Kiko se quiere ir, dice

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Hoy es un día demasiado especial para que pierda el tiempo en kikadas, así que me limito a traducir un par de intervenciones estelares de Kiko en el tostón publicitario italiano.

Aquí va la primera que tuvo lugar durante las presentaciones. En un momento dado, Kiko, que está pasando lista para ver quien está y quien se ha escaqueado -pekado grave en Kikónides, como todos debéis saber-, se interrumpe y dice:

Kiko: Hay que recordar a Sandro, itinerante de Emilia Romaña, que está muy grave, está en estado vegetativo, no creemos que se recupere.

Ascensión: ¡La esposa dice que lo logrará!

Kiko: ¡La esposa dice que es posible! La esposa tiene fe, nosotros tenemos poca. Démosle un aplauso a Marina. Don Maurizio Pallù enfermó de covid en Nigeria y ahora está en el hospital de Florencia. Don Jesús Blázquez se fue con el Señor. Fue el primer sacerdote itinerante que nos dejó un obispo.

El tostón italiano tuvo lugar el 14 de marzo en el salón de usos múltiples del semivacío RM de Roma. Es decir, fue algo así como el ensayo general antes del tostón de Madrid, que tuvo lugar cinco días después -para que luego Kiko vaya por ahí asegurando que no tiene ni un día libre-. El caso es que en el ensayo no llama a nadie a rezar por los enfermos, ni tan siquiera para que «se mueran contentos», pero con su pesimismo kikaracterístico da por hecho que Sandro, itinerante, dice, de la región italiana de Emilia-Romaña la va a espichar.

Y cuando le hacen saber que no está bien informado, con su humildad a prueba de metidas de pata, se va por peteneras y confunde con fe lo que posiblemente solo sea efecto de tener noticias más frescas y de primera mano. Con todo, es interesante su reconocimiento: «nosotros tenemos poca [fe]», donde ese nosotros hace referencia a él mismo y a su tropa o legión.

No seré yo quien ponga en duda la escasez de la fe del equipo kikinerante internacional en particular y de los prebostes kikos en general.

El segundo recorte del tostón italiano es este:

Kiko: Bueno, muchachos, ¡la vida es un paso! Yo no puedo más, lo digo con todo contento y alegría: me voy, “me voy a todas partes”, porque hay de todo en el cielo. Me voy, no sé si en un mes, quince días, siete días o un año, cuando Dios quiera. Es una alegría para ti tener catequistas. Entonces ora para que yo pueda todavía servirte, amarte, ayudarte, darte una palabra de alivio, una palabra profética, para que pueda continuar mi misión de ayudar a tu fe, para que brille, se fortalezca y te prepare para entrar al cielo. El Señor en su providencia nos ha unido, ya que antes de la creación del mundo nos ha unido a ti y a nosotros, el equipo de catequistas de Kiko y Carmen que está cerca de mí: démosle un aplauso a Carmen, ¡qué mujer!

Se entiende por sí solo, así que no comentaré mucho. Solo decir que con tantas ganas que tenía Kiko de “irse a todas partes”, lo tenían que haber dejado tranquilito en casa y no llevarlo al hospital para ser tratado cuando empezó a sentirse malito. Y, por supuesto, el padre Pezzi y Ascen la de Tudela no tendrían que haber pedido a toda la kikandad que orase para que Kiko se fastidiase y no se pudiera ir a todas partes.

Otro punto es el recurrente empleo del nombre de Dios en vano. Kiko se hace pasar por profeta, por intérprete de la voluntad de Dios, por el único capaz «de ayudar a tu fe, para que brille, se fortalezca y te prepare para entrar al cielo», pero por sus frutos se conoce al árbol. Y los frutos de este árbol son la inmadurez perpetua y la poca fe, como él mismo reconoció más arriba.

No os dejéis engañar.