Secretos y mentiras neocatecumenales

Se ha dicho infinidad de veces que los neocatecumenales son el culmen de la incoherencia. Son los “pedores” de la Tierra, pero a la vez se consideran mejores que nadie; dicen que el otro es Cristo, pero también dicen que el otro les destruyey les amarga; se supone que quieren hacer el bien, pero la kikotina les demuestra que no pueden, están incapacitados para otra cosa que no sea pecar, pecar y pecar; les han convencido de que la conversión es imposible sin obediencia, pero dudo que haya un solo kiko obediente a su obispo.

Un ejemplo claro es la farándula kika de la "uka del gallo".

Al obispo no le gusta el pitorreo, y con razón

Lázaro decía en un comentario que sus suegros, tunicadísimos y pata negrísimos ellos, montaban en su casa un jolgorio pseudo-místico-gastronómico con tal motivo, pero que era un jolgorio medio de extranjis,  porque -cito literalmente- «al obispo no le gustan estás cosas», que es el eufemismo kiko para decir que lo hacen a escondidas porque se trata de una flagrante desobediencia a las clarísimas directrices del obispo y de la Iglesia católica y, por tanto, dejando claro que para ellos el kikismo es lo primero.

En términos generales la Iglesia católica prohíbe la misa fuera de los lugares sagrados; por tanto quedan excluidos, las “capillitas” privadas, el jardín de un chalet, los hoteles, las calles, etc.

A propósito de las capillitas privadas, resulta que no son válidas si se construyen a capricho y sin la debida autorización eclesiástica.

Cierto es que la Iglesia contempla la posibilidad, por necesidad y justa causa, de permitir la celebración de la misa de manera muy excepcional en una casa familiar, pero para que sea lícito hay algunas condiciones:

1.- Se permite la misa donde haya un enfermo en estado muy grave. En este caso, quien la celebre debe contar con una autorización por escrito firmada por el párroco del enfermo y la misa debe incluir la administración de la unción de los enfermos. Y otra condición: tal misa debe estar abierta a la comunidad eclesial, pues la misa nunca es privada en el sentido estricto de la palabra.

2.- La misa se debe celebrar en un sitio de la casa que sea decoroso y honesto; en un lugar ‘digno’ dice el canon 932. No se debe celebrar ni en el dormitorio, ni en el comedor, ni utilizar para la misa la mesa usada para comer. Además, la mesa debe revestirse con un mantel litúrgico, no con el mantel de la casa, aunque esté limpio.

3.- Fuera del caso de un enfermo grave, el párroco deberá establecer si es absoluta y realmente necesario usar una casa para la celebración de la misa. Por ejemplo, si hubiera una iglesia o un oratorio cercanos nada podría justificar el uso de otros lugares.

Sospecho que en el caso de la juerga litúrgica-gastronómica en casa de los suegros de Lázaro no se daba la circunstancia de un enfermo gravísimo, ni se contaba con permiso escrito de nadie, ni hubo otra mesa que no fuera la misma donde después se sirvieron las gambas, el vino y los turrones, ni se trata de que vivan en una tierra de misión en la que haya que desplazarse lejísimos para dar con una iglesia u oratorio.

En suma, sospecho que contravinieron todas las normas, por lo que la uka del gallo era ilícita.

Lo peor es que también sospecho que lo sabían y que les importaba un bledo o, mejor dicho, lo único que al parecer les importaba era mantenerlo en secreto, porque sabían que obraban mal.

¿Cristianos adultos? Te rilas, prima, te rilas.