Mamotretos varios

viernes, 30 de septiembre de 2016

Como son después del Camino

  
Bueno, en realidad el Camino no se acaba nunca porque nunca llegan a la meta, es decir, ni uno alcanza la adultez en la fe, pero se presupone que los que ya han pasado todos los pasos son capaces de decir cosas como las siguientes sin sonrojarse ni nada:
 
El puente hundido del CNC

«Es maravilloso que Dios haya querido que abramos un puente, es curioso, Dios está haciendo un puente hacia el pueblo hebreo, estamos abriendo un puente; está abriendo un puente y en ese puente estamos caminando nosotros, y en nosotros está el Mesías, en mí está el Mesías y en ti, somos su cuerpo, y nos estamos acercando a los hebreos. Y cuando los hebreos nos ven se quedan boquiabiertos».

(¿Un Mesías no judío? Se entiende la afición de Kiko el sensibilísimo a ir de salvador del mundo, pero eso no lo compra ningún judío del mundo mundial. Y tal vez por eso ese puente no lo ve nadie sin una dosis de kikotina previa.)

«Una señora hebrea nos decía: 
“¿Pero ustedes son de la Iglesia católica?”
“Sí”. 
“Pero, ¿la del Papa?”
“Sí”. 
“Pero,oiga, si nosotros creíamos que la Iglesia nos detesta, nos han llamado toda la vida ‘perro judío’, ‘pueblo deicida’, ‘pérfido hebreo’, y ustedes no. ¡Ustedes nos quieren! ¡No es posible que sean ustedes de esa Iglesia, del Papa!”
 —decía una hebrea»

(Pues una de dos: o el CNC no actúa según las normas de la Iglesia del Papa, con lo que la señora hebrea acertaría de pleno al considerarse otra cosa; o bien el proceder del CNC es conforme al proceder de la Iglesia del Papa, en cuyo caso la señora hebrea suelta mantras falsos propalados por enemigos de la Iglesia, como quien cuenta semejante "anécdota". Que cada quien elija la opción que prefiera.)

«Pensad que el año pasado pasaron por la Domus ciento cincuenta mil hebreos; ciento cincuenta mil, pero no les hemos llamado nosotros, han pasado ellos»

(¿Pasarían para ayudarles a buscar la cruz que tantas veces se les pierde?)

«O sea, que Dios está haciendo con nosotros un camino; estamos acercándonos, entonces, ellos, viéndonos se quedan sorprendidos del Mesías que está en nosotros: del amor a los hebreos, de cómo conocemos la Escritura, que cantamos los Salmos. Están sobrecogidos de cómo interpretamos la Palabra, por ejemplo»

(Sabido es que la interpretación de la Palabra de Dios no corresponde a ningún seglar... Y sabido es también por donde se pasa Pako Gómez lo que opine el Papa sobre el particular, que es lo siguiente: El Consejo ha recordado con gran claridad: todo lo que se relaciona con la forma de interpretar las Escrituras que queda sometido al juicio de la Iglesia, que lleva a cabo su comisión y el ministerio divino de conservar e interpretar la palabra de Dios”, frase en la que el Papa Francisco rechaza la interpretación subjetiva de la Biblia y dice que sólo la Iglesia está autorizada para interpretar las Escrituras correctamente.)


«O sea, que esto es un hecho maravilloso»

(Más bien es como el dromedario, que es un bicho extraordinario.)

Busque la costosa diferencia que se refleja en la mesa
«Como también el hecho de que Dios quiera que nos unamos a los ortodoxos. Y estamos abriendo ya un camino, estamos ya ofreciendo el Camino, está ofrecido a la Iglesia Ortodoxa de Moscú. 

(Que humoradas tiene Dios, que llama a los kikitos a ofrecer el CNC a la Iglesia Ortodoxa y llama al Patriarca Kiril a ponerles de patitas en la calle.)

«O sea, que también eso es una cosa sorprendente, lo que Dios está haciendo con nosotros, a través nuestro y otras cosas más que hará, porque su fantasía es grande y maravillosa y nos llama con él (sic) a evangelizar».

("nos llama con él", en minúscula, como quien habla del portero de la finca. Ahora que fantasiosos y cuentistas en el CNC no faltan.)

