Y Carmen descubrió a Jacob (y XI)

 

Pero vamos a hablar de un punto muy importante. ¿Por qué tocamos este punto de "el otro es Cristo"? Porque la Virgen nos ha dicho que hagamos comunidades cristianas (no pequeñas comunidades, sino comunidades cristianas) como la Sagrada Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza, donde el otro es Cristo. 

Tiene razón: es muy importante. Porque se han empecinado en las pequeñas comunidades, no en las comunidades cristianas que, por su propia naturaleza, no pueden existir de espaldas a las parroquias. ¡Así les va!

Habéis terminado el Camino vamos a ver qué significa este "otro". A qué se refiere la Virgen, qué quiere el Señor de nosotros.

Bien. Pues toda la convivencia va a tener este acento. Nosotros tenemos que pasar de ser Jacob, el que "zancadillea", el que suplanta, el que quiere imponerse al hermano, el que quiere ser Dios. El padre de familia, dios en su casa. Y la mujer también quiere ser dios. Y si tiene que estar fregando lo hace murmurando, atacando, criticando al marido, en antagonismo con el marido.

Kiko, recuerda que el que ve solamente el mal en un hermano, ése está poseído por un mal espíritu.

El otro, el otro, el otro, te destruye, te usurpa, te "talonea". Y hay aquí un punto muy importante: "el otro es Cristo". O sea ¿cuál es el punto? Pues es que cuando descubrimos que en el fondo el que está combatiendo con nosotros es Cristo, es Dios mismo el que combate a través de una enfermedad, combate a través de una persona molesta, combate través de la mujer, combate través del marido...

¿Todavía no has entendido que Dios no envía la enfermedad ni la muerte? Un ciego no puede guiar a otro, porque ambos acabarán mal.

Hasta que no descubras que tu vida es como una noche y que alguien está combatiendo contigo… Y en ese combate Dios te va a mostrar su rostro. Vas descubrir que Dios existe. Pero también tienes que descubrir quién eres tú. ¿Quién eres tú? ¿Cómo te llamas? JACOB. Eres un pecador que cojea, que peca, que usurpa, que zancadillea. Tienes que descubrir que tú verdaderamente eres un asesino. Somos asesinos.

¡Dale con ver solo el mal, dale con escuchar al espíritu tenebroso!

Esto es la conversión. Decía Bernanos: todo es gracia. Por eso cuando aparece el enemigo en nuestra vida, es una gracia. Porque nos va a llevar a conocer nuestra propia realidad: que somos Jacob, que pecamos, que estamos corrompidos, que somos capaces de matar, que somos capaces de abandonar a los propios hijos y largarte con uno.

Kiko, sigues empeñado en considerar al otro un mal, un enemigo. Eso no es cristiano, aún no te has enterado de que el otro es Dios.

Me decía un chico de una comunidad de España: mi madre, separada, se ha largado con un chico diez años más joven que ella y nos ha echado de casa. Dice que tiene derecho a vivir su vida. Se ha liado con un tío y ha echado a los hijos de catorce y quince años, son ya mayores. Esto en la España de los años 90. Porque eso es lo que hay que hacer hoy: divertirse. Tenemos derecho a vivir, a vivir. ¿Por qué tengo yo que aguantar a este viejo, a este imbécil? Ni a vosotros tampoco. Y les ha echado.

Kiko y sus kuentos de las malvadas mujeres. Y el padre de los chicos de rositas, por cierto.

¿Y qué haces ahora?, le pregunto. Pues nada, en Madrid. Estoy en un piso con unos chicos, estudiando. Somos libres, hacemos lo que nos da la gana.

Lo normal, cualquier chico echado a la calle se apaña estupendamente para irse a vivir con amigos y hacer lo que le da la gana, como todo es gratis cuando se cuentan kuentos…

Pues ahora, hermanos, en este combate que el Señor está haciendo con nosotros, el hombre puede descubrir que la conversión es morir al hombre viejo. Porque Dios quiere destruir nuestro hombre viejo para darnos una vida nueva, llamarnos Israel. “He aquí un verdadero israelita en el que no hay engaño”. ¡Cuántos de los que estamos aquí mentimos, mentís! Cuántos tenéis una amante, una amiga. Cuantos aquí estáis mintiendo… ¡No! Aquí no hay nadie que miente. Nadie. ¿Sois todos Israel, no sois Jacob? Ya no mentís, ¿verdad? Ya no suplantáis. ¿Sois Israel realmente, Dios os ha cambiado la naturaleza? ¿Hemos dejado de engañar?

Mala opinión tiene Kiko de todos los neocatecumenales, ya se sabe, dado el espíritu que le posee, solo ve el mal en todos.

