Hijos del Camino Neocatecumenal

Un hecho constatable y constatado es que desde hace años el CNC se nutre casi exclusivamente de sus propios alevines, muchachos gestados, nacidos y criados en familias del camino, jóvenes a los que se ha inculcado que deben su vida al CNC y a quienes se insiste en que tienen la obligación moral (ya se sabe que en el Camino todo es moralismo) de servir con toda su mente, con todas sus fuerzas y con todo su ser al CNC.

También los hijos del CNC buscan primero la seguridad material

Ahora bien, si el Camino fuese, como ellos pretenden, un extraordinario fruto del CVII como no ha habido ni habrá otro igual, sería razonable esperar que los hijos del Camino fuesen tan fuera de serie como sus progenitores… Y va a ser exactamente eso, que la misma falta de unidad y de amor que se aprecia en los padres, se da también en los hijos, hasta el punto de que en poco se diferencian de cualquier otro joven del mundo, salvo porque se dan unas ínfulas de mega-kikokúmenos de las que los jóvenes del mundo carecen.

Pero mejor un par de ejemplos.

El primero, tomado de la realidad de los hijos batuecos del Camino, refleja que a éstos les interesa exactamente lo mismo que a todos los que no han pisado el Camino en su vida, y que en sus intereses el puesto ocupado por Dios no está al principio de la lista, precisamente. El segundo ejemplo viene de la soleada bota itálica y muestra la interesada confusión entre lo que es verdadera vocación y lo que es una salida para el hijo rarito.

 Primera muestra:

«Esta mañana, sin ir más lejos, uno de mis hijos (19 años) que está en otra ciudad estudiando la carrera, me decía en un wasap… “sí, mucho hablar de Dios, pero tengo un 80% de probabilidades de que mi novia me deje, seguramente no aprobaré la asignatura que me he estado preparando en verano, no me darán la beca, y tendré que volver a Madrid y yo no quiero esto”. Ahí queda eso».

Quiero protección, por si llueve

Segunda muestra:

«Hola a todos,

Son Mateo y yo soy seminarista del seminario de Albania. Escribo esta carta para contar un poco mi experiencia, por qué estoy en el seminario, lo que Dios ha hecho conmigo.

En primer lugar permitidme que me presente mejor: Tengo 21 años, soy de Padua, entré en el seminario hace 2 años y medio, y en el camino hace 9 y tengo cerrados los segundos.

Nací en una familia del camino y soy el segundo de cinco hijos: 3 hombres y 2 mujeres. Mis padres empezaron el camino antes de casarse, así que hemos crecido en el camino y siempre hemos estado en comunidad, primero en la de mis padres y, a los 13 años, en la mía.

Mi vida era una vida tranquila, estudiaba, iba a la comunidad, salía con amigos, y estaba muy marcado por el camino porque los amigos que tenía eran todos de la comunidad e hijos del camino.

A pesar de ello, yo no era feliz, me despreciaba a mí mismo por como era yo, por mi carácter muy cerrado y tímido, por el hecho de que tenía dificultades para relacionarme con los demás y, de hecho, salvo los chicos de la comunidad, yo no tenía amigos. Esto me causó problemas con las chicas y nunca he estado con una.

A Dios no le conocía, a este de aquí al lado, sí

En casa, incluso si en apariencia bromeaba y hablaba mucho, cuando se trataba de hablar en serio, yo era muy cerrado, sobre todo con mi padre, al que yo temía un poco... Aunque siempre he caminado en la comunidad, Dios no me importaba mucho porque en el fondo no lo conocía y nunca Le había visto en mi vida.

Pero Dios vino a hablar con fuerza y ​​cambiar mi vida durante la peregrinación de Loreto de 2007. Aquí me impresionaron muchísimo las palabras que el Papa dijo el sábado por la noche, instando a los jóvenes a no perderse en el mundo, a ir contra corriente, porque Dios tiene un plan grandísimo para cada uno de nosotros y no nos fallará. Esto me impresionó tanto que decidí de inmediato, sin ninguna duda, levantarme en el encuentro con Kiko. El día del encuentro con Kiko fuimos primero a visitar la casa de María en Loreto y allí pedí la gracia de no poner ningún obstáculo a Dios. En el encuentro con Kiko, por tanto, me levanté sin ninguna dificultad.

Pero las dificultades llegaron después muy rápidamente y cambiaron mis planes. Aquel año apenas había alcanzado la edad adulta y me había matriculado en la universidad, pero la semana después de volver de la peregrinación fui al centro vocacional y de allí, a la semana siguiente, a la convivencia de seminaristas en Porto San Giorgio. Entonces abandoné la universidad y me fui a la convivencia en la que a sorteo me tocó el seminario de Albania y, cinco días más tarde, yo estaba allí. Incluso en el seminario Dios no me ha abandonado, especialmente en el primer periodo, porque me ha dado el que me vaya de inmediato bien, especialmente con otros seminaristas.

Dificultades en la convivencia: aparta tu cabezón

Ahora, después de casi tres años, debo decir que no siempre ha sido tan fácil porque han surgido dificultades sobre todo en la convivencia con otros seminaristas, porque venimos de diferentes países y cada uno con una forma diferente de pensar. Pero veo cómo Dios está actuando en mí y como ha actuado antes, haciéndome nacer en una familia del camino, y preservándome de tantas cosas. También me ha dado el hablar seriamente con mi padre, para comenzar una nueva relación con él y hacerme salir más de mí mismo, a pesar de que seguiré siendo siempre el mismo y con el mismo carácter. Esta es mi experiencia, por la cual doy gracias al Señor. Todavía no sé qué quiere Dios de mí, pero espero seguirle siempre. Rezad por mí, por los demás seminaristas y por la construcción del seminario.

La paz, Matteo»