Comunidad "uterina"

 

A kiko le gustaba decir que la comunidad -neocatecumenal, por supuesto- es el útero en que se forma un verdadero cristiano adulto.

Embarazo en una vidriera de la iglesia de Turre (Almería)

No es solo una forma de hablar, es una declaración de que para él nadie que no entre en una comunidad o que, habiendo entrado, la abandone antes de concluir el camino y revestirse de fantasma blanco es un cristiano adulto. Nadie, ni curas, que son unos clericalistas, ni obispos, que los hay muy endemoniados, ni el mismo Papa. Según Kiko, la adultez de la fe solo se adquiere por medio de la herramienta mágica de la comunidad, y sin comunidad -neocatecumenal, por descontado- no hay adultez en la fe.

Eso es todo.

No es poco. Lo que Kiko sostiene no solo es muy pretencioso y arrogante, también es muy corto de vista.

Al Espíritu Santo no se le puede encerrar, por más que algunos lo pretendan con todas sus fuerzas, toda su mente y toda su ser, por lo que nadie puede arrogarse la increíble pretensión de que sólo existe un herramienta válida de crecimiento en la fe y que dicha herramienta es, ¡qué casualidad!, un invento del sujeto pretencioso y arrogante.

Lo precedente es una clara señal de advertencia: huye de cualquier grupo que pretenda tener en exclusividad al Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo no se deja enjaular.

Pero hay algo todavía peor en la falacia neocatecumenal del útero gestante de cristianos adultos.

Un embarazo sano y normal concluye en el momento en que la criatura alcanza un grado de desarrollo suficiente para sobrevivir en el exterior con los cuidados de sus progenitores. No es adulto todavía, le falta mucho para la adultez, pero es un ser viable.

Y en el momento en que ese pequeño ser nace, se desprende también la placenta que lo ha resguardado dentro del útero. La placenta ya no sirve, ya ha cumplido su misión, lo mismo que el cordón umbilical, y el útero ya no es la casa del bebé. No vuelve a necesitarlo nunca.

Es decir, la etapa uterina es eso, una etapa con fecha de caducidad, una etapa relativamente breve en la vida de un ser humano, algo que hay que dejar atrás para progresar y llegar a adulto.

En el CNC sin embargo, sucede que esa etapa es larguísima, de veinte o más años y que una vez llegado al final de la misma, te encuentras con la monserga de que «el camino no acaba nunca»; en otras palabras, no has avanzado nada ni llegado a ningún sitio, tu fe sigue sin ser adulta y por eso no debes soltarte de la mano de tus kikotistas ni abandonar el útero comunitario.

Cuando Kiko describe la Iglesia como una comunidad de comunidades, se refiere a ello literalmente, una secuencia de sucesivas células neocatecumenales que, como un cáncer, se extienden por todo el organismo de la Iglesia.

Y para lograr su propósito es necesario que quien finaliza su periodo gestacional en la comunidad no nazca a la Iglesia Católica, sino a un nivel más del Camino Neocatecumenal, en el que ya no hay más pasos pero sigues dependiendo de tus kikotistas y ellos, a su vez, dependen de los suyos y éstos de Kiko, que sigue decretando lo que hay que hacer, cuándo y por qué.

Por eso, la decisión de los dicasterios y del Papa Benedicto XVI de que esos supuestos cristianos adultos ya gestados se integrasen en la Iglesia Católica fue considerada por Kiko un desastre que solo podría resolverse con la muerte del Papa.

El instrumento, la herramienta temporal, pretende ocupar el lugar de la verdadera Iglesia.