martes, 9 de julio de 2024

Perdón para el canalla, no para la canallada

 

Un clásico de este blog es el presunto buenista que escribe un comentario escandalizado por la intransigencia del mensajero. Jamás muestra espanto por las canalladas que comete el CNC, eso no le preocupa, ni la desobediencia sistemática a la Iglesia, ni los errores dogmáticos, ni las herejías, ni el daño causado a tantos en tantos lugares, solo se espanta de que se saquen a la luz los vicios y vergüenzas del CNC.

La última vez, enfrentado a hechos concretos como el del kikotista abusador de una muchacha y la existencia de jóvenes prisioneros en la domus, su argumento ha sido un culmen de cinismo al sostener que una cosa son los hechos reales y otra lo que se cuenta sobre ellos.

¡Pobrecito, que mala es la kikotina!


 

Esta vez voy a contestar con una cita, a ver si espabila un poco.

 

«Es evidente que los cristianos debemos ser comprensivos con los defectos de los demás; con el temperamento y carácter de las gentes, de amigos y enemigos; con la injuria personal, la que merma nuestro yo, la que rompe nuestra fama y nuestro honor, la que corta ilusiones de la vida propia; esa infamia moldea, quita aristas al orgullo, en una palabra, nos purifica, nos santifica. En todo eso sí queremos ceder, perdonar, ser condescendientes. Pero eso no es transigir.

¿Transigencia en la doctrina con ofensa de la misma verdad? Eso nunca.

¿Transigencia con una conducta que puede dañar a la Iglesia Santa? ¡Jamás!

¿Transigir en lo que concierne a los intereses de Dios? Tenemos la comprensión y el perdón para los enfermos pero no para la canallada.

¿Tolerancia?... ¡Claudicación!

¿Transigencia con el error?... ¡Fornicación de la verdad!

Si el nombre de una madre se respeta allá donde se encuentra su hijo, ¿será cristiano quien no salte cuando sin respeto se habla de su madre la Iglesia, o de su Padre, Dios?

Al cristiano no se le estimula-no hace ninguna falta- a que haga ostentación de su vida interna de piedad; pero sí se le pide, cuando llega el momento, que defienda con los dientes su Religión.

¿Transigencia? Transigencia no es humildad: muchas veces es cobardía y otras muchas ignorancia. Por amar la verdad tenemos que saber defenderla contra toda deformación.

El que no ama la verdad es porque desconoce su formidable potencia vivificadora. El que la ama, porque la vive, no transige con que se caricaturicen sus fundamentos sólidos, cuyo conocimiento le da esa fuerza, ese dinamismo propio del hombre que se encamina a la santidad, que no se arredra ante las dificultades del ambiente. En cambio, el que se deja arrastrar por él muestra tener una personalidad endeble: es masa y por eso condesciende con todo aquello que no merma su orgullo o su interés personal».

 

Jesús Urteaga, “El valor divino de lo humano”, 12ª ed.

Ediciones Rialp, 1963

 

1 comentario:

  1. ¿Por qué estos seres te llaman loco y endemoniado cuando piensas, oras y hablas? Hay que crucificar la razón, dicen, ¿pero qué razón si todo es tremendo? Si uno piensa está loco, si no piensa es tonto, y a los tontos se les usa bien, con el dinero especialmente.

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