Tostón publicitario. Adviento 2019 (VII)

Bueno. Ya queda poco. 

El objetivo de la "scrutatio"

La sesión de ayer del tostón publicitario concluyó con la llamada para que todas las comunidades implanten las sesiones mensuales de la rimbombante scrutatio que, hasta ahora, no era otra cosa que una excusa para reunir a los jóvenes de diferentes parroquias y comunidades para que se conocieran y, a ser posible, se emparejasen entre ellos, sin peligro de mezclarse con cananeos o cananeas.

Este año, sin embargo, Kiko le ha dado otra perspectiva a la cosa, un aditivo más, no se trata de una alternativa, sino de añadir un extra: nutrir a los centros vocacionales. Porque lo que sucede es que les han dado varios toques acerca de la conveniencia de cerrar determinados RM por falta de vokaciones. Y como Kiko es tan sensible cada vez que se lo mencionan le da una pataleta. Así que hay que poner a los kikotistas a la caza y captura de posibles presbis.

Y aquí es donde aparece la pomposamente llamada scrutatio. Un lugar de reunión de solteros y solteras bajo la supervisión de kikotistas oteadores de posibles presbis.

Por eso Kiko acabó la arenga recordando que en España también hay un centro vocacional -¿qué tendría que ver tal existencia con la scrutatio si la finalidad no fuese la arriba señalada?- y que los kikotistas pueden “invitar” a los chicos incluso si no se han levantado para ser sacerdotes -¡dijo sacerdotes!-. Y volvió a insistir en el tema: Si veis en vuestra bola de cristal o con vuestra visión de rayos ultra siderales que a los chicos no levantados les haría bien pasar por un centro vocacional para impostarles la vocación que no tienen, podéis “invitarlos”. ¡Se levanta la veda del seminarista!

El siguiente tema tratado, que tampoco tenía nada que ver con el Adviento sino con publicitar la cosa suya, fue el de las kikotesis en las casas.

¿Y eso qué es?

Pues eso es una forma de saltarse el control del obispo, al que según su aprobadísimo estatuto sirven y obedecen, y la censura de los párrocos. En otras palabras, cuando en una zona el obispo del lugar dice que no los quiere -hay varios casos, además de los famosos de Guam y Japón-, lo que hacen es esconderse en las casas, porque el Camino no sirve a la Iglesia, sino que se sirve de la Iglesia donde puede, y donde no puede, se sirve solo de los incautos que llenan las bolsas. 

La arenga -por una vez breve- de Kiko se centró en que el hecho de reunirse a escondidas en casas particulares no podía ser una excusa para relajar o resumir los tostones, porque como es tan, tan humilde, considera que los mamotretos, las kikotesis, son una revelación del señor -me niego a ponerlo con mayúsculas, porque tengo claro que el único señor revelado en los kikotretos es un burgués llamado Kiko- y son santas -sí, como mi trasero-. De modo que está terminantemente prohibido resumir o quitar kikotesis, hay que hacer las quince sesiones que tan “fisnamente” llama encuentros -en la tercera fase, supongo-.

Además explica que se tienen que hacer por grupos: a una casa van siete u ocho captados y a otra casa los ocho restantes -pues claro, no suele ser fácil sentar a 20 personas en un solo salón-. Pero luego, suponiendo que cuenten con el apoyo de algún presbi -por eso y para evitar el cierre de RM necesitan presbis- y que de lo que se trate es de esquivar al obispo al que no sirven ni obedecen, se reúnen todos juntos en la parroquia para hacer la celebración penitencial.

Esta modalidad de kikotización a hurtadillas es engorrosa porque requiere varios equipos de kikotistas. Por eso, al hacer la convivencia final no solo hay que encontrar un lugar oculto -oculto para el obispo- donde meter a la comunidad que salga -si sale-, sino que los distintos equipos de kikotistas tienen que sortear cuál de ellos será el equipo kikotista de la nueva comunidad, si es que sale una comunidad.

