Bibliomancia del Camino Neocatecumenal

Este año es tan providencial que muchas comunidades adultísimas, de esas que se revisten de blanco en Pascua para que no se vea lo que hay debajo y convierten la Santa Misa en un guateque raro en el que degustan chupitos, han dispuesto que este año la kikada suplantadora de la festividad del Corpus Christi la lleve a cabo cada cual en su casita y Dios en la de todos.

Ya he contado otras veces en qué consiste dicha kikada. Por ejemplo, puede consultarse aquí y aquí.

Pues el caso es que este año muchos se han librado del paripé del rosario de rodillas con los brazos en cruz, de dormitar en una silla metacrilática, de picoteo y cafeteo a deshora y, sobre todo, de la historieta de poner a diosito a prueba con la exigencia de que hable a través de la bibliomancia.

Es una pena que lo de dejar pasar la ocasión de practicar la kikada no haya respondido a que esos kikianos tan adultísimos se hayan dado cuenta de que la charanga que se les exige se parece más a un rito chamánico y supersticioso que a otra cosa, sino que ha sido por la famosa covid-19, para no estar juntos tantas horas, compartiendo picoteo y vasos de café, que ya van teniendo una edad en la que los resfriados pueden complicarse aparatosamente.

Pero por algo se empieza. Así que tengo el placer de comunicar que este año no he sido la única que he dicho que conmigo no contasen para hacer el payaso y tentar a Dios, sino que más de media comunidad ha dicho que el rosario lo rezarán como siempre, sin posturitas que no vienen a cuento, y que lo de la lectura que te va a revelar lo que diosito quiere de ti para todo el año (hasta el próximo Corpus) ni les hacía falta realizarla en mitad de la noche ni tampoco compartirla con los amadísimos hermanos de comunidad.

Me alegro por ellos, por los que no obedezcan y abandonen la bibliomancia.

Creo que hay algo maligno en la kikada que suplanta al Corpus Christi. 

Durante todo el laaaaargo camino a ninguna parte, pensé que el CNC renegaba de la festividad de Corpus Christi como reniega de todo lo de los religiosos de misa de 12. Nunca jamás a lo largo de los más de veinte años que le llevó a mi comunidad alcanzar el estatus de tunicados, se mencionó el Corpus. Era como las novenas o la devoción por tal o cual santo: cosa de beatorros y meapilas. Algo que en el CNC no se difundía ni se practicaba ni se alentaba, sino todo lo contrario. Eso pensaba.

Pero la realidad es mucho peor.

Cuando te declaran kikiano adulto y solo entonces, te descubren una ceremonia cercana al vudú y la magia negra en la que se suplanta la adoración al Cuerpo de Cristo por la bibliomancia. Como suena.

Esa noche que la comunidad pasa en vela, todos juntitos -de eso se trata, pero yo siempre me he negado a participar en tal kikolarre-, el plato fuerte es abrir la biblia al azar para que diosito te hable y que lo haga delante de toda la comunidad. De uno en uno todos esos kikianos tan adultos leen a la comunidad un fragmento seleccionado al azar y a continuación deben llevarlo a su vida y contarle a la comunidad qué es lo que diosito les dice, qué quiere diosito de ellos, de qué les advierte, qué les reprende. En suma, han de aplicarlo a su vida y sus circunstancias como sea, porque si el interesado no lo hace, ya se ocupará algún hermano bien intencionado de hacerlo, por más que se suponga que el interesado es el único que puede hablar sobre lo que ha leído.

Insisto, la ocurrencia me parece maligna, digna de un hijo de Lucifer.

Es la festividad del Corpus Christi, la Iglesia entera está reconociendo y adorando a Dios en la Eucaristía, y los kikos practican la magia y consultan la bola de cristal, aunque lo enmascaren de inspiración auspiciada por la lectura al azar de la biblia. Ya puestos, lo mismo podían pedir consejo a la bruja Lola.

Por cierto, seguro que pocos obispos saben de las desviaciones pseudomágicas del kikismo, porque este kikolarre es arkano de marca mayor.