Esta palabra me denuncia…

Un elemento de la praxis del CNC son los ecos a la Palabra.

En los Estatutos de 2008, los aprobados todos los Papas del Universo y algunos de más allá (si tal prodigio fuese posible), la única mención a los ecos es la siguiente:

En la celebración de la Palabra de Dios, antes de la homilía, el presbítero invita a quien lo desea entre los presentes a expresar brevemente lo que la Palabra proclamada ha dicho a su vida. En la homilía, que tiene un lugar privilegiado en la instrucción del Neocatecumenado, el presbítero prolonga la proclamación de la Palabra, interpretándola según el Magisterio y actualizándola en el hoy del camino de fe de los neocatecúmenos.

(Estatutos 2008 – capítulo III – sección 1 - artículo 11 – punto 2)

Para ser honestos, en la celebración de la Palabra de las comunidades, por falta de existencias, que no por desidia, no suele estar presente un cura un presbítero. De manera que en la mayor parte de las comunidades, la proclamación de la Palabra no se prolonga por medio de una homilía que la interprete según el Magisterio y que la actualice en el hoy del camino de fe de los catecúmenos.

Celebración de la Palabra ¡con cura!

Por tanto, tampoco es el presbítero quien invita a quien lo desea entre los presentes a expresar brevemente lo que la Palabra proclamada ha dicho a su vida.

Tal invitación queda a cargo del responsable de la comunidad, o del co-responsable, en caso de ausencia del primero.

Pero para compensar, los ecos -que se hacen desde el sitio, sin moverse de la silla de metacrilato- no se limitan ni mucho menos a 4 ó 5; y se considera breve cualquier intervención que no pase de los cinco minutos. Y también a causa de los ecos es importante la distribución de la asamblea en forma de semicírculo, para poder ver al que habla.

Además, como pocas veces hay sacerdote presbítero, la interpretación de la Palabra queda a cargo de los jugosos ecos de los catecúmenos. Y los catequistas procuran aleccionar a sus catecúmenos para que los ecos sean realmente jugosos.

Veamos como.

Un comodín muy usado en el CNC para iniciar un eco es el siguiente: “Esta Palabra es para mí porque me denuncia”, seguido de “mi pecado, porque…” o “mi idolatría, ya que…” o “como soy yo realmente, porque veo que…” o “hasta donde puede llegar mi hipocresía, y es que…”.

Palabra en plena denuncia

Es un arranque que asegura la atención de la audiencia, ya que lleva implícito la consecuente confesión de fallos, defectos y pecados denunciados por medio de la escucha de la Palabra.

En el CNC existe el convencimiento de que los cristianos genuinos tienen consciencia de estar pecando de continuo, a todas horas, de día y de noche, despiertos y dormidos. Por ello, los ecos en los que el catecúmeno confiesa ver la gravedad de su pecado a la luz de la Palabra recibida, son muy apreciados. En cambio, si el catecúmeno de turno arranca un eco diciendo “A mí, esta Palabra me llena de consuelo porque veo el Amor de Dios…”, la ha pifiado. De inmediato la audiencia toma consciencia de que ese hermano no se ha enterado de nada, que su caminar se reduce a calentar silla y a hablar de pájaros y flores, sin poner la carne en el asador, que es lo que deben hacer los catecúmenos verdaderamente comprometidos.

Porque para caminar de verdad, no debes permitir que el falso pudor te impida desnudar tu alma. Tus hermanos de comunidad deben conocer todos tus errores, todos tus pecados, todas tus miserias. Si se las ocultas, no podrán amarte a ti, al “tú” real, no al tú edulcorado que muestras al mundo, y si no eres amado primero en tu realidad de pecador incorregible, tampoco tú serás capaz de amar a los demás tal y como son. Y, por tanto, no llegarás a ser un cristiano adulto; y defraudarás a Dios, que te eligió para serlo.

Lo anterior es un botón más de la pedagogía propia del CNC.

La mayoría de catecúmenos captan pronto para qué son los ecos: para enterarse no de los milagros, sino de las bajezas de todos. Algunos, se resisten durante años a sacar sus trapitos sucios fuera de la intimidad de su hogar; a esos tales, se les reblandece convenientemente en los escrutinios y visitas de catequistas, que para eso están. Y unos pocos resisten ahora y siempre la invasión de su fuero interno. A esos neo- irreductibles galos no tardan en ponerles un sanbenito.

El más común es el de demonio mudo. Rara es la comunidad en la que no hay uno. El hermano con el demonio mudo en su interior es el que no da ecos.

El verbo dar en lugar de hacer no es casual. Puesto que de lo que se trata es de dar información a la comunidad sobre uno mismo. Eso es un eco. Por eso está mal visto el hermano que se sienta y se limita a escuchar a los demás (a recibir de los demás, en jerga kikil), pero sin dar nada de sí mismo. Un hermano así, no construye comunidad, no construye nada y se le dejará de lado a las primeras de cambio.

Judas, Iscariote, no Tadeo

Pero hay otro sanbenito más perentorio, con más sabor a juicio sumarísimo, es el de Judas. Se le pone la etiqueta de Judas al hermano que se niega a aceptar la palabra del kikoquista como Palabra de Dios, al que ve abusos de los kikoquistas y osa denunciarlos, al que se pasa por el forro las amenazas de que si no obedece todo le irá mal e insiste en seguir los dictados de su conciencia antes que los del kikoquista.

El Judas no se desnuda a sí mismo en los ecos, pero cuando habla desnuda y expone la falsedad que ve. Y eso en el CNC tiene muy, muy mala prensa. Porque si el kikoquista lo hace mal, entonces es que el CNC no viene de Dios.

Pero he dejado para el final un detalle jugoso. En los Estatutos se establece claramente el alcance y ubicación de los ecos: la celebración de la Palabra y nada más. Reitero: los Estatutos aprobadísimos por todos los Santos Padres del universo limitan los ecos a la celebración que tiene lugar entre semana, la de la Palabra. En los Estatutos no existen ecos durante la celebración de la Santa Misa Eucaristía.

Así cuando el Papa Francisco da instrucciones al sustituto de su secretario para que transmita a Kiko con toda claridad y sin posibilidad de malas interpretaciones que en lo que se refiere a la celebración de la Eucaristía el CNC debe atenerse a la letra de los Estatutos, ¿le está recordando que los ecos sobran en dicha celebración?