Dios está combatiendo con nosotros. Vamos a ver si eres de verdad Israel. Porque va a aparecer el enemigo frente a ti. Va a aparecer Esaú y vas a ver que el otro te quiere matar, que te sofoca el otro: la mujer se siente sofocada por el marido, pero el marido también siente que la mujer le quita el sitio. Y la hija mayor o los hijos o lo que sea. El otro, el otro. ¿Qué nos pasa con el otro? Hay un conflicto profundo, real, verdadero y solamente se resuelve con la humildad. Cuando Jacob ha descubierto que él es un pecador y que Dios existe. No se apoyará ya en él, ya no tendrá miedo a la muerte. Por el miedo que tenemos a la muerte, damos manotazos a diestra y siniestra. No queremos que nos maten. Por el miedo que tenemos la muerte, matamos a los demás nosotros. Hay una lucha de sobrevivencia, hay que sobrevivir. El otro aparece como enemigo.

Sartre, el filósofo existencialista, decía que "el otro" solamente con su mirada nos desposee, nos roba el ser. Nos mata y nos desnuda, nos quita nuestro propio ser. Sartre decía "el otro" es el infierno. Hizo una obra de teatro que se llama "La puerta cerrada" -una obra de teatro muy famosa- donde los otros son el infierno. Estamos condenados reproducir eternamente un conflicto con los otros. Es una habitación donde hay una serie de personajes, sin muerte, eternamente, están condenados a contemplar sus defectos. Una cosa monstruosa. En el fondo dice: "el otro es el infierno". Terrible. Es la teoría del absurdo. A nosotros Cristo nos ha dicho que el otro es Cristo para nosotros. Todo lo que hagamos al hermano se lo hacemos a Cristo.

Entonces, para este combate que Dios está haciendo con nosotros a través de la vida, de la enfermedad, de la vejez, del matrimonio...

De verdad que no se entera y por eso Kiko considera que la vida es una maldición.

He hecho un canto sobre el espíritu profético que es el combate que Dios lleva con nosotros. Dice Jeremías en el capítulo 20: "Me has seducido, Señor, y me he dejado seducir". Dice que Dios está combatiendo con nosotros para hacer de nosotros un profeta. "Has luchado conmigo y me has podido. Has sido más fuerte que yo y me has vencido". O sea, Dios nos ha seducido, nos ha llamado, ha luchado con nosotros hasta que nos ha convertido, nos ha metido en el Camino y ahora nos da una misión para el mundo.

Otro absurdo. Se supone que el Camino es una herramienta para alejados, es decir, ningún convertido necesita el CNC.

Una misión profética. "Cuando hablo debo gritar ¡violencia, opresión! De forma que tu palabra, Señor, es para mí befa y oprobio". Porque a Jeremías le toca decir al pueblo que tiene que aceptar ser llevado al exilio y le consideran un traidor a la patria, un aliado de Siria. O sea, Dios le manda decir cosas que el pueblo no soporta. El pueblo le mete a Jeremías en prisión. Es traidor a la patria diciendo esas cosas. Está desalentando a los soldados para que no luchen, etc. Es tan grande el sufrimiento que tiene por esta palabra de Dios que ha entrado en él y que le hace un profeta que dice: "Me decía: no pensaré más en Él, no hablaré más en su nombre". Cada vez que tengo que hablar me dan palos, me meten en la cárcel, no me dejan vivir, es un sufrimiento horrible esta palabra. Dice: "Pero en mi corazón había un fuego ardiente, que corre por mis huesos". Dios le ha dado una palabra que es un fuego. La palabra, que es el Espíritu Santo. Un fuego que hace de nosotros un profeta. Esta situación de estar en medio de un mundo pagano, donde todo el mundo piensa contrariamente a él y tiene que estar diciendo constantemente a la gente la verdad y ninguno le escucha, la situación del profeta, que es el mismo Cristo rechazado, le lleva a un momento de desesperación total y dice: "Maldito el día en que nací. Maldigo el hombre que le dio la noticia a mi padre diciendo: te ha nacido un hijo varón". Maldito ese hombre que le dio esa noticia mi padre.

También a mi padre, que estaba en la guerra, le dijeron: "te ha nacido un hijo". Y nací yo. Yo nací en el 39, antes de acabar la guerra.

"Maldito el hombre que le dio la noticia mi padre: te ha nacido un hijo varón. ¿Por qué he salido del seno de mi madre si no tengo para ver más que penas y aflicción?". Pero esos momentos de angustia del profeta, que es la misión profética, que es el tener que vivir en medio de un mundo donde la familia se destruye, donde los hijos se drogan, donde triunfa el comunismo, triunfa el ateísmo, nosotros tenemos que llevar con un fuego ardiente dentro -el que lo tenga- que se llama "el fuego de tu Casa me devora"... Pero no acaba ahí, porque de pronto grita "Mas el Señor está conmigo como un héroe valeroso".

En resumen, Dios lo ha hecho todo mal y permite la destrucción de la familia, la drogadicción de los hijos, el comunismo, el ateísmo… Menos mal que llegó Kiko para corregir a Dios.

Bien, pues vamos a cantar. Nos ponemos de pie porque estaréis cansadísimos de estar sentados. Tenemos que seguir en esta batalla. A ver qué os parece la música que he puesto.

Y aquí acabó el rollo.