La cita es del dizque anuncio de Cuaresma 2013.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Primer escrutinio (XLI)



«Entonces, el Obispo te preguntará: “¿Cuál es tu cruz? ¿Qué sentido tiene la cruz en tu vida?” Aquí tenéis que responder libremente, con la verdad. Gracias a Cristo la cruz de tu vida no te espanta, ves que la cruz es gloriosa para ti. Esto es un don gratuito que no te cuesta ningún esfuerzo. Damos gracias a Dios por Jesucristo. La cruz no se acepta con esfuerzo. La gente dice: “Fíjate como este es santo, como se esfuerza, como acepta su cruz”. Eso no puede ser. La cruz gloriosa es un don de Dios, es el Espíritu Santo dentro de ti. No es con nuestras fuerzas»

Supongo que está relatando lo que pasa en Kikónides, porque en el planeta Tierra ni los obispos están a disposición del CNC para ir a los pasos, ni preguntan esas cosas... más que nada por respeto a la intimidad de cada quien.
 
«Entonces, cuando el Obispo te pregunte qué significa para ti la cruz di libremente lo que pienses. Entonces si el Obispo ve que estás iluminado, que conoces el secreto de la cruz gloriosa, si ve que no te escandalizas de la cruz y quieres recibir a Cristo glorioso, te invitará a acercarte y te signará en la frente con la cruz gloriosa de Jesús con perfume. Y te dirá: “...NN.... yo te signo con la cruz gloriosa de nuestro Señor Jesucristo: que este signo de victoria te lleve a la Vida Eterna”.
El maligno ya no te engañará más, no puede engañarte. Te ha sido revelado el tremendo misterio de la cruz de Cristo, el misterio oculto que no los ángeles conocían, ni los demonios, como dice san Pablo. Porque si los demonios hubiesen sabido que Jesucristo llevaba las lleves de la muerte, que entraba en la muerte para destruir la mierte, no lo habrían dejado entrar, porque resulta que entró en la muerte y les ha fastidiado, porque destruyó la muerte. Bien, Cristo te da la cruz gloriosa y el demonio no puede hacer nada. El demonio con un cristiano no puede hacer absolutamente nada. El demonio te tentará, pero como dice san Pedro: resistidle ffirmes en la fe. El demonio cuando ve que no puede hacer nada contra nosotros, se va. El cristiano es completamente libre, tranquilo incliuso si el mundo se derrumba.
Como a Jesucristo que todos le decían: “No entres allí, porque morirás”. Y Él decía: “¿Acaso crees que Dios no existe? Dios sacará de la cruz la gloria más grande para mí y para toda la humanidad”.
La cruz para Cristo fue dolorosa y pesada. Pero para nosotros que la vivimos con Cristo resucitado ya no es pesada. Si te cueta algún esfuerzo, es porque no tienes aún a Cristo resucitada. Por esto el único que puede aceptar la cruz, que puede entrar en la muerte es el cristiano, porque ha recibido la cruz gloriosa, porque tiene la vida de Jesús resucitado, porque Cristo está resucitado en él. Claro: si Cristo resucitado no está en ti, si no tienes la vida eterna, tienes miedo... la muerte te hace sufrir, porque estás aún bajo el poder de la muerte, pero si tienes dentro de ti la Cida eterna, desaparece el miedo. ¿Veis que no se trata de imitar a Jesucristo? Si tienes a Cristo resucitado dentro de tu corazón, si tienes la Vida eterna, la muerte no puede destruirla. Dice Jesús: no tengáis miedo de lo que mata el cuerpo. Claro porque el demonio te ataca con mentiras, pero no te puede destruir la Vida Eterna. Además, de esta persecución, de esta muerte, Dios traerña la gloria para ti: porque la gente verá que tú aceptas la muerte y el mundo verá como el demonio es destruido, la gente descubrirá que tú tienes un talismán contra la muerte.
Los paganos se maravillaban de como los cristianos despreciaban la muerte: iban a la muerte cantando himnos bautismales. La gente que iba a los espectáculos para verles desesperarse, agarrarse a la vida, llorar, se quedaban con un palmo de narices, porque les veían a todos contentos, que bendecían a Dios en medio de la muerte. Y sin ningún esfuerzo.
La prueba que si tú después de este paso al catecumenado no usas este talento, este Espíritu que se te entrega y no vendes ninguno de tus bienes, es que tienes un terrible miedo a la muerte, todo esto es un signo de que Dios no te ha elegido, Dios no te llama a este camino, para este servicio concreto de reproducir en nosotros la imagen de Jesucristo, para que seamos sacramento de salvación, lo que no quiere decir que te condenes o cosa por el estilo. Por eso san Juan Crisóstomo decía que quien no practica la virtud sin esfuerzo no puede ser bautizado. Porque si se esfuerza es porque no tiene el Espíritu Santo.
Quienes reciban hoy el Espíritu Santo tendrán una gran alegría, estarán contentísimos porque tendrán a Dios en su corazón. No en toda su extensión, no, no, sólo un poquito. Estamos gestando en vosotros esta nueva criatura que es Cristo.
Después que hayas recibido la cruz gloriosa, el Obispo, los presbíteros y los catequistas, te impondremos las manos (al responsable de la comunidad) en señal de que nosotros nos comprometemos con vosotros a gestaros en la fe (seremos vuestros padrinos en este camino de redescubrimiento del Bautismo). Entonces el Obispo dirá: “Vosotros que en el Bautismo fuisteis recibidos por las manos maternales de la Iglesia de Dios, hoy sois perdonados bajo su cuidado y protección”. Y todos diréis: “¿A dónde iremos? Sólo el Señor tiene palabras de vida eterna”.
13:00 – ALMUERZO
16:00 – ACCIÓN LITÚRGICA
La siguiente acción litúrgica se lleva a cabo al concluir los tres días de convivencia, con catequesis (sobre la fe, sobre la Vida Eterna, sobre la Iglesia como madre, sobre la renuncua a los ídolos del mundo y sobre las riquezas, sobre la Cruz gloriosa), con encuestas, con Celebraciones (de las Laudes, del Sacramento de la Reconciliación, de la Palabra y de la Eucaristía) que tienen por objeto resumir la experiencia de los primeros dos años del camino neocatecumenal y de preparación para recibir la primera etapa del bautismo».

