo, hizo una profecía en el libro La República: “El justo será
quien se haga injusticia, quien tome sobre sí la injusticia por amor al otro”.
Precisamente para
que tú, hombre, cargases con la injusticia de tu mujer. Porque si tu mujer no
hace lo que quieres… es que en tu casa no se puede vivir… Y lo importante es
vivir ¿Qué más da si eres injusto? Jesús se hizo pecado. Murió como un pecador,
como un blasfemo y no se resistió al mal. Dijo “yo soy el pecado”».
Afirmación
rigurosamente blasfema que desaparece en la siguiente versión del
kikotreto.
«Murió
como un perro y no dijo nada. Cargó con todos nuestros pecados, amando
intensamente. No dijo: “Fijaos que canallas sois todos, que me habéis cargado
con todos vuestros pecados, que me habéis matado. ¡Ahora os voy a matar yo a
todos, bribones! A partir de nuestro pecado ha traído el perdón y Dios ha
manifestado su gloria amándonos a pesar de nuestros pecados y nos da la
resurrección, la nueva vida.
Me
doy cuenta, hermanos, que os parece un absurdo, porque seguís pensando que se
trata de reajustar un poco al hombre de la carne, de cambiarlo un poco. Os
parece imposible porque queréis hacer del Evangelio una ley que se puede
cumplir con el propio esfuerzo, porque tú eres un cristiano de primera fila,
porque además tienes una comunidad que te edifica todavía más».
Porque haces el trípode sin escaquearte, porque preparas cuando te toca, porque das el diezmo de la menta y del comino y no eres capaz de apreciar la viga de tu ojo, pero pretendes ver la brizna en el ojo del religioso de misa de 12.
¿Cómo era eso de "en tu libertad"? |
«El
Evangelio es todo lo contrario. Es una luz potente que alcanza a toda la
humanidad. ¿Qué es esta luz potente? Es la humildad, hermanos, es la humildad y
la verdad. El cristiano es quien se da cuenta de que no es mejor que los demás,
el que conoce verdaderamente su realidad. Sabe hasta que punto es un egoista,
pero no importa porque sabe que en esta realidad Dios lo ama y que Dios lo
salvará de esta realidad.
Y
que si Dios permite muchas cosas es porque son necesarias, hermanos, porque tu
vida no es distinta de la de los demás, sino que el cristiano vive para los
otros, en función de los otros. Muchas veces no comprendemos por qué Dios
permite las cosas que nos suceden: ¿y cómo comprenderíamos a los demás? Yo
recuerdo, cuando vivía en un estudio con un pintor, que había un chico con
nosotros que era un mujeriego y era muy comprensivo con todos estos pecados,
pero para otras cosas era un fascista terrible. Era muy comprensivo con quien
tenía sus mismos pecados, pero en aquello en lo que no pecaba era totalmente
intransigente.
Ahora
entendéis porque Dios debe darte todos los pecados, para que tú puedas
comprender a la gente, porque lo importante, hermanos, no es la ley ni que tú
no peques, sino el amor. El Señor quiere liberarnos de la ley, de la
afectividad neurótica y nos quiere dar su espíritu (minúscula en el original)».
En cambio, a los cristianos no es que Dios nos dé pecados, es que nos permite no juzgar a quienes pecan, sin necesidad de matar para poder comprender a quien practica abortos, por ejemplo. No así en el kikotismo, que es otra cosa.
En cambio, a los cristianos no es que Dios nos dé pecados, es que nos permite no juzgar a quienes pecan, sin necesidad de matar para poder comprender a quien practica abortos, por ejemplo. No así en el kikotismo, que es otra cosa.
«¿Cómo
vive la afectividad (mujer, hijos, noviazgo, sesualidad) el hombre rodeado por
la muerte, el hombre viejo, el hombre de la carne, el hombre que ha
experimentado la muerte óntica? Como un idólatra: pidiendo la vida a los
afectos. Bien, pero si verdaderamente el Espíritu de Jesucristo toca el
espíritu de este hombre y le convence de que es hijo de Dios y que Dios le ama,
también amará verdaderamente a Dios, con un amor inmenso. El amor que busca es
el amor de Dios, el Espíritu Santo, y no la afectividad de los demás. La
afectividad humana que está desequilibrada, que es función del egoismo, queda
destruída. Deja de usar todos los bienes naturales, que son buenos, en función
de su Yo, de su egoismo, porque recibe de Dios un nuevo ser.
¡Cómo
ama a los hijos! De un modo nuevo. He visto en la comunidad más antigua de
Italia, un hombre anciano, que antes del Camino tenía dos hijos y depués ha
tenido otros dos, que eran “los hijos de la comunidad”, decía. Aseguraba que
estos hijos han sido un don gratuito de Dios: “los siento verdaderamente como
hijos de Dios, soy consciente de que soy el administrador de los bienes que
Dios me ha dado. Nunca antes había sentido de este modo el amor a los hijos.
Antes eran míos, tenían que ser como yo quería y estudiar y tener buenas notas.
En resumen, proyecté mi vida, mis ideales en ellos, me buscaba a mí mismo en ellos”.
Si
tú sigues pensando que este hombre acechado por la muerte no debe ser
destruido, de qué sirve el Bautismo. Por esto el cristianismo abarca a
toda la persona humana. Jesucristo habla de tu afectividad, de tu trabajo, de
tu dinero, porque el hombre que sale del agua es un hombre nuevo; el
Cristianismo no es una religión alienante que no sirve de nada en la vida. Por
esta razón mucha gente, muchas mujeres llenan la iglesia y sus maridos no
van... y ambos se creen católicos, muchas veces.»
El cristianismo no es una religión alienante, pero el kikianismo es un sistema alienante, no hay más que leer que su objetivo es destruir el yo original de los captados, como si ese yo no hubiese sido creado por Dios, diseñado por Dios, ideado por Dios.
El cristianismo no es una religión alienante, pero el kikianismo es un sistema alienante, no hay más que leer que su objetivo es destruir el yo original de los captados, como si ese yo no hubiese sido creado por Dios, diseñado por Dios, ideado por Dios.
«Os
digo una cosa. Cuando verdaderamente hay un encuentro con Jesucristo, surge una
nueva dimensión en nosotros. Sin embargo, muchas veces los hombres perciben que
su mujer se aliena con la religión, con la misa: buscamos en la Iglesia un
refugio para escapar de lo que tenemos en casa. En el fondo, un egoismo más que
el hombre descubre: en definitiva, hermanos, cuando vuestros hijos comienzan a
no ver a Jesucristo en ti es porque en vosotros no existe una verdadera
conversión, porque cuando se da la conversión los hijos inmediatamente
descubren que hay algo que está cambiando. Pero quienes usan la religión para
construirse a sí mismos y así dominar mejor a los demás, es todo lo contrario
de esto. Además si se presenta como bueno, como perfecto porque va a misa, se da
aires de santo y juzga a todos, entonces usa la religión para condenar a los
demás, el otro no experimenta ninguna misericordia, no se siente amado por este
cristiano, al contrario, se siente denunciado, condenado.
Dice
S. Pablo que Jesús se hace pecado, hermanos, por nosotros».
Ya está deformado la Escritura, donde lo que pone es: "A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él". Es decir, es el Padre quien lo hace, no parece ser una decisión del Hijo.