viernes, 20 de junio de 2025

Telaraña neocatecumenal (I)

 


Es sintomático que personas que no se conocen de nada, que no comparten kikotistas ni circunstancias, que viven en países muy distantes, cada uno de ellos con sus peculiaridades sociales, cuenten básicamente los mismos abusos vividos en el Camino Neocatecumenal.

Tras el testimonio de Roy (Perú), lo que sigue, centrado en el CNC aunque aplicable a cualquier grupo coercitivo, está sacado del libro en italiano La tela del ragno, y narra qué circunstancias pueden hacer que un captado escape del grupo y cómo los de dentro combaten a muerte dichas circunstancias.


Hay varios perfiles típicos en la gente que va a las kikotesis. El grupo de los hijosde, que van quiéranlo o no sin otro motivo que el haber cumplido la edad señalada por el gran triunvirato; el grupo de quién tiene las defensas bajas porque está pasando un mal momento personal, sea por duelo, enfermedad, precariedad, etc., y alguien le recomienda las kikotesis como la varita mágica que resuelve todas las cuitas, y el grupo de la gente religiosa, que emprende confiada un “camino de redescubrimiento” de su fe o simplemente para profundizar en los contenidos doctrinales.

La característica común a estos perfiles es que ninguno sospecha ni por lo más remoto de la ortodoxia y catolicidad de la propuesta, que suele llevarse a cabo en las instalaciones de una parroquia, bajo el amparo de un párroco invitador y a cargo de unos laicos que se auto denominan a sí mismos, injustificadamente, catequistas.

En las consultas de médicos, ópticos, dentistas, psicólogos, psicoterapeutas y demás, el diploma que acredita la titulación suele estar colgado en lugar bien visible, pero nadie pide a un presunto catequista que demuestre estar acreditado por el obispado. Y es un error del que se aprovechan listillos sin escrúpulos.

Laicos sin formación ni preparación catequética se presentan al párroco y piden dar unas “catequesis para adultos” con las que se “abre” un “camino de formación en la fe”.

Aquí tendría que saltar la primera alarma, pues si el párroco pide el guion de esas “catequesis” descubrirá que son arcanos, que es algo que no existe hoy en la Iglesia Católica, porque mientras que la doctrina católica es pública, la farfolla kika es gnóstica y esotérica y solo algunos iniciados de rango especial tienen acceso a ella, en cómodas dosis (13) y previo pago del mamotreto en cuestión, porque aunque aseguren a los de fuera que su fuente es oral, la realidad es que todo está por escrito. Y que se paga por acceder a esos escritos.

En el CNC el secretismo impera. Quien acuda a las kikotesis sin saber nada sobre el Camino recibirá mensajes pseudoprotestantes y en contra de la Iglesia que los ponentes emiten sin pestañear y sin aclarar que ellos pertenecen a una organización, lo que dicen es estar allí de parte del párroco, del obispo, del Papa, de la Iglesia a la que apedrean... Es difícil que la audiencia desconfíe con semejantes avalistas.

De igual modo, cuando en la convivencia inicial se pregunta si se quiere seguir, nada se explica sobre la duración y condiciones de eso que empieza al aceptar seguir, lo que se dice es que ese camino es el único que gesta cristianos adultos. Afirmación de la que se desprende que los ponentes consideran a todos los ajenos al CNC como paganos, religiosos naturales o cristianitos con la fe de la primera comunión.

En suma, se valen de la ocultación y el engaño para atrapar a sus confiados oyentes, cuya fe desprecian con prejuicio anticristiano.

Sucede también que tanto en las charlas como en la convivencia en la que surge la pregunta de si el interrogado quiere o no continuar no se sabe qué, no hay lugar para el diálogo. Se trata de que la audiencia escuche pasivamente, no de que haga preguntas ni pida explicaciones y en caso de que lo intente, será invitado a vivir el hoy, a no proyectarse sobre el futuro, como si querer saber qué viene después fuese no aceptar el hoy que Dios da, se le dirá que ya lo verá más adelante y que preocuparse por el futuro es síntoma de falta de confianza en Dios.

No se admiten preguntas porque la praxis del Camino ha de permanecer secreta, no debe ser revelada a los extraños y tampoco a los miembros de nivel inferior, a quienes se engatusa con la primicia de que más adelante tendrán acceso a una mayor familiaridad con Dios y que lo importante es no desviarse del camino marcado, es decir, la obediencia ciega al kikotista, y agradecer haber sido rescatado de los "cristianos de domingo".

Así los se induce en los captados la idea de que la salvación solo se puede hallar en el CNC y quien no pertenece al Camino, aunque sea un devoto practicante, es compadecido, prejuzgado, despreciado y etiquetado como “idólatra”, “religioso natural”, “religioso de domingo”… Es un cristiano sin sustancia y sin valor, inútil para Dios.

