El demonio está en el Camino Neocatecumenal

 Testimonio de una ex catecúmena

El día que leí el libro "Memorias de un exorcista" del Padre Gabriel Amorth se me ordenaron bastantes ideas que sobre el demonio me habían inculcado en el Camino Neocatecumenal.

Cuando estás ahí dentro ves al demonio hasta en las judías que te estás comiendo. Es obsesión pura. De hecho, es una de las grandes obsesiones que te meten en la mente: la necesidad urgente de discernir si algo (todo, hasta cepillarte los dientes de izquierda a derecha en vez de hacerlo de derecha a izquierda) es de Dios o del Maligno, como ellos prefieren llamarlo.

¿Comprar este libro será del Maligno o de Dios? ¿Y quedar con estos amigos para pasar el día? ¿Y permitir a mis hijos practicar Judo? ¿Y aceptar este empleo que incluye trabajar los domingos?  ¿Y tener relaciones sexuales hoy al mediodía en vez de por la noche? ¿Y dormir una siesta en el tálamo nupcial de mis padres cuando voy a visitarlos a su casa? ¿Y pintarme las uñas de verde? ¿Y pasar horas estudiando para los exámenes y perderme una celebración de la comunidad?

Tooodo el tiempo así. Tu mente y tu espíritu enredados en combates absurdos, estresantes e innecesarios. Un desgaste psicológico brutal.

Maestros tiene la Iglesia. Dice el Padre Amorth que muchos casos de aparente "posesión" se resuelven con un psiquiatra y un psicólogo.

¿Pero qué digo? ¿Ir a un psiquiatra o a un psicólogo estando en el Camino? PROHIBIDO salvo para los casos que a los catequistas kikotistas se les van de las manos (por ejemplo, la bipolaridad, la esquizofrenia, etc.), que cada vez son más y más notorios, puesto que la adición a la pornografía se extiende más que la pandemia de la covid por todas las comunidades.

Pero conste que empecinados en que su discernimiento y habilidades proceden del Espíritu Santo han permitido que la pornografía se cargue a muchos jóvenes y no tan jóvenes antes de reconocer que ellos ni salvan ni sanan a nadie y que era preciso recurrir a expertos en la materia.

Pero no es que los kikotistas hayan escarmentado en la carne de sus hijos y familiares adictos y ahora reconozcan con humildad que ellos no pueden ni valen para curar vicios, no, incluso hoy insisten en que las adiciones se les escapan, pero para cualquier otra situación ellos todo lo pueden.

¿Un trastorno obsesivo compulsivo? Naaada, ánimo, eso tiene fácil arreglo: "hermana, tus obsesiones se deben al demonio que te tiene engañada con las seguridades, que te dice que no puedes confiar plenamente en Dios para que dejes de ser así. Mira, cuando sientas que necesitas lavarte las manos diez veces seguidas, te pones a rezar y verás como dejas de hacer esas cosas. Confía en Dios, solo eso".

"A ver, tú, ¿qué te pasa que te encuentras tan mal en el embarazo? Tienes una cara espantosa, pareces la Virgen Dolorosa, hija mía. Eso de vomitar tanto es porque eres una histérica. No paras de vomitar porque no aceptas este embarazo, para restregarle por la cara a tu marido que él tiene la culpa de todo. ¿Sabes quién te hace vomitar todo el día COMO UNA GUARRA (literal)? El Maligno".

"Mira, déjate de tanto rollo con que tu niñito no puede venir al catecumenium y quedarse en esa sala con las cuidadoras" [una sala con manchas y olor a humedad, moho en las paredes, suciedad acumulada y por la que se pasean las cucarachas, criaturitas de Dios, cuando está cerrado el catecumenium]. Lo que tienes que hacer es pedirle al Señor que te cure la histeria, porque todas las madres histéricas tienen hijos asmáticos. Si Dios te ha dado este hijo no es para que por su causa dejes de venir a las Eucaristías. Oblígale y aunque llore y patalee, ya verás como a la tercera se queda tan tranquilo. El demonio te está engañando con que tu hijo se pone fatal del asma si le dejas ahí con las cuidadoras para que no vengas a la Eucaristía".

