«¿Para qué sirve una parroquia llena de comunidades si todos fornican?»

 

Llevaba mucho tiempo desconectada de mi comunidad, pero hoy me he puesto al día y, de paso, me he informado sobre la situación del CNC.

Un desastre de inquietantes proporciones.

En realidad no es nada inesperado y tampoco es que el pomposamente autodenominado equipo responsable internacional -ya puestos podían denominarse equipo responsable mundial o mismamente equipo responsable universal- pueda alegar que ellos no sabían nada. Ellos estaban al tanto del daño desde hace tiempo.

Desde hace mucho tiempo, si me fío de las palabras del padre Mario en el tostón de inicio del curso pasado. Tanto tiempo como para que a algunos afectados les diera tiempo a curarse, posteriormente o en paralelo a descubrir que tenían vocación al sacerdocio -aunque los kikos dirán que era vocación al presbiterio, supongo-, cursar los estudios pertinentes y ser ordenados curas, digo, presbíteros. Eso es lo que cuenta Mario en su cuento, en su charla del curso pasado.

El problema al que me refiero es el de la adición de muchos neocatecúmenos, jóvenes y no tan jóvenes, a la pornografía y otras actividades sexuales, en suma, que son sexo adictos.

Qué lejos queda aquel año 2008 en el que Kiko trompeteaba que «los jóvenes de nuestras comunidades no fornican, ni se drogan, ni se suicidan».

Claro que años antes, en 2002 decía: «Hermanos, tenemos en verdad un único problema con el Camino Neocatecumenal. ¡¡Escuchadme!!, escuchadme bien: ¿Verdaderamente a través del Camino Neocatecumenal se da el hombre celeste, el hombre nuevo, un hombre que tiene dentro Vida Eterna, o no? En la Iglesia no queremos masas, no estamos contentos porque en la Parroquia de los Mártires Canadienses haya 28 comunidades, o 30 comunidades. No tenemos necesidad de multitudes. ¡Tenemos necesidad de cristianos! ¿Para qué sirve una parroquia llena de comunidades si todos fornican, no vienen, no les importa nada de nada, o vienen a encontrar novia?, ¿¡¡Qué queremos!!? No estamos jugando a hacer un movimiento, no estamos jugando a nada de esto, ni a hacer asociaciones en las parroquias, ¡¡ni esto ni nada!! Yo no daré mi vida por esto».

Lo que da idea del tiempo que hace que sabían del problema. Y también sabían que dicho problema era algo generalizado: la parroquia más kikotizada de Roma y ni una sola de sus comunidades se libraba de la lacra... No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el CNC no sirve para curar nada.

El caso es que este es un año providencial, como dijo Kiko y todos sabemos. Y este año tan tan providencial está sacando a la luz parte de la podredumbre del Camino. Pero no porque los afectados se hayan convertido y cambiado de vida, sino por todo lo contrario, por las consecuencias que sus vicios no corregidos, ni cambiados, ni sanados tienen para ellos y quienes les rodean.

En el 2019, pese a que la secre de Tudela -dicen que son muy brutos los de Tudela- declaró que todo lo que sucede en el CNC, sucede porque Dios lo permite y todo es para bien, el equipo responsable intergaláctico dispuso que aquellos que se reconocieran como sexo adictos se apuntasen a tratamiento psicológico para tratarse el problema. Tal declaración fue, en sí misma, un reconocimiento de que la comunidad no servía para evitar ni para curar la sexo adición.

No sé cuantos jóvenes y no tan jóvenes harían caso a las indicaciones y se apuntarían a tratamiento. Lo que sé es que llegó el providencial 2020 y con él un confinamiento de varios meses. En suma: suspensión del tratamiento -quien estuviera acudiendo a él- y mucho tiempo en casa, con el ordenador o el móvil… ¿Hace falta que diga más?

Hay muchas familias muy afectadas y muy dañadas. Matrimonios sujetos con pinzas que no han soportado el confinamiento, broncas siderales entre padres e hijos, entre hermanos, relaciones destruidas que no se reconstruyen sino todo lo contrario, se enquistan. Mucha gente ha dejado de ir y los vicios y las dependencias siguen en pleno auge, sin curación y sin mejoría a la vista.

Y en medio de todo eso, de tanto sufrimiento y tanto dolor, el gran gurú permanece mudo y, al parecer, ajeno e indiferente a la vida real de los neocatecúmenos.

Ya avisó: él no va a dar su vida por estos. Ni por estos ni por nadie, su estilo es otro.