Tras un aburrido e innecesario recorrido por la tradición jubilar judía, en la que no hay ningún ritual especial dedicado al arrepentimiento ni al perdón de los pecados, Mario se pierde pézzimamente en lo que él intenta que sea un recorrido histórico por la liturgia penitencial de los cristianos.
Para empezar, el enfoque es poco acertado, porque el núcleo de todo jubileo no es la penitencia, sino el perdón. Y de nada servirían todas las penitencias si no allanasen el camino de la conversión, del verdadero arrepentimiento y del perdón misericordioso de Dios.
Pero Mario, dadas sus limitaciones y su corto conocimiento religioso, reconocido por él mismo, no está en condiciones de dar una charla teológica, de modo que se desvía hacia una charla sociológica y todo su discurso gira en torno a las medidas sociales que se adoptaban con los pecadores públicos a lo largo de la historia. Es decir, lo que interesa a Mario es la “pena” social que cumplía el pecador, nada más, no la absolución porque no habla de religión, sino de pretéritas costumbres socioculturales.
Sin embargo, siendo que su discurso no es teológico sino social, se permite asegurar que la Iglesia lo hizo fatal y consintió en todas partes abusos en el cumplimiento de las penas decretadas. Supongo que ha consultado la bola mágikika y por eso puede acusar a la Iglesia de forma generalizada y en particular a los monjes benedictinos, a quienes acusa de convertir sus abadías en centros comerciales de tráfico de penitencias, indulgencias y absoluciones.
En realidad los benedictinos nada tuvieron que ver con las indulgencias, impulsadas por el pueblo llano, alentadas por San Francisco de Asís y formalizadas en el siglo XII por el Papa Bonifacio VIII.
Y desde su mismísimo origen las indulgencias han estado desligadas de todo mercadeo. Porque no se puede mercadear ni el perdón de los pecados ni la condonación de la deuda provocada por las consecuencias de tales pecados. Esta condonación de deuda son las indulgencias y de siempre se alcanzan si se cumplen los requisitos prefijados (por lo general confesarse, comulgar, rezar por la intenciones del Papa y peregrinar a algún santuario), que no son mercantiles.
A Mario no le queda más remedio que recurrir a una cita del hereje Lutero para sostener que había un mercado de indulgencias:
«Lutero critica las indulgencias en las famosas "tesis de Wittenberg" y formula una dura acusación contra las indulgencias: “En cuanto el dinero suena en la caja, el alma queda liberada del fuego del purgatorio”».
Y Mario prosigue con sus críticas a las indulgencias. Asegura que «algunos señores ricos, que habían cometido pecados graves y tendrían que cumplir una pena dura» recurrían a su poder para librarse de las penitencias públicas, en concreto dice que «comenzaron a utilizar a algunos de sus empleados, pagándoles en dinero, si aceptaban cumplir la pena debida en su nombre».
Esto es confundir penitencia pública con indulgencia, y a mí me suena a cuento pézzimo: en no se sabe dónde ni durante cuánto tiempo, no se sabe quién pagaba a otros, tampoco conocidos, para que asumiesen la penitencia que le correspondía al primero. No solo eso, porque además Mario dice que «la indulgencia acabó siendo "practicada" y "pensada" sin relación con la celebración eclesial de la penitencia, sino como una realidad en sí misma, a veces practicada externamente sin la correspondiente conversión interior». Lo cual es absurdo. Porque sin deseo de conversión ni relación con la penitencia ¿a cuento de qué iba el rico a entregar su dinero para que otro hiciera un paripé que en nada beneficiaba al primero?
Inmune a la realidad, Mario sostiene que en la historia de las indulgencias, que no existe en el mundo judío, todo se hizo mal hasta el CVII, si bien lo cierto es que el CVII nada dispuso sobre ellas, y fue el Papa Pablo VI, sin relación con el concilio, quien refuerza y moderniza la normativa de las indulgencias.
En este punto, Mario decide contar hechos concretos para que nadie confunda la praxis del CNC con las indulgencias de la Iglesia:
«Si un hermano más adelante en el camino cae en el pecado de adulterio, se arrepiente sinceramente y se confiesa, con la decisión de romper con esa situación pecaminosa, recibe el perdón en el Sacramento de la Penitencia. Pero esto no es suficiente.
Esto yo ya lo practicaba cuando confesaba al inicio del Camino en las parroquias. Si alguien venía y me decía que tenía una amante, yo no le decía simplemente: "Te perdono", sino "Necesitas ser curado, tienes que dejar a esa mujer, de lo contrario no puedo darte la absolución. Ve al Camino Neocatecumenal”, le decía. No puedo engañarlo con la absolución.
Hay un camino de reparación del mal causado a la esposa, a los hijos, a los familiares, a la comunidad, aceptando sufrir para circuncidar el corazón. … Por eso conviene dar un tiempo para estar alejado de la comunidad, como hacemos muchas veces: "Aléjate de la comunidad durante un año, ve a Misa todos los días, reza el rosario y luego, si das signos de conversión, serás readmitido».
En suma, en el CNC no existe la indulgencia, existe solo la penitencia por los pecados reconocidos, penitencia que marcan e imponen los kikotistas, no la Iglesia. Y también conviene resaltar que Mario se refiere a un pecado grave cometido por quien ha llegado más adelante en el camino. Estos son los frutos de la kikotina.
