El encuentro sideral visto por un rabino

Tomado de An Unexpected Trip To Israel: Catholic-Jewish Dialogue

By Rabbi Jonathan Kligler | May 8, 2015

Hace unas tres semanas, recibí una llamada de un querido colega para preguntarme si me gustaría un viaje con todos los gastos pagados a una conferencia interreligiosa en Israel. Un par de llamadas más tarde sólo sabía un poco más: Una organización católica conocida como el Camino Neocatecumenal organizaba un encuentro de rabinos y sacerdotes católicos en Israel, ellos habían previsto contar con 100 rabinos, y todavía les faltaban 40. (Pensé que sonaba bastante divertido). Además, el centro de conferencias en el que la reunión iba a tener lugar está cerca de la casa de mi hermano y mi cuñada, en Galilea, y podría jugar con su creciente prole de nietos.

El centro de conferencias por la noche

Reservé mi pasaje.

El lunes por la noche llegué a la entrada de la Domus Galilaeae, un impresionante complejo en lo alto de una colina con una vista inigualable del Mar de Galilea. 

A la mañana siguiente un hombre mayor se sentó junto a mí en el desayuno. Se presentó como Jorge, de Australia, pero residente en la actualidad en Roma. Indagando más, me enteré de que en realidad es un cardenal, el cardenal George Pell, y que está a cargo del Ministerio de Finanzas en el Vaticano. ¿Quién más estará por aquí, me pregunté?

La gran sala redonda

Pronto lo averiguaría. Tal vez 300 asistentes reunidos en la gran sala redonda y el programa comenzó con las presentaciones. Había rabinos de todas las denominaciones provenientes de 30 países, muchos bastante preeminentes, entre ellos el jefe de rabinos de varios países europeos. Las mujeres rabino estaban lamentablemente subrepresentadas (más sobre esto más adelante). Había 7 cardenales, varios arzobispos y monseñores y misioneros del Camino Neocatecumenal de todo el mundo. Teníamos auriculares con traducción simultánea en italiano, español, francés, inglés y hebreo. Y en todo el centro un hombre llamado Kiko Argüello, fundador del Camino. Kiko, como se le conoce afectuosamente, creó el Camino hace 50 años. Él es de España, y de joven era muy secular y un artista, cuando un día Dios vino a su corazón y se convirtió en un católico practicante. Un hombre apasionado y carismático, se trasladó con una colega llamada Carmen Hernández a los suburbios de Madrid y comenzó a evangelizar a los pobres. Su trabajo cristalizó en lo que ellos llaman el Camino Neocatecumenal -una nueva o renovada forma de enseñanza religiosa. Su objetivo era renovar la fe católica en pequeñas comunidades llenas de entusiasmo y compromiso. Este fue un movimiento de renovación espiritual católica, y en seguida llamó la atención del Vaticano, tanto para bien como para mal. La jerarquía católica fue tanto atraída por el éxito sorprendente que el Camino tenía revitalizando la vida católica, como preocupada por sus métodos poco ortodoxos y fuera de control. El camino se extendió rápidamente por todo el mundo, con misioneros comprometidos viajando a parroquias católicas de todo el mundo. El centro Domus Galilaeae en que estábamos reunidos es su mayor logro.

El centro de conferencia por el día

¿No se supone que el CNC no tiene propiedades?

Mis colegas rabinos y yo todos sentimos que este grupo parecía una Jabad católica. Jabad es la secta jasídica cuya misión es reconducir a los judíos a la práctica judía. Jabad envía emisarios a cualquier parte del mundo donde haya judíos díscolos que puedan traer de vuelta al redil. Los seguidores del Camino hacen esto en el mundo católico.

