En el CNC lo que cuenta es la apariencia

Hace poco, Lázaro recordó en este blog un aspecto que a mí se me había pasado: la parafernalia que según el CNC hay que montar para que el rezo de las Laudes sea válido y agradable a Dios. Porque como en el Camino son unos moralistas y todo lo hacen por moralismo, acaban pensando que Dios no ve la oración de corazón, sino que sólo cuenta para Él si supone un esfuerzo, cuando más grande, mejor, para el que quiere dirigirse a Dios.

 

Así que no vale con levantarse el domingo, reunir a la familia en torno a la mesa y explicarles el sentido de las Laudes. Nada de eso.

¿Acaso es más importante visitar al Papa que rezar?

Pues conviene recordar que las Laudes para el CNC son un instrumento educativo: la parafernalia es fundamental, dicen, para pasar la fe a los hijos. Y sin parafernalia, sin los signos visibles, no habrá transmisión de la fe, invisible e intangible. Porque no se olvide que en el  Camino no se educa a los hijos con el ejemplo, puesto que ellos son los peores de todos y sus hechos concretos son propios de los peores, ni tampoco con obras de caridad, puesto que ellos no están para la caridad y esas cositas propias de religiosos naturales, ellos están para pasar la fe a la siguiente generación. Y para que Dios dé su visto bueno y favorezca ese “paso de la fe”, hay que ser muy moralista y hacer muchos sacrificios y oblaciones diseñadas por la sensibilísima mente-k. 

 

No hay otro camino, dicen. Lo que pasa es que los otros, los que no han sido elegidos, no pueden entender que después de años y años escuchando eso de que el moralismo no es cristiano, los kikos sean tan adictos a sus moralismos y leyes de paco-tilla.

 

En otra entrada se hizo recuento de los numerosos bártulos que hay que reunir para el rezo de Laudes del CNC, queda por tratar el tema del decoro y el aseo personal.

Lo de ir elegante como señal de respeto es una paganada

Porque los hijos tienen que entender que lo más importante son las leyes y las normas kikas, más importante que el trabajo, más importante que la familia, más importante que el propio descanso, más importante que la salud, más importante que amar al otro... ¿Y cómo se hace para que los hijos sepan, vean y experimenten esa importancia del Camino por encima de todas las cosas?

Imponiéndoles las normas y leyes del Camino, haciéndoles experimentar, semana tras semana, que el cumplimiento de la ley del Camino es más importante que ellos, que pase lo que pase, da igual lo cansados que estén, da igual si han dormido poco porque se quedaron estudiando, da igual si están enfermos, suceda lo que suceda, el domingo por la mañana, cuando el cabeza de familia disponga, se tienen que levantar y se tienen que arreglar.

 

Lo del arreglo no es opcional. ¿Acaso no nos vestimos y aseamos para ir a trabajar? Pues mucho más importante es una auto-etiquetada “celebración” kika de Laudes, que el trabajo. Por tanto hay que arreglarse más que para ir al trabajo. Porque el diosito del Camino no es como el Dios de los cristianos, que ve en el interior y no se fija en las apariencias; por el contrario, para el caprichoso diosito del CNC las apariencias lo son todo.

De nuevo preddicando con el contra-ejemplo total

Así que no se pueden celebrar las Laudes en bata y zapatillas, porque sería una abominación para diosito, y a las abominaciones, diosito responde con maldiciones, porque es un diosito “kiskilloso”. En consecuencia, lo de arreglarse, vestirse bien y peinarse mejor y obligar a los hijos a levantarse, arreglarse, vestirse y acicalarse no es una opción, es una necesidad vital y no sólo para que entiendan que el Camino es el diosito de su vida, sino también por evitar las maldiciones de ese diosito “kiskilloso”.

Es decir, que los pobres padres de razón crucificada imponen cargas pesadas a sus hijos, pero no más pesadas que las que ellos mismos cargan, porque actúan pensando que es lo mejor para sus hijos, para evitarles las temibles venganzas del diosito al que veneran.

 

Lo tremendo es comprobar una y otra vez que los mismos que imponen tales cargas a padres e hijos se escaquean por sistema de probar su propia medicina.

A las pruebas fotográficas me remito.

Pero hay un aspecto más que no quiero pasar por alto. ¿Acaso no es más importante dar culto a Dios que, pongo por caso, una boda o un bautizo o una comunión? Si Dios debe ser lo primero, siguiendo la ilógica lógica sensibilísima, no es coherente ni admisible arreglarse más para una boda que para unas Laudes.

En consecuencia, afirmo tajantemente que no es suficiente con vestirse como para ir al trabajo, con traje y corbata los hombres y con tacones y traje o vestido las mujeres, sino que habría que hacerlo como si se estuviese invitado a una boda de alto copete. Pero aún hay más, porque en el supuesto de que se nos invitase a innumerables bodas seguidas, cada semana una, no creo que nadie repitiese y repitiese el mismo traje de gala en todas y cada una de ellas, por lo tanto, para no dar más importancia a una simple boda que a la oración a Dios, habría que estrenar vestimenta cada domingo...

 

Ejemplo a no seguir para asistir a una 'uka' o a las Laudes

¿Se entiende a dónde quiero llegar? Cuando se fía toda la importancia a las apariencias, se llega a estos absurdos. Porque es absurdo imponer normas sobre la apariencia como si fuese la apariencia externa lo que dota de importancia, empaque y trascendencia a la oración, en lugar de entender las palabras de Jesús, que con certeza sabía de lo que hablaba:

«Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.»