Lo que sigue es un recordatorio de que no está justificado faltar a las cosas de la comunidad. Se puede no pisar la parroquia en décadas, pero faltar a la comunidad es pekado grave:
«Finalizado el itinerario neocatecumenal … entendemos cómo la participación personal en las celebraciones semanales de la Palabra y la Eucaristía, así como en las kovivencias de la comunidad, en los anuncios de los tiempos fuertes del año litúrgico (no son opcionales, sino que son necesarios) son necesarios para poder nutrir la nueva vida que crece en nosotros hasta el momento en que el Señor nos llame a sí».
En suma, el embarazo histérico jamás desemboca en parto, sino que todos se morirán sin haber parido al hombre nuevo.
«Aquí hago una advertencia a los presbíteros y a los katekistas sobre el peligro de la infiltración de una mentalidad sentimental en los escrutinios: pobrecito, hay que comprenderlo, hay que respetarlo. … A veces, vencidos por sentimientos de piedad, no nos atrevemos a decir la verdad y con ello retrasamos la auténtica conversión de nuestros hermanos».
Supongo que se entiende: se anima a kikotistas y presbis a que no sean respetuosos ni piadosos ni muestren empatía, sino que cometan kikadas contra los escrutados so pretexto de ponerles en la verdad.
Mirad al anciano heresiarca lo feliz que está cuando le adulan, le gusta más que cuando le persiguen, al contrario de lo que predica.
ResponderEliminarhttps://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/catolicos/kiko-arguello-premiado-contribucion-arte-sacro-camino-queremos-presentar-belleza/20241205051230051029.html
Recuerdo cuando Kiko afirmaba con rotundidad que "todo éxito viene del demonio" y también que el "cristiano" está llamado a buscar la humillación (me da que no sabe distinguir entre humildad, que es virtud del cristiano, y humillación, que es un maltrato al otro, que es Cristo).
EliminarPero es que en Kiko se cumple lo de los fariseos que cargaban pesados fardos a los demás, mientras ellos no los sostenían ni con un dedo.
Pues sí, en las alabanzas debería sentirse triste y humillado, por recibir loas que sabe no merecer. Y en las persecuciones debería estar alegre y radiante, pero no, se revela y prefiere desear la muerte a quien cree que le persigue (nada más y nada menos que un papa probablemente futuro santo y quizá doctor de la Iglesia). Vaya ejemplo para sus catecúmenos. Mi rector del seminario decía que este era una escuela de fariseos. Con esto digo todo de ese "andamiaje" defectuoso, y por tanto peligroso, que es el Camino.
EliminarEs muy extraño y al mismo tiempo muy contundente para confirmar que el CNC es una secta la manera diferente como interpretan todo muy distinto a la interpretación que da la Iglesia Católica, Como ejemplo vemos como M Pezzi plantea una cosa muy distinta sobre el Jubileo y la Iglesia Católica dice otra. M Pezzi se enreda en explicaciones ambigüas, llenas de sofismas y falacias.
ResponderEliminar1. Interpretación comunitaria de las Escrituras
ResponderEliminarEl Camino enfatiza la lectura comunitaria de la Biblia, pero a menudo lo hace sin la mediación directa del Magisterio, dependiendo en gran medida de la interpretación de los catequistas y del contexto del movimiento.
Crítica: Esto puede alejar al movimiento de la visión católica tradicional, que considera al Magisterio como el intérprete oficial de las Escrituras. Este enfoque comunitario, aunque rico en compartir, puede llevar a una interpretación subjetiva o limitada al contexto neocatecumenal.
2. Funciona como camino hacia la fe
En el Camino, la fe se presenta como fruto de las obras, pero estas obras no se entienden como prácticas tradicionales de piedad (como la caridad o la oración personal). Se trata de actos de obediencia a las enseñanzas del movimiento, a menudo opuestos a la razón y a las cuestiones individuales.
Crítica: Esto crea un contraste con la doctrina católica, que ve las obras y la fe como mutuamente complementarias, siendo ambas expresiones de la gracia divina. En el Camino, esta visión puede generar una jerarquía donde la razón y la libertad de conciencia son suprimidas en favor de una fe obligada por la obediencia.
3. Sola Gratia y Minimización del Sacrificio
Aunque el Camino se considera católico, su énfasis en la gracia gratuita y la resurrección de Cristo minimiza la dimensión del sacrificio humano y el esfuerzo por resistir al pecado. El pecado a menudo se trata como algo irresistible, que puede resultar desmotivador para la lucha espiritual.
Crítica: Esto acerca el Camino a la visión reformada de Sola Gratia, desviándose de la teología católica, que reconoce la cooperación humana con la gracia divina. Este enfoque puede generar una visión pasiva de la vida cristiana, donde se devalúa el esfuerzo por superar el pecado.
4. Mediación de los santos y de María
El Camino minimiza el papel de María y los santos como intercesores y mediadores espirituales, centrando a Cristo, la comunidad y los catequistas. Aunque el enfoque en Cristo es consistente con la fe cristiana, esta minimización puede verse como una reducción de aspectos importantes de la espiritualidad católica.
Crítica: Este enfoque puede percibirse como una ruptura con la práctica católica tradicional, que valora la comunión de los santos y la intercesión de María como parte integral de la vida de fe. Además, la centralidad exagerada de kiko y los catequistas como mediadores puede crear dependencia y control dentro de la comunidad.
En el punto 4, fundamentalmente se sustituye a los santos por Kiko y Carmen
Eliminar. He visto hasta a hijos de kikotistas decir que rezan a Kiko pidiendo cosas...