Kiko no sólo tiene una gran personalidad, tiene un ego enorme. Él nos habló, a su audiencia cautiva, acerca de sí mismo larguísimamente. Mi primera impresión –en ningún momento varió mucho- fue que todos los rabinos presentes eran, al menos en parte, trofeos de Kiko para ser mostrados a la jerarquía del Vaticano que estaba allí, como para mostrar la importancia que el Camino Neocatecumenal ha adquirido. El edificio en donde estábamos también fue claramente fruto del trabajo de Kiko, y él describió sus intervenciones en el diseño de todas sus características. Y entonces -todo esto es todavía el primer día de la conferencia- se presentó una orquesta sinfónica entera, junto con un coro de 80 voces, para interpretar para nosotros una sinfonía que Kiko ha compuesto sobre el tema del sufrimiento de los inocentes en Auschwitz. El clímax de la sinfonía era el coro acompañado por el público repitiendo un estribillo entusiasta del Shemá Israel. Pude ver lo mucho que significa para los católicos reunidos allí afirmar que el Dios de los judíos es también su Dios, y que Dios es uno. 

Me pregunto si no están apeando a Cristo de la divinidad.

Como explicaré, esto es un cambio enorme y positivo en la Iglesia Católica, y no debe ser tomado a la ligera. En este punto, sin embargo yo ya ansiaba algo de aire fresco. El camino tiene todas las señales de un culto a la personalidad. Tal vez el resto de la agenda de la conferencia abriría un espacio para el diálogo real.

rabino Yitz Greenberg

Aunque, Kiko tenía varias horas más de arengas para publicitar su sistema, el segundo día de la conferencia por fin tuvimos una oportunidad de dialogar. El rabino Yitz Greenberg, uno de los grandes rabinos americanos de nuestro tiempo, dio un discurso maravillosamente claro en el que expuso la historia del antisemitismo en la Iglesia Católica, la histórica transfor-mación de la doctrina de la Iglesia hacia los judíos declarada hace 50 años por el Concilio Vaticano II, y el trabajo todavía por hacer. Mientras miraba a la audiencia católica escuchando embelesados empecé a sentir la sinceridad de su deseo de llegar a nosotros, los judíos. Después de la disertación de Yitz tuvimos una larga oportunidad para discusiones en grupos pequeños, y por fin tuve oportunidad de conocer más acerca de algunos de nuestros contrapartes.

A decir verdad, la brecha entre ellos y nosotros es amplia. De hecho, hubo varias lagunas culturales que reconocer y negociar. Una brecha no es religiosa sino cultural. Además, los desafíos a los que se enfrentan las personas religiosas en la Europa intensamente secular son diferentes a nuestros desafíos en América, donde la separación fundamental de Iglesia y Estado en cierta manera hace que sea más fácil seguir una vida religiosa.

Vacío cultural: unos saben cuando no ponerse chaleco de punto

Un vacío más grande surgió de otras diferencias culturales. El Camino Neocatecumenal es un movimiento evangélico conser- vador dentro de la Iglesia Católica. Eso significa que están firmemente enraizados en la ideología conservadora, familiar para nosotros en los evangélicos protestantes en nuestro propio país. Su visión del mundo es binaria: o vives una vida piadosa, o estás en el camino de la destrucción. El secularismo es irredimible y fuente del mal. En nuestros pequeños grupos compartimos nuestras historias de fe, y cada católico describió como marchaban hacia un camino disoluto e inmoral hasta que Dios les salvó. Ellos se oponen completamente a todo lo que no sea el matrimonio heterosexual, en el que la mujer está subordinada al marido. Y, por supuesto, sólo hay un Dios verdadero, y una Verdad. Da la casualidad de que están dispuestos a ampliar su sentido de la única verdad para incluir a los judíos, ya que nosotros somos sus antepasados ​​y "hermanos mayores". Pero otras religiones, especialmente el Islam, están fuera del redil. Esto puede resonar con algunos de los rabinos más ortodoxos que estaban presentes en la reunión, pero la mayoría de los rabinos estadounidenses que estaban allí se adhieren al espíritu americano de la tolerancia y el pluralismo, y moderan o rechazan abiertamente cualquier pretensión de ser el único verdadero camino. Entendí que en este sentido hablábamos sin escucharnos unos a otros, pero hice mi mejor esfuerzo para articular la posibilidad de que Dios, por su gran amor a la diversidad, podría haber creado más de un camino verdadero para conocer a Dios.

