Segundo escrutinio (XLVIII)

Beso de vaca amorosa

«¿Qué es el amor? El amor que Dios tiene para el pecador, para el enemigo. ¿Y cómo puede manifestarse? A través de ti. Que el enemigo te mata, que te está destruyendo y que tú no tengas odio hacia él. También con los bienes. Destruyes la sal y la sal da sabor a la sopa. ¡Fíjate! Atacas la sal, el agua ataca la sal, la disuelve, la destruye. Y la sal vuelve con un amor que da sabor. Restituye el mal que se le hace con el bien.»

¡Qué chuminada! Y la vaca, que muere para alimentarnos, tiene un amor que te pasas.

«Esto es la sal. Por eso San Pablo, en su carta a los Corintios, dice. "Llevamos siempre en nuestro cuerpo, por todas partes, el morir de Jesús para que se manifieste en nuestro cuerpo que somos hijos de Dios. Porque se manifiesta en nuestro cuerpo la vida de Cristo. Así que cuando en nosotros opera la muerte, en vosotros opera la vida. Por esto, todos los días, somos como ovejas conducidas al matadero".»

La cita, que tendría que ser 2Cor 4 10-11, está manipulada una vez más; es decir, falsificada.

«Lamento que haya gente que ha pasado y no acepta nada. Apenas su marido hace un gesto fuera de lo normal, si su marido no es perfecto... inmediatamente hace una mueca de disgusto, un gesto horrible. No soporta nada.»

Si alguien conoce un solo marido perfecto, que me lo presente, por favor. Porque yo no sé de ninguno y, sin embargo, sus mujeres no les hacen gestos horribles a sus imperfectos maridos.

Me disgusta

«Me disgusta, hermano. No nos dejamos destruir porque no tenemos el Espíritu de Jesús. Porque tú puedes dejarte destruir, primero debes recibir la sal; debes recibir el Espíritu Santo que te hace discípulo y sal del mundo. No sé si entiendes algo. Os he leído lo que dice el Evangelio. No es un moralismo: es Cristo mismo. En el cristianismo, os están dando un vestido, os están vistiendo.

Ahora hay una cosa importante. El escrutinio de esta noche inicia el tiempo del catecumenado. El tiempo del catecumenado es un combate, un tiempo de combate. Así como dijimos que en el tiempo del pre-catecumenado el Señor debe iluminar, poneos en la verdad (y por esto se llama tiempo de la humildad, de descubrir lo que somos), ahora entramos en el tiempo de la simplicidad, de la simplificación, porque Dios debe destruir este hombre viejo. Actuará en él y lo hará a través de la Cruz. La cruz de nuestra vida es nuestra salvación. ¿Por qué? Porque nos pone frente a nuestro orgullo. La cruz es la espada con la cual Dios está atacando nuestro orgullo. Los orgullosos no soportan ser atacados, de inmediato se rebelan y dicen: "Pecador lo serás tú".»

Dios no se dedica a atacar a nadie, más que nada porque respeta la libertad de sus criaturas, incluso si esa libertad les lleva a condenarse. Pero en el CNC la libertad es un gran misterio incomprensible. Aun así, en los escruticidios hay ataques por parte de unos que no respetan el canon 220.

«Pero ahora vais a entrar en el tiempo del catecumenado, un combate. Dios debe destruir vuestro orgullo desde las raíces. En el orgullo es donde anida el resentimiento, donde están estas raíces. No creáis que es fácil hacer esto, hacer gestar en vosotros las entrañas, los sentimientos de Jesús: esto no es fácil. Esto es imposible, es imposible que tú tengas, en lo profundo de tu espíritu, los mismos sentimientos que nutre Jesús por los pecadores. Imaginaos que tendréis que ser desde hoy, no exactamente desde hoy, desde que seáis Iglesia, y está muy próximo, el sacramento de Jesucristo. Así como Cristo es el sacramento del Padre, el sacramento de Cristo es la Iglesia, y la Iglesia sois vosotros.»

Uno que dispone lo que Dios piensa y lo que Dios quiere para los demás, ¿por qué no iba a inventar sacramentos? Desterrad la idea de que los sacramentos son 7, son los que diga Kiko. Y la Iglesia es su cortijo, donde sólo caben aquellos a quienes él invita.

