Segundo escrutinio (LXVIII)

«No pretendemos hacer de los itinerantes una asociación con una banca privada, como debe tener toda asociación. El problema más serio, uno de los problemas en las asociaciones, es que tienen que sacar dinero, y no saben de dónde, porque la gente no suelta cinco duros, entonces ¿sabes que hacen? Se ponen a dar lecciones para ganar dinero, a hacer seminarios. Porque no tienen dinero. Luego sale que una orden religiosa que nació para las misiones se ha dedicado a dar lecciones, a construir colegios pero sin tener un profesorado normal porque el que es graduado quiere mucho dinero y entonces no deja ingresos. ¿Cómo harán para dar de comer a los quinientos alumnos del seminario? Entonces tienen que poner a un sacerdote. Entonces ese pobre chico que entró en esa orden para ir a una misión al Congo se encuentra engañado, porque en vez de ser un misionero en el Congo, está dando clases de matemáticas en una escuela.»

El hijo de la mentira explicando que la falta de misioneros es culpa de las órdenes y movimientos. Lo peor es que dudo que tales falsedades sean fruto de la ignorancia, dudo que no sean intencionadas.

«Esta es la catástrofe y la tragedia de muchos religiosos. Y todo proviene de lo mismo. Pero veamos: ¿dónde está el mal? En el hecho de que no vivimos el Cristianismo como debería ser. Nosotros, gracias a Dios, no tenemos necesidad de fundar, de formar una asociación.»

Tal vez alguien ignore que existe, por ejemplo, una fundación llamada HERNANDEZ BARRERA-DOMUS GALILEAE, constituida en Abril de 2010, que no es ni mucho menos la única fundación en la que, por pura casualidad, figura como patrón un tal Francisco José Gómez-Argüello Wirtz, que a saber quien es.

«Cuando se funda una asociación, se necesita un seminario. Este seminario necesita muchísimos millones para funcionar. ¡No digamos si también hay que construirlo! ¿Quién lo construye? ¿Quién lo paga? Y los seminaristas, ¿qué comen? ¡Si no trabajan! ¿Quién les da de comer todos los días? Entonces, ¿quién paga todo esto? ¿La gente? ¿El pueblo? ¿Qué pueblo? ¿De dónde viene? ¿De las limosnas que dan en las misas?»

Los amorosos neohermanos lo saben bien, el dinero siempre procede de una bolsa muy opaca que succiona más que un agujero negro.

«La limosna dada en las Misas resuelve solo una parte. Hay sacerdotes en España que realmente, genuinamente, padecen hambre. El párroco de Zamora ayer, por ejemplo, dijo que nunca había podido irse de vacaciones. Con su pequeño sueldo, vive con toda su familia en un pequeñísimo huerto de su padre donde plantan cebollas y ensalada y cría conejos y gallinas. De esto y del sueldo de sacerdote vive su familia porque las limosnas que recibe son muy pocas y no quiere que se le paguen los funerales que oficia. Pero el milagro más grande es que sea capaz de sacar la última pieza de salami para sus catequistas. Porque tienen hambre.»

Lo que tendría que sacar es la última ensalada plantada. ¡Mira que no haberme enterado antes de que existen las plantas de ensalada! ¡Con lo que a mí me gustan las ensaladas! En todo caso el mensaje neomoralista es claro: antes deja a tu familia sin salami que a tus kikotistas.

«De modo que para poder llegar a esta comunión debéis ser educados, tendréis que tener otra educación.»

Apuesto a que lo que quería decir es que hay que ser amaestrados.

«De lo que ganéis al mes, la décima parte es para la Iglesia, es para los pobres, para ayudar a los itinerantes, para ayudar a vuestros catequistas... Yo no os pido nada, pero quiero deciros que penséis en los catequistas. Porque si no preparamos a la comunidad para que ayude un poco a los catequistas entonces, claramente, llegará un momento en que... Debe ser algo normal, que nazca de vosotros mismos. Nosotros hemos dicho a los itinerantes que no pueden pedir dinero, no pueden pedir dinero a sus comunidades. De lo contrario, sería muy fácil: cada vez que te quedas sin dinero, pides y... Dijimos que sólo se pide dinero para los viajes.»

Traducido: no es suficiente el diezmo mensual, además para cada viajecito se pasa una bolsa adicional.