“No le digáis esto a nadie, porque todos se irían corriendo”, está escrito en uno de los mamotretos, después del siguiente mensaje: “El hombre busca la vida en los bienes. Por eso vosotros, en la comunidad,  venderéis los bienes”. En otras palabras, todos los demás idolatran el dinero, los bienes, el tener, el poseer, pero vosotros sois el pueblo escogido por Dios y demostraréis ser dignos de Su elección.

También dice el mamotreto “...Si se corre el rumor de que para entrar en esta comunidad hay que vender bienes, no vendría nadie a la catequesis”.

En suma secreto, ocultación, misterio, gnosticismo, esoterismo y, si es necesario, engaño ante preguntas directas. Todo vale en el CNC para mantener a los captados en la ignorancia de lo que les espera.

En consecuencia, en el movimiento neocatecumenal hay elecciones que parecen libres, pero no lo son porque han sido tomadas a oscuras, sin disponer de la información necesaria para saber qué implica la elección que se hace. Quien acepta entrar en el CNC, a veces fiado de la pasiva figura de un presbikiko sometido, se aparta de la Iglesia Católica para participar en otro culto, hijo de una doctrina deforme y de una praxis coercitiva.

 

miércoles, 18 de junio de 2025

¿Por qué dejé el Camino Neocatecumenal?

 


Quiero empezar diciendo que hay muchas personas de buen corazón que estimo y aprecio que siguen allí y no tengo problema con eso.

Estuve varios años en dicho “itinerario de formación cristiana”, llegué hasta el Segundo Escrutinio abierto. Tampoco tuve problemas muy severos con los mal llamados catequistas. Y digo mal llamados porque no tienen formación. “Kikotistas” es más acertado.

En la comunidad no era más que un miembro común y corriente. A veces ayudaba en ciertas cosas pero no buscaba protagonismo. Estaba divorciado con un hijo. 

Yo me retiré voluntariamente, sin tener problemas directos con nadie, más que nada por observar ciertos comportamientos:

1.       La idolatría a los señores Francisco Argüello y Carmen (qepd) es enfermiza. Todo es lo que “Kiko dice” no lo que “Jesucristo dice” ni siquiera lo que el Papa dice. ¿Somos católicos o no lo somos?

2.       El comportamiento sectario es notable. El párroco tenía varios problemas porque los catecúmenos no ayudaban en la parroquia. El murmullo catecumenal era de burlas y críticas absurdas: “Ese párroco es un cura pagano”, “ese párroco es un curita de parroquia campesina” y cosas así. Era una parroquia citadina. El catecumenado tiene esta onda de que si un párroco les pide ayuda o no hace lo que ellos quieren lo tildan de epítetos, y esto es auspiciado por los “kikotistas” de turno y muchos responsables “patas negras”.

3.       Todo lo que digas puede ser usado en tu contra. En mi comunidad había una pareja sencilla de señores ya mayores y muy buenas personas. No eran adinerados, ambos trabajaban de maestros, cada cual en su rubro. Los catequistas le exigían a la señora dejar su trabajo. Ella explicaba que no podía porque apenas sobrevivían con un salario en conjunto. Su único hijo había fallecido años atrás en un accidente de tránsito. Los kikotistas usaban esto para decir que no habían perdonado al Señor por haberse llevado a su hijo y no tenían fe. Encontré bastante despreciable aprovecharse de esta situación para “exigirles” hacer lo que ellos decían. Me parecía una canallada.

4.       La presión psicológica es enfermiza e insensata. El responsable original de mi comunidad era un señor viudo que era manipulado por otro matrimonio patas negras con hijo cura. Cuando pusieron a este matrimonio de responsable, las cosas cambiaron. Eran dictatoriales, y a punta de favores se ganaron a ciertas personas de la comunidad para hacerle la vida imposible al viudo exigiéndole prácticamente que pensara en entrar al seminario. El señor dijo que esa decisión la pensaría pero que él prefería seguir viudo y vivir como un célibe. Lo atacaron diciendo que era un egoísta, que tenía que donarse. Lo defendí en varias convivencias alegando que las decisiones deben ser tomadas en libertad, pero había demasiadas personas en mi contra. El viudo termino retirándose de la comunidad y entró en otro movimiento apostólico.

5.       No tendrás vida propia. Como he leído en comentarios de este blog, el Camino o como se llame, es como una boa constrictora que se enrosca en tu vida y te aniquila cualquier intento de hacer cosas inofensivas ajenas a dicho grupo. Algo tan simple como ir a un estadio de fútbol lo convierten en “pecado” usando la manipulación de que no amas a Jesucristo o a su Iglesia si no le dedicas toda tu vida a ese grupo.