Tras toda esta publicidad fuera de lugar, el padre Mario decidió ¿dar una palabra?

Empieza agradeciendo el regalo que le hicieron los chicos del RM de Madrid con motivo del 50 aniversario de su ordenación... este… ¿presbiteral? Ya sabéis, el sacramento se llama orden sacerdotal, lo de ordenación presbiteral debe ser otra cosa. Y no se incluye entre los sacramentos de la Iglesia.

El caso es que Mario no tiene nada que contar sobre su viajecito a Éfeso, sino que ha pedido hacer uso de la palabra porque en su opinión ha descubierto que la “descripción” -como veréis no es una descripción, es una novela con diálogos y todo- de S. Juan Damasceno sobre el funeral de la Virgen María es clavadita a los funerales que hacen en el Camino:

«… y no hubo un cristiano que no viniera a llorar junto a su cadáver, como si de la muerte de su propia madre se tratara».

Pues mucha semejanza con un funeral de kikianos no tiene, por lo de la presencia de los cristianos y los llantos de tristeza lo digo.

«Su entierro parecía más una procesión pascual que un funeral. Todos cantaban el Aleluya con la más firme esperanza de que ahora tenían una poderosísima Protectora en el cielo para interceder por cada uno de los discípulos de Jesús.»

Esperanza que no ocultaba su tristeza. Otra diferencia.

 «En el aire se percibía el olor de suavísimos aromas, y a cada uno le parecía estar escuchando el sonido de una música armoniosa. Pero el Apóstol Tomás no había conseguido llegar a tiempo. Cuando llegó, los hermanos ya habían regresado de sepultar a la Santísima Madre. “Pedro —dije Tomás—, no me puedes negar el gran favor de poder ir al sepulcro de mi amadísima Madre para dar un último beso a esas santas manos que tantas veces me bendijeron”. Y Pedro aceptó. Se fueron todos hacia el “Santo Sepulcro”, y cuando ya estaban cerca volvieron a sentir en el ambiente el olor de suavísimos aromas y el sonido armonioso de la música en el aire. Abrieron el sepulcro y en lugar del cadáver de la Virgen encontraron solamente… una gran cantidad de hermosas flores. Jesucristo había venido, había resucitado a su Madre Santísima y la había llevado al cielo. Eso es lo que llamamos la Asunción de la Virgen. ¿Y quién de nosotros, si tuviera el poder del Hijo de Dios, no hubiera hecho lo mismo con su propia Madre?».

¿Parecidos con los funerales kikos? Mario está mayor; debe ser que ya ni huele ni escucha ni ve, por eso no sabe que en los funerales kikos no hay olor ni música celestial ni del sepulcro de un kiko desaparecen el cadáver para llenarse de flores.

Fiesta funeral para aliviar depresiones

Pero el hombre todavía no ha acabado de decir sandeces. La última es que asegura que un desconocido que vive el cualquier sitio impreciso cerca de su pueblo, como sabe que los funerales del Camino son una fiesta -pues en el de la Virgen todos lloraban, que lo dijo un santo-, se dedica a presenciarlos cada vez que está deprimido, que debe ser que los neocatecumenales tienen la costumbre de hacer los funerales en el pueblo de Mario y notificar con antelación cuando y a qué hora son todos y cada uno de ellos, para que los que están en depresión puedan acudir.

Dicho lo cual, a Mario no se le ocurre otra cosa que preguntarse: ¿Qué mensaje de la Virgen he recibido yo? Porque él no va a ser menos que los demás, que para eso también es kikotista. Así que dispone que no ha sido un mensaje, han sido tres. Primero: ya se sabe que diosito te va a enviar todo tipo de sufrimientos, desgracias y dolores, así que acéptalos. Segundo: vivir anhelando la venida de Dios. Tercero: dar testimonio de Cristo resucitado.

Y se acabó… casi, mañana más.