Traditio symboli (XCV)

 

Nosotros vemos que el hombre se hace a sí mismo una ley moral: para algunos, la sexualidad no es pecado, todo está permitido, todo es lícito, ¡todo!

Resulta que la sexualidad per se no es pecado. Lo contrario es como decir que mirar es pecado. O que comer es pecado.

Pero se fabrica prohibiciones en otros campos: en el campo de la amistad, en el campo del dinero, de la economía. Se hace las leyes, se hace su propia religión.

Eso es lo que hace el CNC: normas, leyes y ritos sobre las amistades que puedes y no puedes tener, sobre el destino que debes dar a tu dinero, sobre la pareja, sobre los hijos… Sus leyes y su propia religión a la medida de un burgués de manitas delicadas.

Entonces, cuando nosotros -les hablo a los sacerdotes y a vosotros, los catequistas- encontramos un problema familiar en la comunidad, ¿cuál es siempre nuestra preocupación? No es decirle a ese hermano: "¡Tienes que tener hijos!". Nuestra misión es situar a este hombre, sacarlo del pecado y ponerlo en su condición de criatura dependiente de Dios para que reciba el Espíritu Santo. Porque si tú estás fuera de la gracia sacramental, de la gracia que dan los sacramentos, si estás fuera del Bautismo, de esta nueva creación, ¡todo es imposible! Pero nosotros sabemos que si podemos meter a este hermano en su situación de nueva creación incorporándolo a la vida divina, de modo que la vida de Dios pase a través de él, tendrá la fuerza para hacer la voluntad de Dios.

A Kiko le gusta mucho mezclar lo que nada tiene que ver para “deducir” lo que le da la gana. En este caso parte de un problema familiar, lo mezcla con el pecado -porque ya se sabe que un adicto a la kikotina no puede dejar de pecar- y deduce que la solución la poseen ellos -Kiko y su legión, supongo-, capaces del milagro de incorporar al pecador a la vida divina sin que se convierta ni un poquito ni abandone el pecado en ningún momento, porque eso sería un moralismo.

Aquí está el punto: si una pareja hace el acto sexual, en el matrimonio, con mala intencionalidad -es decir, están fuera del plano divino porque no quieren tener hijos aunque la voluntad de Dios sea que los tengan- están fuera de la gracia. Entonces el acto sexual se aparta del orden para el que Dios lo creó y no se da el sacramento: no se da el sacramento ni la gracia, y es fuente de maldición, fuente de frustración, fuente de perversiones sexuales.

Y de repente se le cae la careta y resulta que los problemas matrimoniales y el pecado de él y la falsa solución a todo queda reducido a sexo y a que Kiko quiere que los adictos a la kikotina tengan muchos muchos hijos. Y si para salirse con la suya tiene que inventarse un falso sacramento o pretender conocer la voluntad de Dios para los demás, ni Kiko ni la legión dudan en hacerlo.

Entonces, ¿qué queremos hacer cuando hablamos con vosotros? Queremos poneros en esa situación por la cual entras en la gracia de Dios porque así tienes una ayuda, porque quien está en gracia de Dios tiene el sostén del Espíritu Santo. La vida de Dios habita en él, la vida trinitaria habita en él y es sostenido por los dones del Espíritu Santo, por el don del consejo que te aconseja el bien, por el don de fortaleza que te sostiene en los momentos difíciles, por el don de piedad que te hace orar, el don del temor de Dios que te lleva a tener temor de Dios y a no pecar, el don de ciencia.

Pero si uno se convierte en dios de sí mismo, porque está aburrido, porque para él es absurdo tener otro hijo... Para nosotros el problema no es no tener otro hijo o no tener ninguno, para nosotros el punto es: "Pero tú, de verdad, ¿QUIERES HACER LA VOLUNTAD DE DIOS o no? Porque en la voluntad de Dios está tu salvación”.

Es de una mentecatez tan simplista y ofuscada lo de este tipo… Voy a poner un ejemplo real sacado de mi comunidad: un matrikimonio aparentemente modélico con un hijo por año, pero resulta que él se iba de francachela cada vez que le daba la gana y luego comulgaba tan tranquilo porque estaba abiertísimo a la vida. ¿Hacían o no hacían la voluntad de Dios?

No sé si entiendes esto. Es decir, es importante que nunca hagamos casuística, no hay ninguna casuística. Cuando alguien viene a decirnos: "Me estás poniendo una trampa: ¿qué quieres de mí, que tenga otro hijo?", respondemos: "¿Por qué hablas de una ley? Espera un momento: ¿estás en gracia de Dios? Porque si no estás en comunión con Dios, ¿de qué casuística, de qué ley quieres hablar? No eres capaz de hacer ninguna ley porque te has hecho dios de ti mismo”.

Lo de lanzar acusaciones en lugar de dar respuestas se les da muy bien a Kiko y a su legión. Es lo que tiene el árbol malo, que en lugar de frutos da acusaciones gratuitas.

El padre Mario ha querido presentar esto un poquito leyendo estas cosas, quiso decir: En nuestro carisma nosotros queremos ayudarte primero a estar en gracia de Dios. Suponiendo que lo queréis porque habéis dejado el pecado con el sacramento de la penitencia y queréis hacer la voluntad de Dios, entonces la Iglesia te puede decir cual es la voluntad de Dios. Te puede decir: ¡mira, la voluntad de Dios es esta! Hoy os lo dice la Iglesia, que a través del Magisterio tiene la única interpretación correcta de la voluntad de Dios a la luz del Evangelio. Está claro que en este sentido hay un camino continuo en la Iglesia, hay carismas y nosotros también somos un carisma que la Iglesia debe escuchar.

Y dale con mezclar cosas. Son los carismas los que tienen que escuchar el magisterio de la Iglesia, porque los carismas no pueden interpretar la voluntad de Dios sin ella.

Por eso, con motivo del Sínodo de la Familia, nosotros organizamos un encuentro de 2000 familias para ayudar a los obispos. Vinieron 60 Padres sinodales a escuchar las experiencias de las familias. Hoy la gente tiene poca catequesis, la fe se diluye y todos comienzan a transigir; luego se encuentran situaciones familiares a las que los sacerdotes en confesión ya no saben responder, situaciones que no se pueden resolver.

El punto no es: “¿Puedo usar la píldora o no? Mi casa es pequeña, mi marido se va con otra...". ¡Ese no es el punto! Siempre detrás de esto hay una trampa, la trampa de la estructura: ¡el problema está fuera de ti, fuera de ti, en la estructura! Ahí está la trampa: estás cambiando el problema.

El problema es la incoherencia kikil que con tal de culpar a la mujer suelta cualquier memez. Si el marido se ha ido con otra, ¿qué necesidad de píldora puede tener la abandonada?

Todo esto no se puede entender si no comenzamos a entrar en la voluntad de Dios, haciendo de vuestro matrimonio un matrimonio santo, comenzando a vivir poco a poco en la santidad. Y si os poneis de pie, rápidamente, a vivir el matrimonio en santidad, a hacer uso de vuestro matrimonio de manera santa y recta, conociendo la enorme santidad de este sacramento.

Seguro que a una mujer abandonada toda esta perorata le sirve de mucho para contársela a la almohada.

Dios mismo, en el Antiguo Testamento, había adornado el acto sexual con su santidad precisamente porque allí se da la vida. Cuando la mujer tiene la regla, es decir, pierde sangre, permanece impura por un tiempo precisamente porque para Israel la sangre significa vida; permanece impura porque es como una especie de aborto.

Solo lo es exactamente en la misma medida en que cuando el hombre mea incurre en “una especie de aborto”. Soberana estupidez.