viernes, 25 de octubre de 2024

"Cuatro pantominas"

 

He localizado un rollete carmelitano con ocasión de una penitencial.

No hay imágenes de Carmen en el confesionario, pero sí en ágapes


Algún despistado pudiera pensar que se trate de una magna explicación sobre el sacramento de la reconciliación, sobre la necesidad de dejarse reconciliar con Dios o sobre el increíble don concedido a los que reciben el orden sacerdotal de poder perdonar pecados, es decir, que Dios, a través de ellos, perdone los pecados reconocidos.

Pues no.

La cosa no va de eso.

«Yo le había dicho a Kiko que quería decir algo del salmo 50, porque el culto y la liturgia del templo debieran servir para la conversión del corazón, como es esta liturgia que la Iglesia ha renovado, Sacramento de Reconciliación que debía servir para experimentar la dulzura inmensa del perdón, la destrucción del odio, y convertirlo en amor, de la muerte en Vida».

Carmen se refiere a la forma de la celebración penitencial, que según ella ha recibido una renovación impresionante por el hecho concreto de que en caso de multitudes no suele haber confesionarios suficientes y los sacerdotes se reparten como mejor pueden por el terreno disponible.

Esta es para ella la gran renovación.

En el fondo es una suerte que reconozca que no tiene para agarrarse sino el signo externo del confesionario en su afán por vender la gran renovación «del culto y la liturgia del templo», que es expresión harto confusa, porque los cristianos tienen iglesias, lo del templo es cosa del judaísmo, cuyo culto y liturgia quedaron caducadas por la nueva alianza de Dios con los hombres por medio de Jesucristo.

¿Será que Carmen todavía no lo ha entendido?

Sigue la cosa:

«O sea, que son dones inmensos, enormes, el culto, la liturgia, los Sacramentos están al servicio de realizar esto que significa.

En Israel el templo se convirtió en todo lo contrario: en sustituir la conversión del corazón por culto. Por eso, dice el salmo [50] al final: “De que me sirven a mí tus novillos ni nada de eso, eso no me sirve para nada”».

La afición por trastocar y deformar las citas es parte de la praxis neocatecumenal, y Carmen no iba a ser menos. En realidad, lo que dice el salmo es «Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías» (sal 50,18).

 «Y así, el templo será completamente destruido».

Y la alianza antigua completamente abandonada, candelada, caducada. Por eso tiene todo el sentido que el templo, símbolo visible de una alianza muerta, cayese. Pero Carmen no entiende la relación entre la caducidad de la vieja alianza y la desaparición del templo.

Ya no hay templo, ahora hay Eucaristía. Pero Carmen no lo capta.

«Yo tenía miedo también que este maravilloso salmo 50, a fuerza de que hay que hacer la penitencial y hay que hacer este salmo 50, convirtamos en rutina la liturgia en lugar de estar al servicio de la conversión del corazón. O sea, en lugar de estar a tu servicio la Misa, “basta con ir a Misa” y no significa nada en tu vida todo esto. 

Fíjate, dice aquí: “el culto sustituye la conversión”. Tentación constante de coger los dones de Dios y decir: son míos, la tierra es mía, el templo es mío, garantía de salvación, en vez de recordar la continua necesidad de dejarse convertir, de dejarse salvar para poder alabar a Dios como origen de todo».

Me recuerda la actitud de uno muy sensible que va por la vida como si el CNC fuese suyo; las comunidades, suyas; los semivacíos y los presbikikos, suyos; los kikotistas, a su servicio…

Pobre desgraciado. Dice Carmen de quien va así por la vida:

«Por eso, largas y bellas celebraciones que no son en el fondo una conversión constante del corazón, son hipocresías falsas»

Y lo completa con un avisito muy en la línea de la praxis neocatecumenal para que nadie ose no contar pelos y señales en la confesión con el presbikiko:

«Por eso, nuestras liturgias pueden acabar en nada si este Sacramento es aquí una rutina y venís aquí a decir cuatro pantomimas».

Es que si no suelta el juicio que lleva dentro, explota.

Y que quede claro que la reclamación es para todos y que, vaticina Carmen tras consultar su bola de cristal, quien no obedezca se volverá pagano: «Vosotros los presbíteros no tengáis miedo de reconoceros pecadores, si no os reconocéis pecadores ¿qué tenéis que hacer en  el mundo? ¿A quién perdonaréis? Lo que haréis será haceros muy bondadosos: no, el adulterio no es pecado, la sexualidad no es pecado...».

 

8 comentarios:

  1. ¿Alguien puede explicar qué significan esas figuras que aparecen en la foto de la entrada? Parecen conejos

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    1. Se trata de la mona de Pascua, es un dulce tradicional que los padrinos regalan a sus ahijados, en este caso es una figura de chocolate, es típico en varias regiones de España como Valencia, Cataluña, Aragón, Murcia, actualmente extendido ya por toda España.
      Es una tradición antigua que simboliza que la Cuaresma y su abstinencia se ha acabado.

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    2. Es decir, es una tradición horrorosa de religiosos naturales, algo así como una superstición psudorreligiosa, para que se entienda.

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    3. Su simbolismo está relacionado con la llegada de la primavera y con rituales de fertilidad. Será que posteriormente decidieron que tuviesen que ver con el final de la Cuaresma, pero no en su origen.

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    4. Teniendo en cuenta que la fertilidad es un requisito en kikónides, no me extraña que les mole el conejito de Pascua.

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  2. ¿Alguien puede explicar qué significan esas figuras que aparecen en la foto de la entrada? Parecen conejos

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    1. No parecen, son conejos. Un elemento muy cristiano, sí señor.

      A los kikos parece que les mola lo judío y lo pagano, pero prefieren esconder los signos cristianos

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    2. Debe ser el animal totem de los kikos por aquello de tener hijos como conejos? lo que se inventa el pillin del Arguello

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