Tostón de Adviento 2021 (III)

 

Hermanos, a mí me alegra veros aquí, estáis siendo rescatados del poder del mal, del poder del mundo, del demonio, de la carne. Estáis siendo rescatados del infierno, por eso estáis aquí. Pero el infierno existe: ¡Pensadlo! y tú puedes caer en él, si no obedeces al Señor, si desprecias su presencia, si desprecias su amor, dejas de rezar, no te importa nada Dios, matas en tu alma el amor que Dios te ha puesto.

Una señal que delata a los grupos coercitivos es que invariablemente el gran gurú se vende como dador de santidad y de salvación: solo los que le siguen y obedecen serán salvos, los demás serán pasto del infierno porque él lo dice.

Ese amor tiene que ser alimentado, tiene que ser agradecido, para que sobreviva en nosotros. ¿Cuánto tiempo hace que tú no agradeces a Dios su elección sobre ti? Por eso estás a punto de caer en el infierno, de caer en el pecado mortal, hace mucho que no bendices a Dios, ni le das gracias de su amor, que te ha dado catequistas, que te ha traído aquí para que me escuches. ¡Una grandísima gracia!

Otra señal delatora de las sectas coercitivas es que el gran gurú es el único que habla cara a cara con diosito, y diosito le cuenta las intimidades de los demás: quien no da gracias por los kikotistas, quien no quiere escuchar… La salvación pasa por el gurú, no lo olvides, una grandísima gracia poder besarle el trasero.

Pensad en la cantidad de hombres en Madrid que están fuera de Dios y que están en prostíbulos, que están pecando, que están llenos de odio hacia la familia y ¡tú estás aquí! Te llamó el Señor, tuvo compasión de ti y quiere vivir en ti; pero a veces sucede que el Espíritu Santo está en ti y a ti te tiene sin cuidado su presencia, su amor, y no obedeces sus impulsos de amor a Cristo. Así no tienes ningún amor a Cristo ¿cómo amas a Cristo? ¿Es que te levantas por la noche a rezar? ¿Es que te ofreces como sacrificio con Cristo por los hermanos, ocupando el último lugar? ¿Es que haces algo que sea profundamente cristiano? Pues piensa que, a lo mejor, Dios puede levantar la mano de tu cabeza y puedes comenzar a hacer pecados horribles, transformarte en un hijo del demonio, como hay tantos que hoy son hijos del demonio, que están haciendo el mal.

Que te quede claro, niñito -porque un kiko jamás es adulto en presencia de Kiko-, en el momento en que tu vida no sea la comunidad y satisfacer a Kiko, se acabó para ti lo de ser salvo. Porque como no des la talla en la comunidad, pecarás sin remedio, que lo dice Kiko, es decir, niega que seas libre para pecar, lo harás sin poder evitarlo. Pero si lo harás en contra de tu voluntad… ¿dónde está el pecado? ¿Qué clase de diosito condena a quien no puede elegir porque no es libre? El diosito del CNC.

Seremos juzgados si hemos dado la muerte o la vida a nuestros hermanos; porque tienes dos opciones: o dar la vida a tus hermanos, o darles la muerte con tus pecados.

Otra muestra de ignorancia: nadie, por más que se afane puede dar la vida a nadie, ni a sí mismo tampoco. Hacer la puñeta sí que puede, pero dar vida no está al alcance de nadie más que Dios, el de verdad.

Todo pecado destruye al prójimo, piensa hermano, la única forma que tenemos de salvarnos de esta maldición demoníaca es ser humildes ¡que no lo somos! Reconozcámoslo con el Señor. ¡No somos humildes! No te consideras el último ni el peor de todos ¡No! ¡Qué va! Pues estamos fuera del tiempo, fuera del sitio, fuera del camino del cielo. Los que están en el camino del cielo van por un camino, que es el camino de la humildad.

Ser humildes. ¡Sé humilde, Kiko, considérate el último y el peor de todos! ¿Yo? ¿Que me considere el último, yo? Y eso ¿cómo se hace? ¡No tengo ni idea! ¡Pero si a mí me has puesto aquí al mando de toda esta gente!

Os acordáis de que aseguraba que fue a Palomeras a ponerse a los pies de los últimos, a su servicio… Pues era mentira. Siempre su idea fue ponerse por encima y al mando de todos.

Esta gente ¿quiénes son? ¿quiénes sois vosotros? ¿Por qué tengo que estar hablando a vosotros? ¡Considérate el último y el peor de todos! y quizás te salves del infierno, porque no te creas que es fácil, es muy difícil entrar en el Reino de Dios. Me decía un pobre que me encontré en la calle, yo siempre le daba dinero, nunca pedía limosna, estaba siempre allí, en pie, yo me di cuenta que era un ser extraño y me acercaba y le daba 50 € siempre que pasaba. Y un día me dijo: “¡Qué difícil es entrar en el Reino de los Cielos! Mire usted, yo vivo en la calle, duermo en el suelo y le digo que es muy difícil entrar en el Reino de los cielos”. Le di las gracias, por lo que me acababa de decir ¡qué difícil es entrar en el Reino de los cielos! Solamente entran los niños y los que son como los niños, los pequeños, los pequeños y aquí pequeño… ¡No hay ninguno! ¿Niños, aquí? ¡No hay ninguno! Humildes. ¡La humildad!

