Traditio symboli (CXXVI)

 

Kiko: ¿Cómo te llamas? ¿Estaba ciego antes del camino?

R.: Sí, no veía la misericordia de Dios en mi vida: por mi pecado no veía que Dios me amaba. No veía posible que yo pudiera aceptar la voluntad de Dios que era tan diferente a la mía. No veía que mi pecado pudiera hacer daño a todo el cuerpo de la Iglesia; aunque me dañaba a mí.

Kiko: ¿Cómo te abrió los ojos el Señor?

R.: En las catequesis iniciales, en la primera que fue precisamente la del ciego y la piscina de Siloé. Yo lo entendí de esta manera: que venía un señor de Madrid (muy gordo, a mi parecer) y me metía en una comunidad donde no se hablaba catalán, y que esa era mi salvación. Y esto lo entendí; ni siquiera ahora lo comprendo, pero luego lo entendí, ni siquiera sé cómo. Yo era nacionalista, separatista y todo lo que quieras y en esta catequesis del ciego, de Siloe, entendí ese día lo que he dicho antes. Al principio estaba mal porque no me atraía ir a lavarme a una piscina tan poco atrayente, pero ha sido mi salvación.

A estas alturas de la película, ya todos saben que hay que asegurar que antes del CN todos ciegos y que la vista se la deben al pico de oro del gran jefe blanco, que no sabe catalán, pero este escrutado va más allá en el peloteo servil y por dos veces declara que la salvación no viene de los judío ni de Dios, sino del tripodeo, aunque sea en español, que es idioma muy mal visto en algunos entornos.

Por otra parte es interesante el testimonio de que la gordura kikiana viene de lejos.

Kiko: A través del camino, ¿se te ha puesto barro? ¿Has visto tus pecados? ¿Hoy, ves el amor de Dios en tu vida?

R.: Sí, yo me siento amado por Dios en mi matrimonio. Estoy convencido de que en todos los acontecimientos de mi vida Dios está actuando.

Kiko: ¿Estás convencido de que Dios está actuando, que no cae una hoja de un árbol sin que Dios lo permita, que todos los cabellos de tu cabeza están contados, que Dios te conoce perfectamente y también en una discusión que tengas con tu esposa Dios está presente y te está hablando?

En el kikismo esto es así: si tropiezas tienes que meditar qué te quiere decir Dios con el tropezón que has tenido porque a Él le ha placido, si te multa la Guardia Civil, es Dios quien ha propiciado ese exceso de velocidad y esa multa, si tienes una pelotera con tu cónyuge, es Dios quien os induce a ello para manifestarse en medio de vosotros… pero si todo va bien, si hay respeto, si no hay gritos, si las cosas marchan, eso no es de Dios, preocúpate porque como se entere el kikotista se te va a caer el pelo.

¿Estás dispuesto a predicar el evangelio?

R.: Sí, estoy dispuesto; tengo miedo, pero es normal. Una cosa que he pensado mucho es esto: si físicamente soy un leproso y Dios me lava, pues salgo a la calle sin esperar a que me lo digan, ¡salgo de inmediato! Y desde hace unos días viene a mi mente esto: "¿Cómo es posible que yo diga que no veía, que ahora veo y me guarde este hecho para mí solo?". Veo que en esto está el demonio que me dice: “¡Déjate de cuentos! Ya hace mucho tiempo que ves y... no ha pasado nada". Yo creo que lo que me falta es que me envíen; me falta el Espíritu, la fuerza de la Iglesia.

Como buen neokiko, el escrutado necesita ritos magikikos que le aporten la fuerza de la que carece porque la kikotina no aporta nada positivo al organismo.

Kiko: Quieres ser enviado, ¿no? De alguna manera estoy seguro de que has empezado a hacerlo, has hablado de la comunidad, has dado algún testimonio.

Sabido es que la traditio no va de anunciar a nadie el Amor de Dios, sino de hacer propaganda de un gueto que se encierra tras puertas cerradas a practicar akikolarres, esos son los “testimonios” que dan los que van por las casas.