Paso del shemá (XI)

«La oración no es nada fácil, es muy difícil. ¿Por qué es muy difícil? Porque el hombre está muy alienado con el fondo de su ser. Estamos todos alienados con el espíritu del hombre. Para poder rezar debemos llegar a silenciar todas las potencias que tenemos dentro de nosotros y tocar el fondo de nuestro ser, que es el espíritu del hombre. Para llegar a esto debemos salvar algunas barreras, como es la fantasía, la imaginación, el sentimiento, la inteligencia, la razón, el intelecto. Se trata de esto. Y llegar todavía más allá, más profundo, en una zona que se llama el espíritu del hombre.

Te vigilo...

Dado que esto no lo has hecho nunca en toda tu vida, no sabes estarte quieto, sin pensar, porque siempre estás pensando en tonterías.»

¡A ver si te creías que Kiko no sabe todo lo que piensas!

«Por tanto, tienes un movimiento constante dentro de la mente. Continuamente estás lleno de un rumor interior. Estás lleno de problemas. Por tanto, lo primero que debes aprender es a estar quieto y no preocuparte de los problemas que tienes en la cabecita, que no eres capaz de pensar con sentido. Entonces comienza por estar quieto, para empezar.

Segundo, trata de pensar en Dios. “Me viene a la mente de todo…" ¡No te preocupes! Tú permanece, por lo menos, allí tranquilamente. Tu actitud sea de esperar que el Señor te reciba. Por lo menos con tu postura corporal de estar sentado por el Señor, estar allí rezando. Esto es importantísimo. Piensa una cosa: Dios está enamorado de ti. Dios es amor. Está tan enamorado como tú puedas enamorarte de una mujer, de una chica o de un hombre. Y quien se enamora de alguien está deseando estar con esa persona y estar juntos. A los novios les veis todo el día con las manitas juntas, están siempre buscando las esquinas. Dios también está enamorado de ti. Entonces, ¿por qué no viene de prisa? Piensas. Bien. ¡Si te contase la historia de amor que Dios tiene contigo!... Es una historia que un día te la proyecto en una película. Entonces… ¡Ah! Entonces tú estabas en aquella enfermedad, en aquel problema… “Sí, era yo que te estaba llamado”»

En minúscula en el original, para que se entienda que el llamante no era Dios, sino el mega-humilde Kiko que habla a través de todo lo negativo de la vida (aquella enfermedad, aquel problema, aquella rubia monísima que se tiró del ferry...).

Yo me piro de este rollo

«”Ah, pero yo no me daba cuenta”. ¡Claro es un juego que Dios tiene con el hombre, porque no puede violentar la libertad del hombre. Pero ahora si te detienes, te tranquilizas, en esta loca carrera que todos tenemos, verás como Dios viene rápido. Viene o no viene. Porque Dios no es un servidor a tu servicio, una sirviente: “oh, señora, qué quiere que haga ahora”. No, tienes que aprender que Él es quien manda y si te quiere hacer esperar, entonces esperarás en el pasillo de las audiencias. Debes permanecer allí esperando; si el Señor quiere recibirte, vendrá un conserje y te dirá “pase”. Y pasarás. Y entonces estarás delante del Señor. Que el Señor quiere que pases hoy… entonces te da también sentimiento, también sentirás felicidad interior. Porque Jesús lo puede hacer. ¡Pero muy bien! Esto no quiere decir que tú seas mejor. Tal vez no te lo puede dar, porque tú te creerías mejor que los demás. Si te lo quiere dar, mejor, pero no es esto lo importante.

Lo más importante en estos momentos es realmente que tú llames al Señor, que tú grites al Señor y que esperes que Él te lo conceda cuando Él quiera y como Él quiera. Y verás, también, como el Señor te hará justicia, te dará aquello que necesites.

No se trata de andar paseando o fumando. En este momento de oración no se puede fumar.»

Ahora viene una dosis del barniz moralista que impregna el kikismo.

Kiko me aburre tanto que... ZZZZZZ

«Si alguno dice: “Pues yo no me sacrifico”, entonces mira, ahora comenzaremos a sacrificarnos. “Pues no me da la gana”. Nadie te obliga. Pero para entrar en el Reino de Dios, “esforzaos por entrar por la puerta estrecha”. ¡Aquí viene lo de “esforzaos”! Sí, ahora viene esto. Lo que nosotros habíamos condenado es que hacíamos un cristianismo voluntarista. Es decir, que se obligaba a la gente a usar las propias fuerzas; cuando no tienen la voluntad iluminada por el Espíritu Santo.»

Nadie puede juzgar quien tiene o deja de tener el Espíritu Santo, sólo se pueden juzgar las obras, no a las personas. Pero esto es algo que el kikismo no tiene iluminado por el Espíritu Santo.

«Comenzamos a daros el Espíritu Santo, el kerigma, el amor de Dios, la palabra de Dios»

Falso. Porque nadie puede dar de lo que no tiene porque no le pertenece. Es por eso por lo que en el kikianismo todo es puro moralismo y puños por aparentar lo que no se tiene.

«Y en la medida en que se va iluminando su voluntad, la haces casi sin esfuerzo. Pero que nadie piense: “Yo me quedo aquí” y crea que Jesucristo le aliviará con la fuerza de un imán, sin hacer nada. Quien piense eso está muy mal.

La gente nos ataca, pero ¿por qué te pones a darle explicaciones? Es absurdo. Va a explicarle a un señor que dice que aquí no hay compromiso político, que aquí no se hace nada… ¿Le darás todas las catequesis? No te entenderá. Así que… ¡qué te juzgue todo el que quiera!

Te vigilo...

El otro día hablábamos con uno… “¿Qué dices, que no tengo voluntad?” Veamos, a ti te gusta el deporte (dice que está loco por el alpinismo), cuéntame una cosa: ¿tú no te levantas para hacer alpinismo cuando hace frío? “Sí, a veces a las 6 de la mañana”. “Piensa, tienes fuerza de voluntad para levantar a veces a las 6 de la mañana. Coges la mochila, las botas y no sé que más, coges el autobús que te lleva hasta el inicio del sendero, después tienes que escalar”. “Ah, pero me divierto”. Claro, es que tu voluntad está iluminada y no te cuesta esfuerzo. Pero ¿no tienes que esforzarte para subir a la cima, subir hasta allí? “Pero aunque suponga un esfuerzo es también una alegría, es una cosa estupenda”.

Ahora bien, decirle a un tipo que no tiene vocación de alpinista que debe subir aquella montaña… dice que “suba quien quiera”, que suba tu abuelo a esa montaña. Está muy claro. ¡Es muy simple! Es que no se puede coger el Evangelio por el final y decir “porque debemos amar al enemigo”, como un sermón o lo que sea, a un pobre hombre que acaba de pelearse con su suegra: “¡Amar a mi suegra! ¡A ella!... ¡Que ame ella!” Porque no lo entiende, no puede entenderlo.

Bien. Ahora, hermanos, nos vamos en silencio a rezar, y que el Señor nos ayude. Debéis de clamar a Señor.»

“Debéis de…”, “tenéis que…” esas son las máximas del kikismo ¡Que no falten los puños!

«Son las 12 menos cuarto. Nos encontramos aquí todos dentro de tres cuartos de hora para terminar con una oración estos Laudes.

A la vuelta de la oración:

Canto del Benedictus

Oraciones espontáneas

Padre Nuestro

Canto “Abraham”

Bendición»