Es sintomático que personas que no se conocen de nada, que no comparten kikotistas ni circunstancias, que viven en países muy distantes, cada uno de ellos con sus peculiaridades sociales, cuenten básicamente los mismos abusos vividos en el Camino Neocatecumenal.
Tras el testimonio de Roy (Perú), lo que sigue, centrado en el CNC aunque aplicable a cualquier grupo coercitivo, está sacado del libro en italiano La tela del ragno, y narra qué circunstancias pueden hacer que un captado escape del grupo y cómo los de dentro combaten a muerte dichas circunstancias.
Hay varios perfiles típicos en la gente que va a las kikotesis. El grupo de los hijosde, que van quiéranlo o no sin otro motivo que el haber cumplido la edad señalada por el gran triunvirato; el grupo de quién tiene las defensas bajas porque está pasando un mal momento personal, sea por duelo, enfermedad, precariedad, etc., y alguien le recomienda las kikotesis como la varita mágica que resuelve todas las cuitas, y el grupo de la gente religiosa, que emprende confiada un “camino de redescubrimiento” de su fe o simplemente para profundizar en los contenidos doctrinales.
La característica común a estos perfiles es que ninguno sospecha ni por lo más remoto de la ortodoxia y catolicidad de la propuesta, que suele llevarse a cabo en las instalaciones de una parroquia, bajo el amparo de un párroco invitador y a cargo de unos laicos que se auto denominan a sí mismos, injustificadamente, catequistas.
En las consultas de médicos, ópticos, dentistas, psicólogos, psicoterapeutas y demás, el diploma que acredita la titulación suele estar colgado en lugar bien visible, pero nadie pide a un presunto catequista que demuestre estar acreditado por el obispado. Y es un error del que se aprovechan listillos sin escrúpulos.
Laicos sin formación ni preparación catequética se presentan al párroco y piden dar unas “catequesis para adultos” con las que se “abre” un “camino de formación en la fe”.
Aquí tendría que saltar la primera alarma, pues si el párroco pide el guion de esas “catequesis” descubrirá que son arcanos, que es algo que no existe hoy en la Iglesia Católica, porque mientras que la doctrina católica es pública, la farfolla kika es gnóstica y esotérica y solo algunos iniciados de rango especial tienen acceso a ella, en cómodas dosis (13) y previo pago del mamotreto en cuestión, porque aunque aseguren a los de fuera que su fuente es oral, la realidad es que todo está por escrito. Y que se paga por acceder a esos escritos.
En el CNC el secretismo impera. Quien acuda a las kikotesis sin saber nada sobre el Camino recibirá mensajes pseudoprotestantes y en contra de la Iglesia que los ponentes emiten sin pestañear y sin aclarar que ellos pertenecen a una organización, lo que dicen es estar allí de parte del párroco, del obispo, del Papa, de la Iglesia a la que apedrean... Es difícil que la audiencia desconfíe con semejantes avalistas.
De igual modo, cuando en la convivencia inicial se pregunta si se quiere seguir, nada se explica sobre la duración y condiciones de eso que empieza al aceptar seguir, lo que se dice es que ese camino es el único que gesta cristianos adultos. Afirmación de la que se desprende que los ponentes consideran a todos los ajenos al CNC como paganos, religiosos naturales o cristianitos con la fe de la primera comunión.
En suma, se valen de la ocultación y el engaño para atrapar a sus confiados oyentes, cuya fe desprecian con prejuicio anticristiano.
Sucede también que tanto en las charlas como en la convivencia en la que surge la pregunta de si el interrogado quiere o no continuar no se sabe qué, no hay lugar para el diálogo. Se trata de que la audiencia escuche pasivamente, no de que haga preguntas ni pida explicaciones y en caso de que lo intente, será invitado a vivir el hoy, a no proyectarse sobre el futuro, como si querer saber qué viene después fuese no aceptar el hoy que Dios da, se le dirá que ya lo verá más adelante y que preocuparse por el futuro es síntoma de falta de confianza en Dios.
No se admiten preguntas porque la praxis del Camino ha de permanecer secreta, no debe ser revelada a los extraños y tampoco a los miembros de nivel inferior, a quienes se engatusa con la primicia de que más adelante tendrán acceso a una mayor familiaridad con Dios y que lo importante es no desviarse del camino marcado, es decir, la obediencia ciega al kikotista, y agradecer haber sido rescatado de los "cristianos de domingo".
Así los se induce en los captados la idea de que la salvación solo se puede hallar en el CNC y quien no pertenece al Camino, aunque sea un devoto practicante, es compadecido, prejuzgado, despreciado y etiquetado como “idólatra”, “religioso natural”, “religioso de domingo”… Es un cristiano sin sustancia y sin valor, inútil para Dios.
“No le digáis esto a nadie, porque todos se irían corriendo”, está escrito en uno de los mamotretos, después del siguiente mensaje: “El hombre busca la vida en los bienes. Por eso vosotros, en la comunidad, venderéis los bienes”. En otras palabras, todos los demás idolatran el dinero, los bienes, el tener, el poseer, pero vosotros sois el pueblo escogido por Dios y demostraréis ser dignos de Su elección.
También dice el mamotreto “...Si se corre el rumor de que para entrar en esta comunidad hay que vender bienes, no vendría nadie a la catequesis”.
En suma secreto, ocultación, misterio, gnosticismo, esoterismo y, si es necesario, engaño ante preguntas directas. Todo vale en el CNC para mantener a los captados en la ignorancia de lo que les espera.
En consecuencia, en el movimiento neocatecumenal hay elecciones que parecen libres, pero no lo son porque han sido tomadas a oscuras, sin disponer de la información necesaria para saber qué implica la elección que se hace. Quien acepta entrar en el CNC, a veces fiado de la pasiva figura de un presbikiko sometido, se aparta de la Iglesia Católica para participar en otro culto, hijo de una doctrina deforme y de una praxis coercitiva.