Diarrea por vía bucal (V)

 

Bien. Vemos en España como una de las causas por las que matan a los niños y matan a las mujeres es esta. Un hombre que no cree en Dios pone su ser en el amor de su mujer, él es para su mujer, es su marido, su mujer le da el ser cuando le dice yo te quiero, yo te amo, ¿verdad? Le da el ser es para su mujer… si la mujer se va con otro, ¿sabes lo que le pasa? De pronto descubre el infierno, el no ser.

Punto 1: No creer en Dios no tiene nada que ver con la neurosis del amor infantiloide y posesivo.

Punto 2: Ser ateo no implica que esa persona trate a los demás como objetos de su posesión, a los que destruye si no le sirven como desea. De la misma forma que ser creyente no implica no tratar a los demás como objetos de su posesión, destruibles si no le sirven como desea.

Punto 3: ¿No dice Carmen categórica superiormente que el demonio siempre ataca a la mujer? ¿Cómo es que mayoritariamente las víctimas son mujeres y niños, y los asesinos -es decir, los seducidos por el demonio-, hombres? ¿Será que el problema se llama machismo y misoginia?

Kiko junta interesadamente dos aspectos sin relación para sacarse de la chistera una consecuencia tan falsa como todas las suyas.

No sabía que existiese el infierno, no creía ya en Dios ni en infierno ni esas cosas de los curas, pero experimenta un dolor místico tan profundo, un horror tan grande, no ser para nadie, como si estuvieras perdido en el abismo de la negrura del universo, que piensa: cómo puedo hacer que mi mujer comprenda el daño que me ha hecho, el daño que me ha hecho… ¡Ya lo sé! Mataré a los niños. Y los mata y los quema. Y siguen matando niños o matando mujeres, porque existe el infierno. Él no lo sabía, de pronto descubre no ser, no eres para nadie.

Claro, porque los niños asesinados no eran nadie. El intento de blanquear asesinatos de hijos es repugnante.

Imagínate que tú no existes, no eres para nadie, no hay amor de nadie hacia ti cuando Dios es amor, esta es la verdad: el amor, en la que hemos sido creados. El infierno destruye.

Bien, hermanos, pues es algo muy profundo es una de las causas, entre otras, de todo esto. Nosotros sabemos profundamente, somos profetas, conocemos el conocimiento profundo de la realidad. ¡La realidad!

Es muy fácil autoproclamarse profeta. Dios hace obrar signos y prodigios a sus profetas para que sean reconocidos. ¿Qué signos muestra el sensible? La mentira y los cuentos kikos no son signos, son estafas.

¿Cuál es la realidad? Esta, que está viniendo Jesucristo: Amad a vuestros enemigos. Vengo pronto. Está viniendo. Hemos sido creados para Él, para el cielo. No hemos sido creados para descomponernos en la tierra, como perros. Dios jamás creó eso… Y se queman y se queman…

Pero para que… Dios conociendo que nosotros tenemos dificultad para vivir, porque nuestro ser más profundo está muerto -deja que los muertos entierren a sus muertos, dice Cristo-, los hombres estamos muertos dentro, no tenemos dentro vida eterna, estamos condenados a la muerte y todos moriremos, estamos cercados por la muerte, por eso no podemos amar en una dimensión más que la dimensión de nosotros mismos.

Sois tan limitados que solo podéis amar en una dimensión. Pero si entras en Kikónides y te kikotizas, desdoblas la personalidad, te conviertes en un kiklón sin dejar de ser tú mismo en ocasiones y entonces descubres la metadimensionalidad del metaverso.

Yo me voy… Te vas con una chica y cuando aparece un defecto que te destruye -la muerte que te cerca- te separas, no puedes… Tienes que escapar de la muerte, no puedes soportarlo, te sofoca. Para tener un amor de este tipo: amor más allá de la muerte, significaría vencer la muerte y ¿cómo se llama el amor desde la fe? El amor al enemigo.

No. El amor desde la fe es el amor a todos, amigos y enemigos. A ver si va a ser que diosito solo ama a los malos.

El enemigo es el que te mata, porque los hombres están siempre escapando de la muerte, siempre escapando de lo que los hace sufrir, porque sufrir es comenzar a morir. Estamos todos cercados por la muerte, porque estipendio, salario del pecado es la muerte, castigo del pecado es la muerte.

Ya le ha dado la vuelta a la tortilla. En el párrafo anterior, eran los defectos del otro los que provocaban la muerte al pobrecito, ahora resulta que el problema no son los defectos ajenos, sino los pecados propios. Por tanto, no es que el otro sea el enemigo, el enemigo está en uno mismo.

Pero Dios envió a su hijo para que pagase por nosotros con su muerte y pudieran ser perdonados nuestros pecados y pudiéramos recibir la vida eterna.

Os recuerdo cuando os bautizaron y erais pequeñitos, preguntó el cura al padrino que os llevaba: ¿cómo se va a llamar? Federico. Y dice el padrino (sic) en el bautizo: Federico, ¿qué pides a la Iglesia de Dios? Y el padrino responde por el niño, que el niño no sabe hablar todavía, dice: la fe. Y pregunta el cura al padrino del niño, que habla en función del niño, y ¿qué es lo que te da la fe?  y dice el padrino: la vida eterna. Pues si quieres poseer la vida eterna, amarás a Dios con todo tu co… Esto es el rito del bautismo.

La vida eterna hoy, no la vida después. Dice San Juan Evangelista que el que detesta a un hermano es un asesino, y como sabéis ningún asesino tiene dentro vida eterna. Porque dice sermón de la montaña, cuando habla de la nueva creación, que no es solamente un asesino el que con una pistola mata a otro, sino que cuando tú odias a una persona ya eres un asesino, y no es un adultero el que se acuesta con la mujer de un amigo, cuando miras una mujer deseándola ya has adulterado, ya eres reo ante Dios, dice el Señor.

Con lo cual no quiere decir que eso sea un moralismo excesivo. No. Está describiendo un hombre nuevo, el hombre que Dios otorga desde el cielo a los cristianos, el hombre celeste fruto de la gracia en nosotros, gratis. Es ahí porque no hay nada de voluntarismo, de exigencia, de moralismo, todo es gratis, todo es gracia, todo es gratis, no sé si lo sabéis, algo maravilloso, cómo puede vivir la gente sin Cristo.

Ya sabes. Dios te lo dará y mientras tanto no te esfuerces, porque sería un moralismo. Y como ni te esfuerzas ni pones nada de tu parte, los defectos del otro te destruyen y lo consideras tu enemigo sin advertir que tu viga es mucho más grande.