Ohh, resulta que el niño se agarraba unas bronquitis de caballo porque era alérgico a los hongos que había en esa sala con las paredes podridas, un espacio de 12 metros cuadrados donde metían a más de cincuenta niños menores de 8 años, con la puerta cerrada y sin ventilación para evitar que los niños se escapasen.

¡Qué madre tan histérica que tenía que terminar con el hijo ingresado siempre que lo llevaba allí! ¡Qué eficaz el demonio engañándola con una enfermedad real y constatable para que no fuera a la Eucaristía!

Qué listo el Maligno, que hace coincidir durante la noche de Pascua a seis bebés con gastroenteritis entre treinta niños que son arrinconados en una sala habilitada ad hoc (para dormir sobre esterillas y mantas por los suelos, eso sí, con cuidadoras, para que sus papás disfruten de la Vigilia). Fíjate qué astuto el malo, ehh, que tu niño se pone a vomitar como un loco y le sube la fiebre para que tú te vayas de la Vigilia y te pierdas la Pascua del Señor Resucitado.

Ups, "qué casualidad que cuando hay que bajar a rezar a las 6 a.m. a la parroquia, luego irte al trabajo, luego ocuparte de tu casa y de los niños, luego ir a la celebración de garantes y llegar a casa a las 2 a.m. para estar a las 6 a.am. de nuevo rezando Laudes en la comunidad... ¡resulta que tu cuerpo no aguanta la marcha impuesta y te dan los brotes de tu enfermedad! No pueden darte en verano, por ejemplo. "A ti lo que te pasa es que el Maligno te tiene engañada con el culto al cuerpo. Tú no combates con el Maligno en cuanto te dan unos dolorcitos, ¡pídele al Señor que te libre del demonio de la pereza!".

"Cuando tu marido te pega el demonio te susurra al oído que él no te quiere, que le dejes, que le denuncies. Pero Cristo te dice que Él puede ayudarte a amar a tu enemigo en la dimensión de la Cruz".

Eso se dice ahí dentro. Así se interpretan las cosas que nos suceden en la vida. Así hay que aprender a interpretarlas y a esos ejemplos podrían añadir otros tantos quienes pasar por el blog y han experimentado los sufrimientos causados por la intransigencia de los hechos concretos del Camino.

¿Qué consecuencias tiene esa manipulación mental en la persona?

Entre quienes tienen una salud física de hierro y una gran capacidad de asumir su condición de borrego manipulado -aunque no sea consciente de ello-, parece que poco.

Entre quienes aún escuchan esa vocecita de la conciencia que les dice "esto no puede ser de Dios", "es imposible que mi niño de menos de un año se auto provoque crisis graves de asma porque el Demonio me quiera engañar a mí", "Dios no puede querer que mi marido me pegue palizas para que yo aprenda a amar igual que Él amó", etc. etc., pues la consecuencia es clara: enfermedad, pérdida de salud, avisos del cuerpo y de la mente de que algo va mal. Crisis de ansiedad, depresión, trastornos serios del sueño, de la alimentación, pérdida de interés por las cosas, desmotivación, desesperanza, pérdidas de peso, aislamiento, tristeza... Yo he visto hasta pérdidas de pelo en mujeres y jóvenes.

Por no hablar de las personas que sufren enfermedades físicas o psiquiátricas evidentes. Cuando un renombrado psiquiatra prohibió a un hermano esquizofrénico ir a la comunidad porque era incompatible con su tratamiento y contraproducente... ¡ESE PSIQUIATRA ES DEL DEMONIO! (cuánta originalidad).

Un catequista kikotista no puede discernir si el Demonio está dentro de una persona. O qué variedad de demonio es el que le está trastocando la vida. Ni siquiera todos los sacerdotes tienen la preparación necesaria y suficiente para llevar a cabo exorcismos.

Pues eso.