«Entonces, cuando la comunidad se acuerda, cuando la comunidad quiere recordar, nos da algo. En esto vivimos completamente abandonados al Señor: cuando la comunidad se acuerda, bien; y cuando no, mejor. En cualquier caso. En cualquier caso, yo digo a los responsables que vigilen un poco y se den cuenta de todas estas necesidades. Quiero decir que la comunidad debe comenzar una forma completamente nueva de vivir estos problemas. Entonces podemos despreciar el dinero y no le damos importancia; que sea lo último en tu casa, no lo primero. Que el dinero no sea lo que te separa de tu esposa, que el dinero no sea el que manda en tus relaciones afectivas, sino lo último. Que nunca pierdas algo por dinero. Es una fórmula que he adoptado hasta ahora y, hasta ahora, todo ha ido bien. Nunca he dejado de hacer algo porque costaba dinero, por supuesto si este algo era la voluntad del Señor.»

Mis hijos pequeños tampoco le dan la menor importancia al dinero, piensan que su madre tiene un monedero mágico cuyo contenido es infinito. Y en su vida se han planteado dejar de apuntarse a alguna actividad por dinero.

«Pensé que debía ir con los itinerantes al Monte Sinaí, y era algo que costaba millones, y fuimos andando al Monte Sinaí para que los itinerantes pudieran ver la Alianza del Monte Sinaí.»

El viaje fue carísimo porque no sólo tuvieron que viajar en el espacio, también lo hicieron en el tiempo para ver esa alianza mítica.

«Entonces hay una necesidad del Centro Diaconal... ¡Lo mismo! Poco a poco se va creando esta realidad dentro de las comunidades. Esperamos que este escrutinio haya actuado en vosotros para que se cree, entre vosotros, esta comunidad de bienes.

Y ahora, brevísimamente, os diré algunas cosas sobre el camino. El Camino neocatecumenal, hermanos, se divide en tres fases: primero una fase de anuncio, luego, después de esta fase de anuncio, tenemos el precatecumenado. Después de dos meses de catequesis, tenemos dos años para escuchar la Palabra de Dios. Entramos al precatecumenado haciendo los temas bíblicos que todos vosotros recordáis. Después de dos años hacemos el primer escrutinio; después de otro año, en el cual comenzamos a estudiar los temas de la Historia de la Salvación a través de sus etapas, hacemos el Shema y ahora estamos haciendo el Segundo Escrutinio (Kiko ilustra el dibujo en la pizarra). En este momento estáis aquí.

Todo esto es el tiempo del precatecumenado: el tiempo del precatecumenado es un tiempo de humildad. Ahora entramos al catecumenado. Sois gente que ha entrado al catecumenado. La primera etapa, el precatecumenado, es un tiempo en el que uno debe abrir la oreja. Precatecúmeno es aquel que todavía no tiene la oreja abierta; es un tiempo de descenso, en el que comenzamos a descender por esta escalera, a conocer profundamente nuestra realidad. Es un tiempo de humildad, entendiendo por humildad la verdad: conocer verdaderamente quiénes somos.»

Es un tiempo de engaño, para que rechaces cuanto has sido, cuanto has tenido antes de la comunidad, para que te convenzas de que tu vida, don de Dios, ha sido miserable y espantosa fuera del CNC. Y también para hacerte creer que tu fe no valía nada, no era nada, porque no era fe en el camino. Eso es el precatecumenado neocatecumenal.

«Cuando es iluminada esta realidad profunda que hay en nosotros de orgullo, de soberbia, etc., entramos en un tiempo de combate, de lucha, de simplicidad. Ese es un tiempo de simplificación interior. Ahora tenemos que desmontar, simplificar, debemos destruir. Debemos llegar a la simplicidad, este tiempo del catecumenado es un tiempo de combate, un tiempo importantísimo. Debemos llegar a la simplicidad porque la simplicidad es la santidad. Es un tiempo en que tú ya tienes iluminada tu historia, en definitiva, sabes que Dios actúa en los acontecimientos de tu vida. Ahora no puedes decir que no sabes, tienes abierto el oído. Si te sucede algo, sabes que Dios está ahí diciéndote algo, si quieres escucharlo. De lo contrario, no deberías haber pasado. Pero Dios te está diciendo algo si estás sufriendo muchísimo o no. Ahora Dios está actuando, obrando en su historia para desmontar radicalmente tu orgullo.»

Es decir, una vez que te han convencido de que todo lo anterior, todo lo que eras, era malísimo, deja que otros construyan tu vida por ti, que otros te digan cómo has de ser y de vivir.