lunes, 26 de septiembre de 2016

Como llegas a ser en el Camino



Sigue el testimonio cuya primera parte puede leerse aquí.

Me pregunto que pasa en la cabeza de un fiel neocatecúmeno que esté en el NC de buena fe. Pienso que ha de recordar y considerar seriamente, lo que se les dice en ciertos pasos, que es que entre nosostros y Dios ha tenido lugar una alianza que hemos sancionado poniendo nuestra firma en una hoja de la Biblia de la comunidad. Todo lo que acontece en el paso y el ritual del segundo escrutinio se presenta como un pacto que haces directamente con Dios, actuando los catequistas como mediadores. Y en presencia del sacerdote.

Es sólo uno de los puntos de adoctrinamiento. Otros aparecen en expresiones proclamadas con fuerza, del tipo: "¡Fuera del Camino no existe una realidad eclesial que hable directamente  a tu vida! ¡No existe otro camino que te lleve a vivir la Palabra de Dios encarnada en tu historia! Te inducen a pensar que si no estás bien en la comunidad, es culpa tuya: ¡el Señor ha pasado hoy y no lo has recibido! ¡Abre tu corazón hoy! ¡Escucha hoy Su voz! ¡Conviértete! ¡Ánimo! Hemos venido para ti. Hemos venido para traerte el kerigma, el Señor estaba muerto pero, para ti, para mí, ha resucitado y te lo traemos nosotros.

Tu vida es un desastre, pero ¡hoy puedes cambiar! ¡Apoyarte en esta cruz que sólo es gloriosa en la comunidad! ¡No mires la insuficiencia de tus catequistas! Hemos sido enviado por la Iglesia para traerte un mensaje: ¡que puedes llegar, que puedes levantarte del polvo en que vives! Si hoy decides irte de la comunidad, sabe una cosa que te debemos decir: ahora eres sal en tu familia, entre tus colegas. ¡Fuera, tu sal se volverá insípida y entonces serás pisoteado por tu historia, pisoteado por todos!".

Para no hacerlo muy largo, son algunas frases de los catequistas que he querido transcribir para dar una idea del clima psicológico y de la presunción de ciertas afirmaciones.

Otra cosa me hacía sentir muy mal. En las sesiones de los pasos, que tenían lugar siempre por la tarde, había preguntas del tipo: "¿Rezas a diario? ¿Cómo rezas? ¿Das el diezmo cada mes? ¿Por qué no das el diezmo?". No había una brizna de respeto por la libertad del prójimo para tomar la riendas de su vida.

