Testimonio de un presbítero neocatecumenal poco talentoso

Hace ya bastante tiempo, un neo-hermano de esos que primero es catecúmeno, después kikotista y por último sacerdote, es decir, presbítero RM, nos contaba sus aventuras en su tierra de adopción.
 

Es hijo de españoles, pero se crio en Venezuela y es allí donde está destinado por el Camino, que no por la diócesis de Madrid, en la que se ordenó sacerdote, en una población cuyo nombre he olvidado, donde además de ser párroco participa en dos equipos de kikotización.

 

El caso es que este presbi que no se considera cura (lo que tal vez sea correcto, puesto que cura es quien se ocupa del cuidado espiritual de almas) nos contaba que la situación en Venezuela es todo lo malo que se cuenta en los medios de comunicación y más, que el índice de delincuencia es elevadísimo, que la carestía de productos de primera necesidad es real, que mucha gente carece de lo más básico, que la mortandad juvenil por heridas de arma blanca es atroz…

 

Malandros

Y en medio de tal situación más parecida a una guerra civil que a una población en paz, los itinerantes llenan su vacía vida repitiendo las kikotesis una y otra vez para las mismas personas, “malandros” muchos de ellos (llaman “malandros” a los muchachos de las bandas de delincuentes juveniles) que según salen de la sesión de kikotesis se van a desvalijar la casa de alguna ancianita o asaltan por la calle a todo el que se cruce con ellos, eso si no han quedado con otra banda rival (que va a las kikotesis del otro grupo de kikotistas) para abrirse las carnes a navajazos.

 

Nos contaba este presbi que a él los “malandros” le respetan y que conoce a más de uno porque de más jóvenes servían de monaguillos en la parroquia.

 

Y nos contaba también que habiendo como hay tanta necesidad, son muchos, tanto feligreses de a pie como catecúmenos, los que acuden al despacho parroquial para llevarle alimentos, como muestra de agradecimiento y para contribuir al sostenimiento de la parroquia con lo que para ellos es más valioso en estos tiempos de dificultad y de penurias. En tal cantidad le surten de productos de primera necesidad que dijo que tenía una habitación entera abarrotada, como si fuese un almacén. Y lo que me resultó escandaloso, es que tiene esa habitación cerrada con llave y que, por miedo, con nadie comparte lo que a él le sobra.

 

Por miedo, sí, no vaya a ser que se enteren de que está sobrado y entonces asalten la casa parroquial y le hagan daño. Así que, por si acaso Dios no le protege y deja que le hagan algo, este presbi que "invita" a las mujeres a fiarse de Dios, aceptar su cruz y no separarse del marido violento, y "recomienda" a hijos y esposas someterse en todo al cabeza de familia como si de Cristo se tratase, no comparte con nadie lo que gratis ha recibido, pese a que conoce la necesidad de la gente, pese a que vayan a pedirle, pese a quien pese, porque no se fía de que la providencia divina le guarde a él...
 

"Un hombre al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
El que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.
Llegándose también el que había recibido un talento dijo: “me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.” 
(de la parábola de los talentos).