Jerigonza de categoría superior

 

He tenido la suerte de cruzar mis pasos con los de personas muy muy inteligentes. Las he visto enfrentarse a problemas y desafíos, acotar el alcance, analizar la información disponible, cuestionarse todo, despiezar el problema, buscar nuevos enfoques, localizar defectos y supuestos errados, encontrar similitudes, deshacer bucles… Por mi experiencia, las personas muy inteligentes no lo fían todo a la inspiración del momento, sino que tienen la cabeza muy bien amueblada.

Y parte de esa excelente organización mental se manifiesta en que son muy buenos a la hora de trocear un problema para explicar la dificultad y las opciones para resolverla, poniendo el acento en pros y contras de cada solución.

Digo lo anterior porque he encontrado la transcripción de “una palabra” de Carmen del año 2002, cuando ya había concluido la JMJ de Canadá, que es cuando los kikos se juntan a escuchar kikadas.

Nunca he entendido por qué los bulos aseguran que la finada de categoría superior era un prodigio de inteligencia. Si lo fue en otra época, lo ignoro, pero en sus discursos lo disimulaba extraordinariamente, hasta el punto de que lo suyo no es una palabra ni dos ni media, sino una jerigonza sin pies ni cabeza. Ya en el año 2002 no hilvanaba las ideas, saltaba de un tema a otro, dejaba las frases a medias y no completaba nada. No era capaz de estructurar un discurso y menos aún de seguir un hilo conductor, y el resultado de tanta anarquía mental era que no se entendiese nada.

Comprobadlo vosotros.

«Sabed que Adán pecó a las tres del sabbat, faltaban tres horas para comenzar el sabbat, tres horas».

¿Será que Carmen se convirtió al judaísmo? Y además, al judaísmo más apegado a los cuentos para niños, porque parece hacer referencia a un midrash -es decir, un relato fantasioso que ni los mismos judíos consideran revelación divina- que cuenta que fue en el sexto día de la creación cuando tuvo lugar la creación de Adán y Eva, la tentación de la serpiente y la transgresión de la ley recibida. Todo ello al atardecer, antes del sabbat. Pero no sé en qué se basa Carmen para afirmar categóricamente que Adán pecó tres horas antes del sabbat… Como no sea que lo vio gracias a la capacidad kikótica para los viajes espaciotemporales y a la bola de cristal para ver incluso los pensamientos de diosito…

«Y es interesante que lo hace a la misma hora, esta coincidencia que dice la tradición con la muerte de Jesucristo a las tres».

Hay que saber diferenciar entre las Escrituras y la tradición. La tradición NO es relevación divina, la religión sostiene que la Biblia sí lo es. La hora de la muerte de Cristo no es asunto de la tradición, está en los Evangelios (“la hora nona”, es decir, nueve horas después del amanecer). Y los estudiosos, con ayuda de cálculos astronómicos, han concluido que la pasión tuvo lugar el 7 de abril del año 30 sobre las tres de la tarde. Y que la puesta del sol de la primera Pascua cristiana -el arranque del sabbat para los judíos- tuvo lugar a las 18:23 de ese mismo día.

«Y si vais a la iglesia que está en Jerusalén -se refiere a la iglesia del Santo Sepulcro-, en el centro veréis que está la Resurrección y el Calvario, en el Gólgota. Y debajo hay una piedra que dice la tradición era de Adán».

¿Y qué? Pues te quedas sin saberlo, porque no explica qué narices pinta Adán en la iglesia del Santo Sepulcro. La tradición -esta vez sí- dice que la sangre del crucificado alcanzó el lugar donde estaba sepultado Adán y lo rescató de la muerte. Y como “prueba” se custodia en la capilla de Adán una piedra partida, pues al morir Cristo tembló la tierra, se rompió la piedra y fue así como la sangre redentora llegó hasta los huesos de Adán… Y ni una mención a Eva, ya que estamos.

«Resulta que Adán se encuentra desnudo, y que Dios le da una túnica, y dice que era una túnica de pelo. Dios lo manda fuera del paraíso, sin embargo le concede la posibilidad de no permanecer en las tinieblas, poniéndole una túnica de luz. Esta es una tradición fantástica y comprobada que no aparece solamente en la Escritura». 