La increíble historieta del pobre que coleccionaba billetes y dormía en la calle para no gastarlos. ¡Ja! Yo también soy muy generosa con el dinero ajeno, pero presumir de ello lo estropea.

¡Oh, Santa humildad de Cristo! -decían los Padres del desierto- ¿quién te pudiera encontrar? Los Padres del desierto: ¡Oh, Santa humildad de Cristo! ¿quién te pudiera encontrar?

Todo pecado destruye al prójimo, piensa hermano, la única forma que tenemos de salvarnos de esta maldición demoníaca es ser humildes ¡que no lo somos! Reconozcámoslo con el Señor. ¡No somos humildes! No te consideras el último ni el peor de todos ¡No! ¡Qué va! Pues estamos fuera del tiempo, fuera del sitio, fuera del camino del cielo. Los que están en el camino del cielo van por un camino, que es el camino de la humildad.

Ser humildes. ¡Sé humilde, Kiko, considérate el último y el peor de todos! ¿Yo? ¿Que me considere el último, yo? Y eso ¿cómo se hace? ¡No tengo ni idea! ¡Pero si a mí me has puesto aquí al mando de toda esta gente!

Os acordáis de que aseguraba que fue a Palomeras a ponerse a los pies de los últimos, a su servicio… Pues era mentira. Siempre su idea fue ponerse por encima y al mando de todos.

Esta gente ¿quiénes son? ¿quiénes sois vosotros? ¿Por qué tengo que estar hablando a vosotros? ¡Considérate el último y el peor de todos! y quizás te salves del infierno, porque no te creas que es fácil, es muy difícil entrar en el Reino de Dios. Me decía un pobre que me encontré en la calle, yo siempre le daba dinero, nunca pedía limosna, estaba siempre allí, en pie, yo me di cuenta que era un ser extraño y me acercaba y le daba 50 € siempre que pasaba. Y un día me dijo: “¡Qué difícil es entrar en el Reino de los Cielos! Mire usted, yo vivo en la calle, duermo en el suelo y le digo que es muy difícil entrar en el Reino de los cielos”. Le di las gracias, por lo que me acababa de decir ¡qué difícil es entrar en el Reino de los cielos! Solamente entran los niños y los que son como los niños, los pequeños, los pequeños y aquí pequeño… ¡No hay ninguno! ¿Niños, aquí? ¡No hay ninguno! Humildes. ¡La humildad!

La increíble historieta del pobre que coleccionaba billetes y dormía en la calle para no gastarlos. ¡Ja! Yo también soy muy generosa con el dinero ajeno, pero presumir de ello lo estropea.

¡Oh, Santa humildad de Cristo! -decían los Padres del desierto- ¿quién te pudiera encontrar? Los Padres del desierto: ¡Oh, Santa humildad de Cristo! ¿quién te pudiera encontrar?

Ahora vamos a ver uno a uno, a ver: ¡Éste! Éste ¿es humilde? Hace así con la cabeza, ¡eso! mueve la cabeza como un burro, que es lo que eres. ¡Oh Santa humildad de Cristo! ¿quién te pudiera encontrar? ¡Oh, si Dios quisiera adornarte de su amor, de su presencia y de su humildad! Pero, para ello, tendrías que renunciar a todo, a todo, a la mujer, a los hijos, a la vida, ¡a todo! y abrazarte a Cristo y decirle: “¡Aquí me tienes, Señor, haz de mí lo que quieras!”. Porque amar a Cristo es la única realidad, el resto es todo vanidad y ¿quién hay aquí que ame a Cristo de verdad? Bueno, pues si quieres amar a Cristo, déjalo todo y ponte a pedir limosna por amor a Cristo, a la puerta de una iglesia, sentado, así, y si te dan algo se lo das a un pobre. No sé qué tendrías que hacer para que Cristo sea todo en ti ¡Todo en ti! Cristo, el Hijo de Dios que vino a la tierra para salvarnos del egoísmo, de la soberbia, del orgullo, de la lujuria y darnos de su amor y de su presencia.

Niñitos, no lo hagáis. La burla de ponerse a pedir limosna no es cristiana. Si quieres hacer algo por Cristo, visita los hospitales o acompaña ancianos, pero no escuches a Kiko, que no tiene ni idea y lo demuestra cada vez que habla.

Pero esa presencia tiene que ser reconocida y si ve que uno, después de que está revestido de Cristo, le tiene sin cuidado, pues el Espíritu Santo se va, se va. A ver en quien de los que están aquí, que el Espíritu Santo no se ha ido, sino que ha quedado en vosotros, porque le queréis, le amáis, le dais las gracias de que esté en vosotros, de que os ha elegido, de que no estéis por ahí matando, robando, asesinando, fornicando, como un hijo del demonio, como tantos millones de hombres que viven así, y que Dios no puede hacer nada, porque nos ha dado un misterio inmenso que es la libertad. ¡La libertad! Mirad las cárceles llenas de asesinos, de ladrones, de sinvergüenzas, de canallas, de gente que estupra, y tú estás aquí por su misericordia.