Luego está la brecha de género. La Iglesia Católica es un impresionante bastión del privilegio masculino, acompañado por el gran número de rabinos ortodoxos y sus esposas que estaban presentes. Me sentía como si hubiera entrado en un universo alternativo en el que el feminismo nunca había tenido lugar. Sólo había 3 mujeres rabino presentes, y cuando fueron presentadas, las anunciaron con el título de Doctor o Profesor. Estas mujeres, junto conmigo mismo y muchos otros rabinos varones, hicieron cuanto pudieron para reparar este descuido, pero no pudimos superar el manto de invisibilidad que cubre y oculta a nuestras colegas mujeres. Fue un shock, y me hizo darme cuenta del grado en que yo vivo en una "burbuja" feminista y los enormes sectores de la sociedad en los que el patriarcado y el sexismo arraigado todavía gobiernan.

Otras diferencias culturales

Por último, otro agujero que merece descripción es el de los muy diferentes vocabularios religiosos que empleamos judíos y católicos. Para los católicos, el sufrimiento es santo, algo que ofrecer a Dios como la más elevada forma de servicio, ideada después de Jesús. Por lo tanto, se puede decir que el sufrimiento de los judíos, desde el martirio de Rabí Akiva y sus colegas en siglo II, culminando con las víctimas del Holocausto nazi, ha sido de alguna manera una experiencia ennoblecedora. Para nosotros, judíos, obviamente, no nos sentimos ennoblecidos por la opresión asesina. Cuando recordamos el martirio de Rabí Akiva en Yom Kippur, lo hacemos con angustia más que como elogio. Y para mí y para muchos otros judíos, nuestra respuesta al Holocausto es la necesidad del Estado de Israel, una clara declaración de que preferimos defender nuestras vidas que ser víctimas sufrientes. Fue todo un desafío no sentirse ofendido. Me recordó a la gente bienintencionada que consuela a quien que acaba de sufrir una pérdida diciéndole que es la voluntad de Dios y todo es para bien.

Si todo esto suena desalentador, es porque lo era. Varias veces consideré el irme. La gracia salvadora, como siempre, fue la oportunidad de conocer personas y escuchar sus historias. Esto es, por supuesto, donde nuestra humanidad puede brillar y los corazones pueden llegar a conectar, y todos aquellos con quienes hablé fueron cariñosos y sinceros en su deseo de conectar conmigo. Su hospitalidad era exagerada, y ellos hicieron lo posible por hacernos sentir cómodos.

Es fácil olvidar que antes de 1965 la posición oficial de la Iglesia Católica era que los judíos eran asesinos de Cristo y merecedores de desprecio y vilipendio. Algunos de los rabinos más ancianos presentes hablaron conmovedoramente de su infancia antes del Concilio Vaticano II, y del trato de odio que recibieron de los católicos. Fue un gran recordatorio para mí que la Iglesia Católica ha repudiado oficialmente el antisemitismo y ha abrazado al pueblo judío como "nuestros hermanos mayores." (¡Sé que faltan las "hermanas"!). El cardenal de Viena habló conmovedoramente y sin pestañear sobre la horrenda historia antisemita de Austria, y explicó que 50 años en la historia de la Iglesia es un pestañeo, y que el repudio del antisemitismo implementado por Nostra Aetate es real, pero que llevaría mucho tiempo hasta ser plenamente efectivo. Nos pidió paciencia y buena voluntad.

Austria no es la Iglesia Católica. Dar a entender que toda la Iglesia de todos los tiempos ha atacado a los judíos, tan cariñosos ellos salvo cuando toca aplastar a los vecinos, es absurdo e infame.