Carmen retrocede del Adán sepultado al Adán transgresor que es expulsado del paraíso. Y se inventa un cuento sobre una túnica de pelo de luz que no existe en la Escritura, por mucho que ella lo presente de forma confusa como si fuese artículo de fe. De nuevo su conocimiento esotérico debe proceder de su habilidad con la bola de cristal.

«La Biblia contiene un conjunto de tradiciones vivas, una liturgia, cosas muy interesantes y mucho más importantes que la túnica blanca, que parece que se la inventa Jesucristo en el Tabor, porque como decía antes, en el mismo momento en que Jesucristo se transfigura con esta vestidura blanca, el sumo sacerdote está entrando en el Sanctasanctórum de la sinagoga, todos vestidos con grandes túnicas reales, ¡¡y se pone la vestidura blanca!!».

Aquí hay mucha tela que cortar. Primero: ese desprecio sobre lo que «parece que se inventa Jesucristo» en la Transfiguración. En el libro del Éxodo se narra que Moisés baja del Sinaí con el rostro resplandeciente, pero la luz que refleja Moisés no procede de él mismo, la ha recibido en el monte. Y a Moisés no se le cambian los vestidos ni conversa con ningún profeta, por más que pueda parecer que la intención de Carmen es minusvalorar la Transfiguración en favor de otros relatos veterotestamentarios.

Segundo: el sanctasanctórum no existe en la sinagoga ni el lugar del sumo sacerdote es la sinagoga, sino el templo.

Por otra parte, esa afirmación rotunda de que justo justo justo en el momento de la transfiguración el sumo sacerdote penetra en el sanctasanctórum, no figura en las Escrituras ni en la tradición ni en los cuentos judíos para niños, puesto que a los judíos les resbala la Transfiguración de Cristo. Así que ese conocimiento ha de proceder de la capacidad de Carmen para los viajes espaciotemporales. Porque no puede ser que tome por tontos a los oyentes y se lo invente, ¿no?

Lo cierto es que el paseíllo del sumo sacerdote por el santo de los santos solo tenía lugar una vez al año, el día del perdón, el único día en que el sumo sacerdote traspasaba el velo, entraba en el santo de los santos -vestido con una túnica blanca de lino- y pronunciaba el nombre de Dios.

Pues bien, lo que dice la tradición cristiana es que justo el mismo día -no dice que fuese justo a la misma hora- que el sumo sacerdote pronuncia el nombre de Dios, Pedro proclama que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16). Es decir, Pedro ejerce de sumo sacerdote en presencia del mismo Dios.

Y el evangelista se molesta en señalar que seis días después, Jesús se lleva a Pedro, Juan y Santiago a lo alto de un monte y allí, mientras ora, se transfigura y charla con Elías y Moisés. Resulta que, en el judaísmo, seis días después del día del perdón es la fiesta de las tiendas, por lo que tiene sentido que Pedro proponga a Jesús construir tres tiendas y quedarse allí.

«Es interesante ver que, después de la creación, Dios no se ocupa de enseñar tecnología, no enseña el uso del fuego, ni cómo hacer pan ni nada, sino que la única cosa que hace es enseñar al hombre a vestirse, a la "moda", y este mandamiento del vestir a los que están desnudos, en la tradición hebrea, permanecerá siempre como el primer mandamiento de la misericordia».

Dice la Escritura que Adán y Eva, ellos solitos, se prenden unas hojas de higuera para cubrir su desnudez. La tradición dice lo mismo. Los cuentos judíos para niños también, solo que algunos discuten que fuesen hojas de higuera, por más que esté escrito en el Génesis. Pero Carmen, en su libertad, patea el Génesis, la tradición, los midrash y lo que se ponga por delante y dispone que Dios enseña a vestirse a los desterrados.

Y luego, la manía de referirlo todo al judaísmo, a la tradición hebrea que, si por algo se distingue, es por tener infinidad de normas y reglas, sin que nadie -salvo Carmen la de la visión sideral- pueda decir cuál de las normas de caridad es la primera.

«¡¡Esto del vestido es muy importante!! Esta túnica de luz que nos da al principio en el paraíso es muy interesante, porque está unida al perdón».

El desvarío progresa. Si antes la túnica fue para Adán, ahora resulta que todos la han recibido. Si antes la dádiva se produce en la expulsión, ahora tiene lugar en el paraíso. Y además, aprovechando que las vestiduras sacerdotales del día del perdón son blancas, se saca de la manga que la presunta dádiva para todos tiene alguna relación misteriosa, arcana, esotérica e incomprensible con el perdón. Lástima que la revelación no cuente nada de semejante cuento.