¿Entiendes, niñito? Solo hay un camino. Si no estás a los pies de Kiko, es que están por ahí matando, robando, asesinando y fornicando. No hay más. Tú verás.

 Y ¿cuántas veces le has dado gracias al Señor, de su presencia y te conmueves de la presencia de Cristo en ti y le das las gracias por toda obra buena que hay en ti que viene de Él? ¿Y quisieras ser cristiano, obedecerle ocupando el último lugar? Pero no lo ocupas de ninguna manera, ni en la familia, ni en el trabajo, en ninguna parte. ¡Ocupa el último lugar! ¡Hazte pequeño! Solamente los niños entran en el Reino de Dios, y los que se hacen como los niños.

Hermanos, convirtámonos a Cristo y hagámonos pequeños, ocupemos el último lugar. ¡Considérate el último y el peor de todos! Eso te lo dicen los Padres cristianos, antes que tú, que se fueron, dejaron el mundo y se fueron al desierto para ser cristianos, que se dieron cuenta que en el mundo era imposible ser cristiano. Entonces se fueron a una gruta al desierto para estar sólo con Él, con el Señor, sólo con el Señor, dándole gracias de tener la vida y pasaban la vida en oración, con la Escritura. Son de los pocos privilegiados que se dieron cuenta de lo que significaba “ser hombre”.

Los apóstoles no hicieron un agujero en el suelo y se metieron dentro para ser cristianos, los santos de categoría normal, tampoco… ¿A ver si ninguno de ellos fue cristiano?

Hermanos, Cristo te ha creado para él. Reconozcamos que le queremos poco, que somos muy injustos, que le amamos muy poco. ¡Amar a Cristo es la única verdad, el resto es todo vanidad! Y ¿cómo se ama a Cristo? Haciéndote el último y el peor y considerándote el peor de todos, poniéndote al servicio de todos, porque tú eres el último, el último de todos. Aquí no tendrías que estar, si te consideras el último.

Son muy injustos, una verdad ha dicho. Y no tendrían que estar en una kikadas, sino en sus casas. Me preocupa que Kiko sea capaz de decir dos verdades seguidas, a ver si le pasa algo.

Por eso, hermanos, ánimo, que este encuentro te permite amar a Cristo y darle gracias, porque te llamó, te llamó a Él, a estar con Él, te dio una comunidad, te dio catequistas y tú le has dado pocas gracias. Tendrías que dejarlo todo y estar con Cristo, ¡Todo! Amar a Cristo y estar con Él es la única verdad, el resto es todo vanidad. Hermano, esto es lo que te dice un catequista, un pobre como tú, yo no soy más que tú en nada, soy más pecador, más consciente de mis pecados que tú, quizás, por eso me considero un pecador, tengo mayor luz sobre qué es el pecado, por eso no merezco estar aquí, ni hablarte de Dios, porque no me considero digno.

Por eso lo que hace es soltar tonterías, para no hablar de Dios, que no sabe.

Pero el Señor en su infinita misericordia me dice: “¡Háblales!”. Pues si yo quiero ser humilde y pobre, no tengo más remedio que obedecer al Señor, obedecerle y aceptar estar aquí, hasta que Él quiera, quiera llevarme con Él. Espero que me lleve al cielo, bueno, o al purgatorio, porque pecador lo soy y mucho, pero al infierno ¡no! En el infierno no hay amor a Dios. En el infierno están los que detestan a Dios y están tan contentos de odiar a Cristo, en el infierno, allí pueden blasfemar contra Dios, detestarlo. Porque eso puede suceder, que se revuelve todo en ti, y te transformas en un hijo del demonio, porque ésta es la libertad que tiene Dios.

Otra tontería: en el infierno están tan contentos. Claro y hacen ágapes todos los viernes.

En el mundo el hombre es libre hasta para negar a Dios, hasta el extremo de hacerse un secuaz del demonio y odiar a Cristo y odiar a la Iglesia y odiar a Dios, y nos puede pasar a todos, a todos. Si se retira el Señor, si levanta su mano de nosotros, puedes cometer barbaridades, ¡barbaridades! Están violentando a niñas en el mundo, destruyendo su sexualidad y su vida para toda la vida. Está todo lleno de pecados horribles, están las cárceles llenas de hombres que ha engañado el demonio y tú estás aquí, no estás en una cárcel por misericordia de Dios.

Estás en la cárcel del Camino, que te impide ser libre y hacerte adulto.

Por eso, démosle gracias al Señor, démosle gracias, sintamos dentro de nuestro corazón gratitud a su amor y a su misericordia. Y rezad por mí, que soy un pecador. Recemos unos por otros para que no caigamos en las trampas del demonio. Porque Dios nos ha hecho libres para caer y para detestar a Dios.

Sin comentarios.