Otro aspecto inquietante me ha hecho reflexionar mucho. Cuando algún hermano hacía observar las contradicciones evidentes entre lo que decía el catequista y lo que decía la Iglesia, el pobre era reprendido severamente. Recuerdo a uno que, exponiendo un problema familiar, resaltaba una discordancia entre los consejos del catequista y los del confesor. Entonces el catequista, ante todos, recordó ciertos hechos del pasado que el hermano había revelado en los famosos escrutinios secretos, para a continuación lanzarle anatemas del tipo,: "¡No puedes hablar porque siembras cizaña en la iglesia! ¡Sabe que tu manera de actuar contrista al Espíritu Santo y está prohibida por la iglesia! Por eso te reprendo diciéndote: ¡Obedécenos! ¡Haz lo que te decimos! Y si no lo haces así, te ocurrirá ésto... ¡y eso...!".

Cuando pienso en estos episodios, entiendo que al catecúmeno se le exige adoptar el papel de un hijo pequeño, por más edad que tenga, sometido en todo al padre catequista, sin madurar ni independizarse nunca.

Tengo también señalado una difusa despersonalización. El vocabulario hecho de frases y de afirmaciones típicas del Camino me golpeaba mucho. Con el paso del tiempo, casi todos los hermanos se conformaban al estilo de hablar típico del Camino.

Me doy cuenta hoy, que carezco de un grupo, de una comunidad; y sin embargo veo en mi familia una gran oportunidad de formación comunitaria. Aquí consulto con mi mujer, con los hijos y con la gracia de Dios. La experiencia que he vivido en el Camino me ha condicionado ciertamente. He comprendido que las Comunidades Neocatecumenales o de otras realidades religiosas que tienden a hacer grupos, deberían tener la intención sincera de abrirse cada vez más: deberían medirse con otras realidades y dialogar. En el caso de los neocatecumenales, deberían dejar de cultivar con morbo la puesta en común de faltas, agravándolas. Deberían cultivar y alimentar el optimismo, para buscar la paz y la serenidad en el grupo.

En síntesis, me parece haber encontrado en la comunidad mucho pesimismo. La vida del catecúmeno transcurre en estado de confusión, su universo gira en torno al catequista, quien lo forma, lo vuelve frágil, desprovisto de seguridad, necesitado de guía y de directrices que sólo los catequistas pueden darle.

El Camino Neocatecumenal es una experiencia ¡de veras mortificante!

sábado, 24 de septiembre de 2016

Como eras antes del Camino



Un revelador testimonio de alquien que estuvo en el CNC.
 
Hay una pregunta que, creo, revela muy bien los verdaderos fines del Camino y que se nos planteaba cada vez que hacíamos un paso. La pregunta era: "¿Antes del Camino, cómo eras? ¡Di hechos concretos!” 

Según interpreto, esta pregunta querría hacer creer que el CN debería ser el centro de la vida del fiel o del adepto. Evidentemente el mensaje que quería hacerse llegar es: “Al principio, antes del CN, había oscuridad. ¡Ahora hay la luz, gracias a nosotros, los catequistas y a nuestras catequesis!". Cuando contestábamos a esta pregunta y a otras semejantes, recordábamos con éxtasis y exaltación la 'basura' que éramos antes y en el 'desastre' que era nuestra vida anterior. Los catequistas se expresaban así y nos hacían creer que era una gran gracia el haber encontrado y haber sido "iluminados" por la comunidad.

De tantos años pasados en comunidad, el recuerdo que con más insistencia regresa a mi espíritu es la porquería, el sentimiento de desprecio y las numerosas palabras negativas que nos eran repetidas con mucha exageración hasta la exasperación. Transformados por la experiencia comunitaria, hemos sido homologados todos según un proyecto centralizado en el personaje del catequista. Este proyecto se realiza en la vida ordinaria del Camino y en los diferentes pasos, cuando se analizan los dones y las gracias, para hacer la luz sobre nuestra vida y para llegar a ver verdaderamente claro lo que éramos. Estos dones y estas gracias nos eran descubiertas por estos mismos catequistas quienes juzgaban nuestro actuar según los criterios "espirituales" preestablecidos por el Camino y que nos eran desconocidos. 

Con el paso de los años nos identificábamos cada vez más con los consejos que nos daban los catequistas, quienes nos invitaban a escudriñar cada vez más profundamente en nuestra vida y nos invitaban a acoger la Palabra de Dios que nos descubriría nuestros males y la perversión demoníaca que nos habitaba.

