Despropósitos kikos sobre el matrimonio (IV)

 

El primer altar es la Eucaristía. Altar es un lugar donde uno se ofrece a Dios en oblación. La palabra sacrificio significa "sacrum facere", hacer lo sagrado. Muchas veces hemos creído que hacer lo sagrado es ofrecer víctimas, como se hacía en la antigüedad; pero lo sagrado no es sólo esto. Cosa sagrada es también el "sacrificium laudis", bendecir al Señor. Alabar al Señor es algo sagrado. Por eso la Eucaristía es un sacrificio de alabanza. Bien, entonces tenemos la Eucaristía donde Dios se presenta en alabanza; allí se nos hace presente el amor que Dios nos tiene en su Hijo Jesucristo, el misterio de la Redención, con su muerte y resurrección por nosotros.

¿Alguien me podría explicar qué es eso de que en la Eucaristía “Dios se presenta en alabanza”?

Que quede claro: la alabanza es respuesta de la criatura hacia su Creador, y va de la Tierra al Cielo, no al revés, no baja Dios para alabar la belleza de la Liturgia ni cosa por el estilo.

Todavía más claro: en la Misa hay un momento en el que el sacerdote pide a la asamblea orar para que Dios acepte el sacrificio que él está a punto de ofrecer. Sus palabras precisas son: «Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios Todopoderoso». Y los fieles desde sus asientos responden: «Que el Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia». Lo que está sucediendo en ese momento es que el sacerdote, sostenido por la oración de la asamblea -la totalidad de la Iglesia presente-, entra al abismo inmenso que hay entre la Tierra y el Cielo y asciende in persona Christi (como Cristo mismo) al cielo para ofrecer el sacrificio del Hijo a Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El sacerdote es el único que puede presentar a Dios ese sacrificio, pero no lo hace solo, lo hace sostenido por toda la Iglesia para no perderse en ese abismo infinito que separa la Tierra del Cielo.

Luego tenemos otro altar que es la mesa familiar. La mesa familiar es muy importante, porque los cristianos no pueden comer nada en esta mesa sin bendecir al Señor. No se trata de bendecir cosas allí como a veces hacemos, bendiciones que parecen mágicas; “Señor bendice este alimento”, y parece que decimos: "Bendícelo para que no sea venenoso, para que no nos siente mal". Ya el Concilio Vaticano II, al renovar la liturgia, vio este concepto y puso la bendición de las cosas en el lugar correcto; usamos las cosas para bendecir a Dios: “Bendito seas tú, Señor, por este alimento que nos das”. Por eso la bendición de la copa y del pan en la Misa no son bendiciones descendentes sino ascendentes. Entonces esta mesa familiar se transforma en un altar en el momento en que las cosas que Dios pone sobre la mesa son cosas a través de las cuales nosotros bendecimos a Dios, porque Dios las ha creado para nosotros. Quien come y no bendice al Señor a través de las cosas es un pagano.

¿Dónde está el error, sea intencionado o por ignorancia? En que no hay sacrificio y, por tanto, queda invalidada la mesa como altar.

Dos generaciones antes de la nuestra, eran bastante cristianos y aún tenían respeto por la mesa familiar. Mi padre, que aprendió esto de su familia, no soportaba que ninguno de nosotros se sentara a la mesa sin lavarnos las manos y sin estar correctamente vestidos. Nunca me he sentado a la mesa en pijama ni nada por el estilo. ¡No digo nada en las fiestas de Navidad! Allí había que ir de etiqueta.

¡Ah, la apariencia! También los fariseos lucían espléndidos, pero eran sepulcros blanqueados.

De hecho, había un concepto de lo que es la familia; no sé si lo habéis experimentado. Cuando fui a Escandinavia hace veinte años, no sabía lo que era el autoservicio, servirse uno mismo. Pertenecemos a una cultura mucho más semita, una cultura mediterránea, en la que la comida es un espacio privilegiado de relación, de comunión.

Para mí que eso viene de los siglos de dominación musulmana, no de las costumbres semitas, que siempre fueron minoritarias por estos lares.

