Como "pedir el diezmo" en el Camino

En unas cuantas ocasiones se ha comentado el tema del diezmo vitalicio mensual en el que todo neocatecúmeno que ha pasado el segundo escrutinio está “invitado” a participar.

Pero me parece que hasta ahora no se había dedicado una entrada a comentar qué ha de hacer un neocatecúmeno para “pedir el diezmo”.

Supongamos que un neocatecúmeno sepa que determinado mes va a tener un gasto extraordinario, porque tiene que ir al dentista, porque es la Primera Comunión del ahijado, porque le toca pagar el seguro del coche, por el recibo del IBI o por lo que sea. Y supongamos que para hacer frente a ese gasto extraordinario necesita del 100% de sus ingresos mensuales y aún más. ¿Está exento ese catecúmeno, en esas circunstancias de dar el diezmo ese mes? ¡Por supuesto que no!

De entrada, dado que en el CNC son muy moralistas, lo que ha de hacer todo neocatecúmeno bien domesticado es dar puntualmente el 10% de todos sus ingresos cuando el responsable pase la bolsa del diezmo, da igual su situación y circunstancias, lo primero es el cumplimiento de la férrea ley neocatecúmena, que ni hace acepción de personas ni admite excepciones a la norma. Porque la ley es más importante que la persona.

En consecuencia, dice la ley que aunque sepas que te va a faltar, lo primero es lo primero; y en el kikismo lo primero es vaciarse los bolsillos cuando toca dar el diezmo. Y lo segundo, una vez cumplida la ley, es confiar en que el dios del CNC provea “mágicamente” con el ciento por uno.

La realidad es que esa “magia” queda reducida a un procedimiento más bien cutre que consiste en que el neocatecúmeno que ve que no puede hacer frente a los pagos del mes se acerca al responsable y le “pide el diezmo”, teniendo que dar explicaciones no sólo de cuanto pide sino también de para qué lo pide.

Detallar para qué se pide el dinero del diezmo es importante, y hay que procurar ser convincente, porque resulta que el responsable, que es el depositario de todos los diezmos, tiene la potestad de conceder o denegar la entrega del dinero solicitado. Esta potestad la tiene el responsable porque sí, puesto que ningún obispo ni Papa del universo se la ha dado, como parte de su “karisma” de responsable. Es decir, cuando se le acerca un neohermano o neohermana y le “pide el diezmo”, por la necedad de la escucha de lo que le están pidiendo, sin que él haga nada y sin mérito por su parte, se le pone en marcha el “neokarisma” que le “kapacita” para discernir si quiere el dios del CNC o no quiere el dios del CNC atender la petición recibida.

Por oscuros motivos suele suceder que si el peticionario es amigo del responsable, pida lo que pida y para lo que sea que lo pida, se le concede, pero si resulta que quien se acerca a pedir porque no tiene para pagar una deuda no es tan amigo… entonces el responsable ve que es voluntad del dios del CNC que el neohermano experimente la precariedad, para que se libere de su idolatría al dinero y blablablá.

En una ocasión, un matrimonio que nunca había pedido que se le devolviese nada de todo lo aportado mes tras mes, se encontraron en un apuro económico, algo tan prosaico como que se les averió el coche y la reparación fue mucho más cara de lo que esperaban. Pues el responsable les dijo que el diezmo no estaba para pagarles las facturas del taller, que si tenían para comer no tenían derecho a pedir que se les pagase nada. En cambio, resulta sorprendente en otro matrimonio con “chorrocientos “ hijos que todos los meses recupera de la bolsa el diezmo que ha dado (o más), ver los móviles de última generación que tienen cada uno de ellos, también los hijos mayores.

Debe ser que el dios del CNC ha dispuesto para ellos que tengan buenos móviles, para que escuchen a la persona que les llame sin tener que forzar el oído.

Pero es obvio que eso de que los agraciados en el reparto del diezmo sean siempre los mismos y sean siempre los amigos del responsable sucede porque el dios del CNC así lo quiere, puesto que en todo el proceso el responsable sólo es el depositario y la mano ejecutora, pero la decisión viene directamente del dios del CNC, que es quien suscita al responsable como quiere que reparta el dinero.

Otra particularidad de este procedimiento de administrar el diezmo, es que se supone que una vez que el responsable, en virtud de su “karisma”, ha discernido a quien hay que darle lo que pide y a quien no, el dios del CNC se ocupa de “sellar” lo que su siervo inútil ejecuta. ¿Cómo? Haciendo que se sienta en paz consigo mismo y con el mundo, haciendo que no tenga juicios sobre lo que le han pedido y para qué se lo han pedido.

Eso es lo que dice la leyenda del Camino, pero la realidad es que en las convivencias de mes salen unos juicios “flipantes” a cuenta de los diezmos dados o dejados de dar.

Porque quien contaba con recuperar sin tardanza un dinero que antes ha dado, ya que siempre se le ha dicho que así es como se hace: primero se da y, si se necesita, después se pide lo que se ha dado y se recupera, integro. Y se encuentra con que no es cierto, que primero tiene que dar explicaciones sobre por qué necesita lo que era suyo y encima se le niega la devolución de lo que era suyo, lo normal es que se sienta engañado y humillado. Y si a su lado está el hermano que todos los meses recibe lo que no da y cada seis meses estrena un móvil nuevo, no es improbable que también se sienta indignado.

Porque aunque quieran hacer responsable a Dios de sus desmanes, lo del reparto del diezmo sólo es un negocio humano, bastante cutre y en B, pero negocio humano al fin y al cabo.