6.       A Kiko Arguello le encanta dar órdenes desde Roma como si fuera un Papa laico. Recuerdo la orden de evangelizar en las plazas o la imposición de poner una foto de Carmen (qepd) en cada celebración de Palabra. Es irónico, porque escuché muchas veces a kikotistas criticando cualquier oración a los santos, pero eso buscan con Doña Carmen. Kiko Arguello me recuerda más a un predicador protestante pidiendo diezmos y no le veo ni un ápice de humildad. No me crean a mí, escúchenlo hablar. Es notable su discurso contra el Papa Benedicto (qepd). Además de desearle la muerte indirectamente, hace ver que la Iglesia jerárquica lo perseguía. Este pensamiento coquetea con los protestantes.

7.       Imposiciones ridículas. Acepto que hay algunas cosas buenas en el Camino, pero hay otras bastante estúpidas como exigirles a los matrimonios rezar antes de tener relaciones sexuales o hacer los Laudes más largos de lo que realmente son. Jesucristo nos vino a liberar de las cargas. El señor Arguello le impone a sus súbditos una soberana clase de reglas ridículas que ni él cumple. “Abiertos a la vida” siendo la principal. Mientras Arguello Wirtz se deleita en banquetes con obispos un padre de familia con 10 hijos intenta buscar pan en las piedras para dar de comer a su prole, pidiendo dinero prestado que después no paga o peor aún poner a sus hijos a pedir limosna. Y esto no es invento mío.

 8.       Drama y más drama. La vida cotidiana tiene de por sí drama, pero en el Camino la vida privada de cada persona es una telenovela en vivo y directo. Recuerdo un caso de un joven que salía con una hija de patas negras y terminaron la relación y toda la parroquia se enteró de la ruptura. Por supuesto, la niña patas negras es la blanca paloma y él, un joven sencillo que había entrado por ella es el pagano impío que la intentó corromper. Por lo que he leído aquí no es caso aislado.

 9.       Es retrogrado y misógino. El trillado “reina del hogar” es una fachada para poner a la mujer en una posición de desventaja ante el matrimonio. El hombre debe ser el proveedor principal, la mujer a la cocina. Aunque lo disimulan, no ven con buenos ojos que una mujer casada trabaje. Parece que al señor Argüello no le cuajan las mujeres profesionales.

 10.   El Kikoismo Catecumenal no respeta la libertad individual. Si opinas diferente al resto eres “un demonio” o algo en esa índole. Crean esa masa manipulada psicológicamente que piensa que porque sigue lo que dice el señor Argüello y sus secuaces, siguen a Jesucristo y no es así. Jesucristo nunca impuso su doctrina.

 

Podría seguir con más pero creo que ya captan mi idea. No se puede servir a dos señores, a Jesucristo o a Kiko Argüello. Y aunque Kiko se pasee con la cruz de metal, eso no lo hace cristiano ni católico, ni siquiera buena persona.

 

“Vendrán falsos profetas” (Mt 24,11)

 

 

R… (Perú)

 

lunes, 16 de junio de 2025

Corpus Christi

 


Falta poco para celebrar el Corpus Christi (y no en una piedra, como se le ocurrió a Carmen, sino en un pedazo de pan).

Y con tal excusa, en un ejercicio práctico -acá praxis- que nada tiene que ver con el Cristianismo, la tradición ni la fe, esta semana los neocatecúmenos tunicados dedicarán una noche a la bibliomancia.

Pero antes rezarán un rosario en comunidad, de rodillas sobre el suelo, porque así lo dispone Kiko.

Yo siempre me he negado a participar en este sarao. Con tranquilidad total expliqué a quién quiso saber el motivo de mi negativa que Dios no me pedía que pasase la noche en vela (con la consecuencia de ser una zombi en la oficina al día siguiente) ni le importaba la postura adoptada por mí para orar. Por descontado, mi respuesta me valió miradas de conmiseración por mi rebeldía y falta de discernimiento para ver la presunta bondad y conveniencia de las kikadas.

Pero yo insisto en que jamás Dios me ha hecho saber que esperase de mí que participase en un ejercicio comunitario de bibliomancia.

Y si bien para rezar el rosario suelo aprovechar los desplazamientos, sean en coche o pedestres, desde hace años y cada vez más rezo tumbada, en la cama, cuando me despierto en la noche o cuando me relajo antes de dormir. Por eso me ha hecho gracia dar con el siguiente vídeo.

 


En Kikónides, donde la libertad es un mito, está reglado desde qué paso, cómo, dónde y cuándo rezar. Se exige el rezo de las laudes vestidos, nada de hacerlo en pijama y zapatillas, se exige partir la noche cuando a Kiko le peta y en tales casos, por supuesto se exige saltar de la cama y arrodillarse. Y además los cónyuges han de rezar juntos y la voz cantante la tiene que llevar él y muchísimas normas y formalidades más. Todo está reglado a capricho de Kiko, no hay nada espontáneo, no hay inspiración ni deseo personal de intimidad con Dios, sino que todo es obligación, moralismo y esfuerzo.

Nada más triste que la oración moralista que nace de los puños, no del deseo de Dios.