jueves, 16 de mayo de 2024

«El que os desprecia a vosotros a Mí me desprecia»

 

En el Camino Neocatecumenal se da un error muy serio y generalizado del que se habla poco (y este blog no es la excepción).

Me refiero la pretensión de que hay una prevalencia en los carismas, es decir, que unos son mejores que otros, más importantes y vitales unos que otros. 

Kiko, desobediente por orgullo

Tal ocurrencia solo demuestra ignorancia o incapacidad de ver más allá de sus narices, puesto que todo carisma procede del Espíritu Santo para bien de su Iglesia y del mundo, y no corresponde al hombre disponer qué es lo que conviene en cada situación ni establecer rangos y alturas entre los dones.

Por supuesto hay carismas llamativos, como el hacer milagros, pero ello no significa que sea más importante hacer milagros que tener don de profecía, por ejemplo. Todo carisma es manifestación del Espíritu Santo a través de una persona concreta, no es algo innato, no se adquiere con el bautismo, no pertenece a la persona, es acción del Espíritu Santo. A quien quiera ilustrarse le sugiero la lectura de 1ª Cor 12, 4-11.

Pero el CNC es una criatura hecha a imagen y semejanza de su inventor, un tal Kiko, que es muy sensible, y de resultas de esa sensibilidad y del hecho muy concreto de que todo kikotista es un loro de repetición que transmite las consignas del jefe, se impone como dogma inamovible que el carisma más valioso de todos es el de predicador.

¿Dice eso el Espíritu Santo en algún sitio? ¿Sostiene eso la Iglesia? No, solo es pretensión del sensible Kiko.

Y no es pretensión baladí, porque la consecuencia inmediata y evidente es que en el CNC los que mandan siempre, siempre, siempre, son los que tienen la tarea de kikotizar, porque lo que ellos hacen no es evangelizar ni predicar a Cristo, es kikotizar.

Otra consecuencia es que los kikotistas actúan como si creyesen que con su dedo pueden conceder carismas a otros. Y así sucede que en muchas comunidades los equipos responsables, presuntos depositarios de algún carisma, son elegidos por el dedo del kikotista.

Pero hay un error más grave que es el de poner al kikotista por encima de la ordenación sagrada, de tal modo que los presbikikos deben someterse en todo a su kikotista antes que a su Obispo.

Podrá venir el neocatecumenal de turno a asegurar que esto en su comunidad no se da, que el párroco es el que manda y los responsables del CNC le obedecen, pues si es así enhorabuena y que no se entere Kiko. En los lugares que yo he frecuentado sucede todo lo contrario: cuando Kiko y los suyos intentaron organizar un “jardín celestial” en un solar próximo a Santa Catalina Labouré, al párroco se le dijo que dejase de poner pegar, que el proyecto estaba en manos de los que mandan; cuando se ha negociado la reconstrucción de cierto catecumenium siniestrado porque Dios quiso, el párroco no ha pintado nada, etc.

Yo he sido testigo de la negativa de un presbi a atender una petición de su Obispo con el argumento de que Kiko no le había dicho que hiciera eso y que o se lo ordenaba Kiko o nada.

El Camino Neocatecumenal rebaja la dignidad del sacramento del orden y lo pone al servicio de unos que se tienen por más elevados que nadie.

El tema es importante, por eso reproduzco a continuación lo que dice la Iglesia Católica sobre el sacramento del orden:

«La ordenación sagrada confiere el más alto grado de dignidad de que el hombre es capaz. Por ella, el sacerdote es constituido ministro de Dios y dispensador de sus tesoros (1 Cor. 4, 1). Los tesoros de Dios son: la divina Palabra, que aquél dispensa en la predicación; el Cuerpo y la Sangre de Jesús que dispensa en la Misa y en la Comunión, y la gracia de Dios que dispensa en los sacramentos. Al sacerdote le es confiada la obra de Dios por excelencia, “la más divina de las obras divinas” (S. Dionisio), como es la salvación de las almas.

Además, por la ordenación, el sacerdote es constituido embajador y mediador entre Dios y el hombre. Si él, los demás sacramentos o no pueden existir o no pueden ser administrados.

Él es el representante de Dios por la doble potestad que le ha sido conferida de absolver a los fieles y de consagrar la Eucaristía. Le ha sido conferida una autoridad que Dios no quiso dar a los ángeles y ni siquiera a la Virgen Santísima; una autoridad respecto de la cual observaban los judíos: “¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?” (Mc. 2,7).

En la misa, el sacerdote llama a Jesús del cielo al altar con solo decir una palabra omnipotente que él pronuncia en nombre del Salvador: “Este es mi Cuerpo”. También aquí es única su potestad, superior a la de los ángeles y a la de María Santísima. María llamó del cielo al Hijo de Dios con su fiat una sola vez, y el sacerdote le llama todas las veces que celebra la misa: María le atrajo con su humildad, y el sacerdote le llama por su autoridad.

¿Exageraron los Padres de la Iglesia cuando dijeron que el sacerdote es otro Cristo, el mismo Cristo? Siempre que el sacerdote habla y obra en sus ministerios es Jesús quien habla y obra en él. No dice: “Este es el cuerpo de Jesús”, sino: “Esto es mi Cuerpo”. No dice: “Jesús te absuelve”, sino: “Yo te absuelvo”. A él ha dado Jesús su misión, sus títulos, sus poderes, la participación en sus padecimientos y en su gloria, y su dignidad. Ha dicho: “El que os escucha a vosotros me escucha a Mí, y el que os desprecia a vosotros a Mí me desprecia”» (Las verdades de la fe. El dogma católico, Julio Bonatto).

Confío en que ahora esté más claro que un sacerdote, incluso un presbikiko que no haya pasado de las kikotesis iniciales, es más que todos los responsables y kikotistas juntos, con el sensible Kiko a la cabeza. Cualquier pretensión en contrario es un error.

«El que os desprecia a vosotros a Mí me desprecia».

 

2 comentarios:

  1. Es así como se dice en el artículo. En el tiempo que estuve de itinerante en un equipo del extremo sur de España, me acuerdo nítidamente que el responsable del equipo decía en alguna catequesis o anuncio que su carisma de "apóstol" era superior al de presbítero (por si no quedaba claro en las humillaciones que he contemplado en este y otros equipos al cura, que a ver si se había creído que pintaba algo).

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  2. No tiene que ver, pero una vez leí una entrada sobre «soy un padre normal» y «soy una madre normal» que eran kikos. En el siguiente enlace, al principio, aparecen diciendo que ya no están en el kamino.
    https://youtu.be/RYb7XqY8mno?si=Xmhh97G2vYCD5baa

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Antes de comentar, recuerda que tú eres el último y el peor de todos, y que el otro es Cristo.