«¿Y qué es Jesucristo? La salvación ¿Para quien? Para ladrones y prostitutas, para los homosexuales, para los sinvergüenzas, para los canallas. Lo que significa que todos los bribones, que todos los malvados, que todos los ladrones y las prostitutas deben encontrar en ti a Cristo en la tierra, el Salvador y la misericordia.»

De reír por no llorar. 50 años y ni un adicto a la kikotina ha alcanzado esa meta.

«¡Mira cómo tienes que cambiar tu mentalidad! Porque no tienen otro signo en el que apoyarse fuera de Cristo. Pero, ¿dónde está Cristo? En la Iglesia, en ti, si tú eres Cristo. Digo esto para que te des cuenta de hasta que punto tienes que cambiar verdaderamente de mentalidad. Porque dejarás de ser tú mismo para ser Cristo. Y tus actos serán los actos de Cristo.»

Siguiendo a uno que falsea los Evangelios, que engaña con cuentos de malvados capitanes de ferry, que desprecia a la Iglesia en cada ocasión, es imposible.

«Entonces, hermano, atento. Porque serás la imagen de Cristo Resucitado. Porque, además, no serás una imagen moralista, como si Jesucristo fuera una imagen a imitar. Serás consubstancial, tendrás la naturaleza, auténticamente la misma naturaleza de Dios. ¿Y cuál es la naturaleza de Dios? Esta, hermanos, es la naturaleza de Dios: el amor al enemigo. Mira lo estupendo que es, Cristo no nos dijo: "Amad a vuestros amigos", sino "Amad a vuestros enemigos".»

Está claro. Como no dijo que hay que amar a los amigos, estos chicos aneuronales no son capaces de amar a nadie que no sea su enemigo (a quien tampoco aman, por cierto). Por eso no aman a la Iglesia, ni al marido, ni a la mujer, ni…
  

«Así que veremos cuántos enemigos tiene cada quién, cada día, si les regalas caramelos, les haces regalitos, les llamas por teléfono, que ames, que ames. Porque tenemos la misión de amar a nuestros enemigos.»

¿Se entiende por donde va? El escrute va, entre otras cosas, de sonsacarte sobre cualquier confrontación que hayas tenido con quien sea. Da igual que tú no la hayas provocado, verás que risa cuando te digan que hay que pedir perdón a los malvados, porque lo dicen.

«Este es un mandamiento que no tiene nadie en el mundo, en ninguna parte: "Ama a tus enemigos". De nuestros enemigos nos separamos y ya no les volvemos a hablar. Te alejas de quien te ataca, quien te destruye.»

Por supuesto. Porque el amor al enemigo no significa quedarse con el pederasta ni con el maltratador.

«Bueno, hermanos, nosotros tenemos la misión de amar a nuestros enemigos. No como un moralismo, sino como una realidad que está surgiendo en nosotros para que esto se cumpla. Entonces, hermano, quiero decirte algo. La sal ¿Por qué necesitas sal? Porque tienes que ser curado hasta el fondo de ti mismo. ¿De qué? De tu orgullo.»

Por si alguien lo duda, la sal no tiene nada mágico. Te comes la piedrecita de sal que no tiene nada escrito y te quedas igual que estabas, tal vez con un poco más de sed, pero no cura nada ni tiene la menor incidencia sobre la fe.

«¿Y cómo será curado si, después de haber entrado al catecumenado, por ejemplo, Dios permite que ocurra un desorden en tu vida, un buen follón, y tú te rebelas contra Dios y contra todos? ¿Pero todavía no lo sabes, hermano? ¿Todavía no tienes el oído abierto? ¿No te hemos anunciado que Dios debe luchar contra ti y debe desmantelar y destruir tu orgullo? Pero si tan pronto como se te toca un poco huyes corriendo, ¿cómo se puede curarte lo más profundo de ti mismo? "Ah, no, esto yo no puedo tolerarlo, dejadme en paz con estos discursos confusos, esto no". Ya lo verás, ya verás.»

Traducción: su intención es meterte el dedo en el ojo y apretar y apretar, hasta que grites.