Según el Camino no debemos escandalizarnos de nuestra vida, o de lo que somos, o de lo que se dice de nosotros. Muy a menudo los mismos catequistas, con un espíritu pretendidamente profético, nos repetían que la experiencia de la salvación, de vez en cuando, pasa por la experiencia del pecado, porque la gracia de Dios nos levanta luego fácilmente.

Este mensaje tranquilizador llegaba cuando había que adormecer nuestras reservas, para lograr que obedeciésemos ciegamente y contestásemos a las preguntas del catequista que tocaban cada vez más la conciencia y la vida íntima. Se trataba de una forma de inquisition operada a la luz de alguna Palabra tomada del evangelio. Los catequistas escudriñaban y cavaban en nosotros y en las relaciones familiares o interpersonales. Primero debíamos ser introspectivos, y analizar las acciones más íntimas, cometidas en nombre de nuestras idolatrías que habían condicionado nuestra vida o la vida de los otros. Las respuestas debían ser por escrito. Algunas respuestas eran leídas en público, de vez en cuando también en presencia de un sacerdote. Seguía un mensaje autoritario que debíamos acoger con mucha reverencia. 

En estos momentos los catequistas tenían un comportamiento semejante al de un psicólogo o un guía espiritual. Se sentían y se presentaban como enviados por la Iglesia y se jactaban de esta investidura y de este mandato.

De vez en cuando, en los escrutinios, alguien era sometido casi a un suplicio. La cosa que más sorprendía era el silencio del sacerdote, quien tampoco intervenía en estos momentos. No todos los sacerdotes que asistían a estos escrutinios se portaban así. Alguno tuvo el ánimo de denunciar alguna cosa abiertamente, pero fue criticado y desacreditado. 

Los catequistas, además, persuadían a los hermanos de la comunidad de que quien no apoya esta realidad, no puede comprender el espíritu del Camino; y añadían que el CN está aprobado por el Papa y por toda la Iglesia. De vez en cuando invitaban a algunos sacerdotes no catecúmenos, pero era sólo para presidir las liturgias eucarísticas o las liturgias penitenciales.

Una cosa me ha hecho mucho mal: ¡el aislamiento! En cierto momento empecé a tener dudas con respecto al Camino y a señalar las cosas que me parecían discutibles. Otros hermanos compartían también mis dudas, pero cuando he abandonado la Comunidad, alrededor de mí se hizo el vacío. Estos mismos 'hermanos' con quienes habíamos compartido tantas experiencias comunitarias, tantos momentos fuertes, tantas preparaciones y fiestas litúrgicas, cumpleaños y paseos... todos nos dieron la espalda. Ni una llamada para saber de nosotros. A decir verdad alguien me ha llamado, pero sólo para invitarme a una convivencia con los catequistas, para que tuviera la posibilidad de compartir con ellos mis dudas.

Pienso que en la vida debemos asumir nuestras propias responsabilidades, dando cuenta de nuestras decisiones sólo a Dios y a nuestro confesor. No está escrito en ningún sitio que deleguemos la toma de decisiones en un laico y que nos dejemos guiar ciegamente por él sin admitir la menor duda respecto a lo que dice y lo que dispone para otros. ¿Qué es eso de que un laico exija que cuente lo que concierne a mi esfera íntima, familiar o a mi conciencia? No escribo eso por casualidad. Con el paso del tiempo, me parecía que lo único importante, seguro y tranquilizador era lo que decían los catequistas. Toda pretensión de decidir personalmente cómo actuar, era juzgado como una rebelión o como una tentación demoniaca.

¿Pero rebelión hacia quién, de qué? Me preguntaba.

Recuerdo con tristeza que quien dejaba la comunidad, y se producían abandonos en cada paso, era compadecido por su decisión y juzgado como un engañado por el maligno. Cuando alguien quería irse del Camino, los catequistas, como profetas de mal agüero, le aseguraban que su vida quedaría destrozada si dejase el Camino y le decían que debía seguir sus consejos porque eran justos y verídicos. Se presentaban como ángeles, como profetas enviados por Dios. Y a quien abandonaba el Camino sin creer en sus admoniciones amenazadoras, le señalaban como un renegado, como alguien que ha abjurado de su propia fe.

¡Por eso tantos tienen miedo de dejar el Camino!