«Y este hombre que me ha enviado esto sobre el vestido, me dice que cuando hablé de José en Egipto, él ¡no sabía quién era este José!, pero siendo algunos ya antiguos ¡cómo no sabéis nada de la Escritura! José es un patriarca como Abraham, Isaac, Jacob. Y José pertenece a una cuarta generación. Pero es la figura que más hace presente, ya en el futuro, a Jesucristo, porque también él es vendido por veinte monedas. Jesucristo por treinta, un poco más. Le cogieron la túnica y se la pusieron en la sangre roja. El rojo de la sangre es siempre, o quiere decir que había dado la vida, y la habían manchado con la sangre de un cordero, y presentándosela al padre, le habían dicho que había muerto y que lo habían devorado las hienas. Es ya un preámbulo de que Jesucristo será verdaderamente el cordero, que coge verdaderamente el pecado con su sangre. Este pasar del rojo al blanco es interesantísimo, ¡esto es el perdón! Por eso el Papa viste de blanco».

Lo de José es una de esas ideas que se le cruzan a Carmen que no tienen nada que ver.

Que un kiko «ya antiguo» no tenga ni idea de la Escritura, tampoco es sorprendente.

Lo de pasar del rojo al blanco tal vez se refiera a que, según la tradición judía -judía, no cristiana-, Dios hacía un milagro patente para que el pueblo supiese que sus pecados habían sido perdonados. La historia es la siguiente: el sumo sacerdote sacrificaba un novillo y un cordero y con la sangre rociaba el sancta sanctorum. La sangre -mezclada con agua para que estuviese fluida- resbalaba y salía del templo por un canalillo. Pues bien, cuando el segundo cordero, el que había recibido las culpas del pueblo, moría en el desierto -lo despeñaban para asegurarse de que muriera-, la sangre que manaba por el canalillo se volvía blanca en señal del perdón otorgado por Dios.

La tradición -judía- también dice que dicho milagro dejó de producirse antes de la destrucción del templo, sobre el año 30, el mismo año en que se calcula que Cristo fue crucificado.

En cuanto a ligar la fiesta del perdón con la vestidura papal, es un error. Al principio, el Papa vestía de púrpura. Fue un dominico quien, tras ser elegido Papa, decidió mantener el hábito blanco de su orden. Y sus sucesores lo conservaron como tradición.

«Mirad como es importante el vestido. En oriente, y también aquí, con esto de las modas, el vestido ha pasado a ser algo muy importante. Uno puede ver cómo es la persona según como va vestida. Y el vestido dice verdaderamente quién tiene el poder, quién es el rey y que honores tiene».

En suma, Carmen, la de la sudadera Adidas, se deja guiar por las apariencias. Pues según las apariencias, Jesús no era más que un carpintero lunático, porque no vestía de púrpura ni de blanco, ni llevaba orlas de hilo de oro, ni collares ni pulseras.

«Estas túnicas significan que por delante está el honor y por detrás lo peor. Jesús lo mismo delante que detrás nos quiere decir que también lo peor (los pecados de la gente n.d.r.) se transforma en honor, en la cruz, en una serie de significados simbólicos que son muy importantes, porque la simbología habla, y es algo fantástico... Mirad como es de importante la túnica de Jesucristo, y como se transformará su túnica con la Luz en blanco, y como se dice que los elegidos... nosotros hacemos la Elección finalizando con el Bautismo».

Ya lo ha conseguido: no entiendo nada. No sé que paparrucha es esa de lo peor que se transforma en honor, salvo que se refiera a que al final del camino que no termina, lo peor -porque cada neocatecúmeno está llamado a reconocerse el último y el peor- se reviste con una túnica blanca para ocultar lo que hay debajo y finge ser gente de honor. Y se da un baño de re-bautismo o algo así. Porque aunque Carmen pretenda que lo que ellos hacen es un Bautismo, no es más que un kiko-rito carente de validez.

«También a vosotros desde pequeños, cuando os han bautizado, os han puesto una túnica blanca, que significa verdaderamente el futuro, la Transfiguración, la luz adonde vamos, hijos de la Luz, y es esto lo que significa».

Pues todavía no he visto transfigurarse a ningún kiko.