Tostón de inicio de curso 2022-2023 (III)

 

El presbi que reconoce que desconocía a Dios antes de afiliarse al CNC dice en la reunión de inicio de curso 2022/23 que va a dar una catequesis. Lo cierto es que a la vista de las lagunas en su formación no es seguro que conozca, reconozca ni comprenda el concepto de catequesis, pero el caso es que dice: 

«La finalidad principal de esta catequesis es ayudar a todos los hermanos jóvenes, adultos y ancianos a enamorarse del amor de Dios por toda la eternidad ya en esta tierra. Por otra parte, quiere ser una invitación, en particular para los adolescentes y jóvenes, a no tirar su vida a la basura del mundo, y en caso de que el demonio nos haga caer, ser conscientes de que las puertas del Camino y los brazos de Dios Padre permanecen siempre abiertos para el regreso del hijo pródigo».

El orden es importante: el Camino primero, Dios de segundón, no sea que se le suba a la cabeza eso de ser Dios. Aunque puede que el orden esté motivado porque lo sorprendente, inaudito y novedoso es que a partir de ahora el Camino se postule para el papel de padre del hijo pródigo, cuando lo típico es la expulsión de todo aquel que objete una sola de las leyes kikas.

Así arranca la catequesis "magistral" del primer presbi formado y deformado por el CNC, que afirma basarse un librito de Juan Pablo II, titulado "Amor y deseo", que contiene indicaciones pastorales a los capellanes universitarios, del entonces arzobispo de Cracovia, sobre el tema de la educación afectiva de los jóvenes.

El cardenal Karol Wojtyla para escribir sobre el amor, escribe sobre la libertad, fundamenta el amor en la libertad personal. Y también en la responsabilidad, que igualmente es personal.

Es casi superfluo aclarar que las palabras libertad y responsabilidad ni siquiera figuran en el tostón del deán de los presbis del Camino Neocatecumenal -se refiere una sola vez a la libertad sexual, que es otro concepto-, la palabra amor aparece solo de modo incidental, pues no debe olvidarse que la teoría kika es que el ser humano está incapacitado para el amor, y el deseo erótico brilla por su ausencia, pues Mario sostiene que el amor -inalcanzable para el ser humano- lo que suscita es el deseo espiritual de conocer al otro. Y ya.

Entonces, ¿de qué va el rollo “magistral”? La larga y confusa disertación se centra en una serie de calamidades, denominadas "trampas" e “impurezas”, que se ciernen sobre todos los jóvenes del mundo, aunque el ponente pone el foco en los jóvenes del Camino, confundidos por la ideología de género, la homosexualidad y la pornografía.

 Dice: «Ya hablamos de pornografía en la reunión de 2019, donde dimos una señal de alarma a los padres, presbíteros y catequistas kikotistas».

No solo hubo una señal de alarma; visto que la adicción a la pornografía se ha detectado no solo en adolescentes y jóvenes del CNC, sino también en adultos, incluso en presbis y kikotistas, en los últimos tres años ha habido un machaque continuo sobre el tema que, dado el perfil de los enfermos, no puede achacarse a la revolución hormonal de la pubertad y que tira por tierra la presunta moralidad de los hijos kikos criados al amparo de las laudes domésticas dominicales.

El caso es que, lejos de controlarse con las instrucciones impartidas desde el 2019 en adelante, la situación parece haber empeorado aún más:

«Como sabéis todos, durante los años de confinamiento, se ha incrementado de manera desorbitada la cantidad de jóvenes que ven pornografía durante varias horas al día, generando en consecuencia malestar y trastornos en el cerebro, ansiedad, fobias, incluso suicidios. En esa convivencia invitamos a los niños y jóvenes y también a los adultos del Camino Neocatecumenal que siguen siendo adictos a la pornografía a reconocer con humildad esta forma de adicción y, además de ser fieles a las celebraciones y pasos de la comunidad, a dejarse ayudar».

Que parece mentira que todavía haya que explicarle a alguno que si su hijo o él mismo es un adicto al porno es por culpa suya, jamás es porque los efluvios magikikos de la comunidad no sirvan, sino porque su soberbia le impide sacar a la luz su pecado y dejarse ayudar.

Es más, si cuando Kiko dio la orden de tirar los ordenadores y abandonar las redes sociales hubiese sido obedecido, otro gallo cantaría. Por tanto, la culpa es de los desobedientes y no es una prueba manifiesta de que el CNC no cura la homosexualidad, la impotencia o la frigidez, por mencionar tres aspectos que Kiko se jactaba de que se arreglaban en el CNC.

Pero por si acaso fuese que aciertan los que no creen en la curación de las tendencias innatas, Pezzi se resignó a decir: «las personas con atracción homosexual no deben ser víctimas de una falsa piedad (…) En el Camino estamos invitados, como los demás cristianos, a vivir la castidad».

Que es una invitación a dejar de buscarle novia al homosexual y dejar de empecinarse en fabricar matrimonios abocados al fracaso. Ningún homosexual se merece eso, pero mucho menos se lo merece la mujer. Y viceversa, para el caso de lesbianismo.

También se dan indicaciones “pézzimas” a los padres caminantes: «Lo primero que deben hacer los padres que se dan cuenta de esta realidad [se refiere a la homosexualidad] de sus hijos es no dramatizar, no espantarse, no entrar en crisis: Entonces la educación que les he dado de qué ha servido. ¡Iba a la comunidad!».

En mi opinión, de lo más urgente que hay que hacer es acordar no decir nada en la comunidad, donde todo es chismorreo y murmuración y una frase a destiempo puede hacer mucho daño a los hijos.

Para Pezzi lo vital es dejar claro que el fallo no es de la comunidad, será fallo paterno o filial o algo que diosito manda para enseñarles humildad a todos ellos. Lo cierto, queridos neocatecumenales, es que alguien os vendió la moto de que los sacrificios y esfuerzos necesarios para hacer el trípode sin desmayo merecían la pena, porque eran el requisito im-pres-cin-di-ble que reclamaba diosito para que vuestros hijos nunca sufriesen los problemas de los muchachos de este mundo, sobre todo si hacíais Laudes los domingos por la mañana -así, si alguna vez os entraba la tentación de ir a misa de 12, se os pasaba gracias a la obligación de las laudes domésticas- con panderetas y castañuelas, como está prescrito, ritos navideños, cuentos de Pascua con "midrashim" judíos y demás folclore.

Ahora, sin embargo, se da un volantazo y un cambio de dirección: haber enviado a los hijos a la comunidad nada más alcanzar la edad mínima requerida y al mismo tiempo hacer la post-confirmación con los "padrinos", hacerles ir a la Eucaristía el sábado por la noche para evitar que pisen las discotecas, haberles llevado a aprender a tocar varios instrumentos, haber hipotecado la casa para hacerles participar en la peregrinación que dispusieran los grandes kikotistas para que encontrasen la pareja adecuada y se olvidasen del "yugo desigual" de los compañeros de estudios, no ha sido suficiente para que los hijos sean como los neocatecumenales querían que fueran, es decir, como "alguien" aseguró que saldrían: castos, puros, que no toman drogas -salvo el tabaco, que no está mal visto-, no se emborrachan, no maldicen ni sueltan tacos y caminan por el lado correcto de la historia.