Entonces sucede que entramos en un bar, cogemos una bandeja y seguimos. Pero lo que más me impresionó es que la gente estaba sentada en mesas pequeñas comiendo sola. Las oficinas ya montaron un comedor donde vas a comer solo, más rápido, porque lo importante es producir más.

Es obvio que Kiko no sabe cómo son las oficinas. En los comedores de empresa las mesas son grandes, para grupos de cuatro, seis, doce o incluso más. No se come solo. Es más, lo normal es que la pausa de la comida sea de hora y media para facilitar que puedas irte a tu casa a comer con tu familia, jamás se trata de comer más rápido, se trata de que en las grandes ciudades las distancias hacen necesarios lo comedores de empresa.

Empezamos a cambiar valores en función de una sociedad materialista. Daos cuenta de que estamos entrando en una sociedad que ha invertido todos los valores y en la que lo importante es la economía, es producir más. Hay una obsesión tremenda por el dinero, tanto con el materialismo que existe en América -producir, ser, triunfar- como en los países socialistas, donde hay tal obsesión por el dinero que los delitos económicos se pagan con la muerte, donde el dinero lo es todo y hay que dividirlo porque hay que acabar con la pobreza: entonces el dinero se convierte en el eje de toda la realidad.

Esto es de traca. ¿Qué sociedad ha existido alguna vez que no haya girado en torno a la riqueza material? Ninguna. Siempre ha habido pobres y ricos, siempre ha habido gente que echaba montones de oro para el tesoro del templo y viudas que solo echaban dos moneditas.

Hablaba del concepto de familia cristiana. Debéis compraros una mesa grande para comer todos juntos: el Señor os da hijos para su Reino, hay una comunidad familiar. Es muy importante, a través de las comidas, dar a vuestros hijos ese sentido de alabanza, de pueblo sacerdotal alrededor de la mesa, donde se reza, donde se hacen Laudes, donde el padre de la casa transmite la fe a sus hijos, donde hay respeto. No sé si en tu casa se come en la cocina, de alguna manera, como en una especie de pensión donde cada uno come a una hora diferente, etc. Bueno, ¡esto no debe suceder! Tienes una misión muy importante.

Este tipo está fuera de la realidad. En casi todas las familias los padres comen en el trabajo y los hijos en el colegio, y solo hay comida familiar los fines de semana, que se aprovechan para visitar a los abuelos.

Esto también crea una cultura, una civilización. Hay muchas áreas de América donde no existe este tipo de familia, donde la gente vive en promiscuidad, donde todos viven acurrucados bajo un mismo techo entre cuatro paredes, donde no hay sentido de familia. Entonces, lo que hicieron las comunidades en estos lugares, por ejemplo en Perú, fue comenzar a reconstruir familias. Además, en toda América hay “sucursales”, es decir, un señor tiene aquí una casa, una señora con hijos, y luego tiene otra, una “sucursal”, entonces tiene que dar de comer a tres o cuatro familias.

Que se aclare: o viven juntos entre cuatro paredes sin ser familia o resulta que viven repartidos entre varias sucursales y son varias familias. Un poco de seriedad. No sé qué tiene este tipo contra los americanos, pero me recuerda a sus prejuicios contra los negros de Nigeria.

En el camino, a través de las etapas, lo primero que se les enseña es que la casa no puede ser así; deben tener un lugar apartado donde las niñas no puedan dormir junto con los niños.

Curioso. Sé de varias familias kikas donde los pequeños de la casa comparten habitación, ellos y ellas, y si eso ya se plantean separarlos a partir de la pubertad.

Pero hay un problema: como nadie los ha amado, el concepto de 'persona' está disminuido. Hemos visto que el Evangelio, al revelarles que Dios los ama, hace que el hombre se ame a sí mismo, se respete a sí mismo. En el momento en que se ama a sí mismo, también comienza a tener un concepto diferente de sus hijos y de su esposa, comienza a respetar a su esposa. Esto quiere decir que nosotros traemos una cultura, sin ninguna duda, el Cristianismo es una cultura, una civilización.

Lo de Kiko es muy serio, trata a todo americano como un subhumano desconocedor de lo que es ser persona. Y él, todo paternalista, les lleva la receta mágica para curarles el subhumanismo.

Vomitivo.