Neocatecúmenos anónimos, los "pedores"

 

Está pendiente concluir el tostonazo de la gran pérdida de tiempo que, para los que asistieron, tuvo que ser escuchar a uno que solo hablaba de sí mismo y llamaba borriquitos a todos los demás, pero en la octava de Pascua no tengo ganas de retomar tema tan prescindible.

Por otra parte, necesitaba hacer un hueco en una entrada para dar a conocer de forma oficial, por así decir, una nueva norma que he decidido implantar en el blog.

Así que he optado por hacer una entrada con un viejo comentario que merece ser rescatado de la hemeroteca y aprovechar el resto de la entrada para el comunicado que quiero hacer.

Antes de seguir, este es el comentario rescatado:

 

Y a continuación, al tajo con el comunicado.

Para empezar, quede bien claro que la decisión es mía y solo mía, no la he consultado con nadie. Yo considero que es una medida procedente y oportuna, y yo, que soy quien más entradas genera en el blog, decido implantarla. Si alguien, con toda libertad, tuviese tiempo y ganas de hacer una entrada y no quisiera ver aplicada la medida en ella, solo tendría que comunicarlo.

Este es un blog abierto, desde el principio se permiten todo tipo de opiniones, a favor, en contra, de perfil, incomprensibles e incluso ilegibles. Y cada cual es responsable de lo que escribe. Es decir, el hecho de que un comentario sea público no significa ni ha significado nunca que CruxSancta o cualquiera de los administradores que tiene o ha tenido compartiera la opinión expresada; ni que la compartiera ni que la apoyase ni la aprobase ni la respaldara.

Es fácil de entender, ¿no?

Pese a ser tan obvio y evidente, casi desde la puesta en marcha de CruxSancta se han recibido… advertencias en las que se achaca al blog la posibilidad de incurrir en delito debido, precisamente, al contenido de ciertos comentarios. Las advertencias no se hacían a los autores de dichos comentarios, sino al blog. También es cierto que junto con las “advertencias” se hacía saber que al blog le quedaban dos días, tirando por lo alto, que iba a ser borrado a causa de su contenido… Esto sucedía allá por el año 2014, y aquí sigue CruxSancta, lo que indica la fiabilidad de los vaticinios.

Al margen de la irrelevancia de las advertencias admonitorias, es incuestionable que hay un problema de fondo, porque la experiencia, la tradición y la praxis de Cruxsancta demuestran que el anonimato induce a algunos -casi siempre neocatecúmenos faltos de un hervor- a emplear un tono bronco, molesto, agresivo, incluso injurioso. 

A la misma vez, como es imposible contentar a todos, cuando tales correos ofensivos se archivan en la carpeta de “comentarios no deseados”, también hay quejas y acusaciones de censura, que casi siempre proceden de esos mismos anónimos que a falta de neuronas y de argumentos recurren en sus comentarios a la bronca, el insulto, la difamación y la injuria.

Dicho lo cual, lo fácil sería impedir comentar a usuarios anónimos, así no habría la menor duda acerca de la responsabilidad de cada comentario.

Es una medida que me tienta. Es enriquecedor cuando comenta alguien que aporta experiencia personal e información, es ameno cuando se puede dialogar, es bueno compartir puntos de vista… Todo ello puede hacerse con usuarios registrados, y el que no quiera registrarse, que no comente. Y por otra parte es repelente cuando entra el inmaduro de turno que solo sabe dar patadas y que se cree muy ingenioso por deformar el nombre de los usuarios.

Impedir los anónimos, además, evitaría la manida y socorrida acusación de que quienes sí tienen un usuario identificable recurren al anonimato de vez en cuando.

Por el momento, la decisión que voy a adoptar es la siguiente: Cualquier comentario malsonante o burlón publicado por un anónimo irá a la carpeta de “comentarios no deseados”. El que opine que es libertad de expresión soltar borderías, impertinencias o insultos, que se retrate con un usuario o que se largue a la comunidad de los pedores de la Tierra a desahogarse.

Repito para que quede claro: No se admitirán comentarios bordes procedentes de anónimos. Y que cada palo aguante su vela.