Traditio symboli (XLIX)

Domingo por la mañana (de la Traditio hecha en Italia en 1981)

LAUDES

Saludo del presidente

Himno: La cruz gloriosa

Canto (después del salmo): Delante de los ángeles

Monición al cántico de Daniel

Como todos los domingos, hermanos, es el cántico de Daniel, el cántico de los tres jóvenes en el horno. El libro del profeta Daniel explica que los tres jóvenes no querían adorar la estatua de oro del rey Nabucodonosor, porque la misión profética del pueblo de Israel también es una misión de denuncia, como es nuestra misión. Dios ha dicho: no te arrodillarás, no doblarás la rodilla, sino que solo a Dios adorarás.

Sin embargo, los padres kikos enseñan a sus hijos a arrodillarse ante ellos -para lavarles los pies-, pero no se arrodillan ante Dios, presente en la Eucaristía.

Cuando los pueblos hicieron de la política una religión -exactamente como existe hoy en nuestra época-, porque si Dios no tiene el contenido religioso que tiene todo hombre, la necesidad de un padre que tienen todos los hombres sembrado por Dios mismo, la búsqueda de un padre: es muy fácil para los reyes de todas las edades decir que no hay dios y que ellos son dios. Entonces, toda la adoración que el hombre está dispuesto a dar, por su religiosidad natural, pone a Dios en la política. Por eso, en Rusia, llamaron a Stalin el 'padre'. En toda política sucede lo mismo, incluso César: kyrios es el César en Roma. En Italia, la religión ya era una cosa, tan milagrosamente, todos los santuarios, pero en el fondo en la época de Roma, hicieron también de la política una religión, el cesarismo. De hecho, los cristianos fueron torturados, y bastaba en Roma que el cristiano dijera estas palabras: "César kyrios", que es "César es el señor", pobrecillos, bastaba que dijeran estas palabras y ya no le hacían ningún mal, ya no le rompían más los huesos, ya no le arrancaban las uñas, no le desollaban la piel. Y esa pobre gente repetía "Cristo Kyrios". Suena como una tontería y no, no fue una tontería en absoluto. Esto es todo lo que hay aquí: Cristo es el Señor, a Él obedeceremos, a Él debemos obedecerlo. Entonces Roma, que al principio pensó que estas comunidades no eran nada, comenzó a comprender que había algo muy serio allí: de la gente que estaba dispuesta, que iba en serio, dispuestos a obedecer por encima del poder político. Había entonces un peligro para el estado. Más tarde, más tarde, se dan cuenta de que no, que los cristianos que obedecen son los primeros ciudadanos del estado.

Ojito con el lenguaje fraudulento del sensible. En la Iglesia de Roma no había comunidades, era la Iglesia en Roma, como la de Éfeso era la Iglesia en Éfeso o la de Tesalónica era la Iglesia en Tesalónica, una sola Iglesia repartida geográficamente, pero una sola Iglesia en cada población, no un conglomerado de comunidades, como alguno trata de inventar.

Si alguien tiene dudas, solo recuerde como se indignaba san Pablo con los que iban por ahí asegurando que “yo soy de Pedro”, “Pues yo soy de Juan” o “Yo soy de Pablo”.

En segundo lugar, lo que dejaron claro los cristianos romanos es que estaban dispuestos a DESOBEDECER la ley con todas sus consecuencias. En Roma existía la libertad de culto, cada cual adoraba a quien le diese la gana con la única condición de dar también -es decir, “además”, no “en lugar de”- culto al césar. Los cristianos romanos no fueron perseguidos por su obediencia, sino precisamente por su DESOBEDIENCIA a la ley romana que exigía el culto al césar. Sin problema les hubiesen dejado tener dos dioses, les hubiesen dejado decir “Cristo kyrios” hasta quedarse afónicos, siempre que también dijesen “César kyrios”. Pero ellos DESOBEDECIERON la ley.

¿Es lo mismo hoy? Incluso las ideologías políticas de hoy, ateas, pretenden que la gente ponga todo su deseo religioso, la necesidad de un padre, la necesidad de lo absoluto, lo ponga en la política, lo sublime en política. De hecho, muchas ideologías de hoy han copiado el esquema cristiano: el Siervo de Yahvé, el proletariado; el Reino de Dios, el paraíso final político social donde no habrá más injusticias. Todo esto ya lo sabéis; pero nada cambia, Egipto ya había hecho al faraón dios, dios es el faraón. Incluso Japón, hasta nuestro tiempo: una hermana que es amiga de Carmen después de la Segunda Guerra Mundial dice que fue un colapso cuando el emperador dijo en la radio que él no era dios, y muchos japoneses murieron, eso es psicológicamente quedaron destruidos.

En Japón hubo suicidios cuando el emperador declaró que habían perdido la guerra y que se rendían, eso sí fue un colapso para ellos, pero que poco después los vencedores impusieran que el emperador no descendía de la divinidad fue una declaración solo para los extranjeros que al pueblo japonés le trajo sin cuidado, bastante tenían con lo que tenían tras la guerra.

Fue un momento... muchos se han pasado al cristianismo.

Va a resultar que Japón es nación cristiana desde hace más de setenta años y nadie se ha enterado. ¡Qué callado se lo tienen!

No es que supieran que él era exactamente dios, sino que él representaba a dios, representaba todo un equilibrio psíquico. Y él dijo públicamente que no era, que no era el hijo de Dios: lo dijo al final de la Segunda Guerra Mundial. Y la gente murió, sintió que todo colapsó porque la gente lo necesita.

Lo puede repetir mil veces que seguirá siendo falso. Incluso es falso eso de declarar que no era el hijo de Dios, porque el emperador del Japón, nación sintoísta, nunca se tuvo por el hijo de Dios, se tenía por descendiente directo de la divinidad, que no es lo mismo… Y sospecho que siguen considerando así al actual emperador, descendiente directo -que no hijo- de aquel que perdió la guerra.

Como hoy, el deseo religioso está en todas partes: en Suecia, en Escandinavia, nadie cree en Dios, pero creen en el estado, en el papá estado, en la política. El estado lo resuelve todo, el estado se preocupa por ti cuando eres viejo, el estado te dará una seguridad social, el estado lo es todo. Entonces hay una realidad estatal.

La melonada es impresionante. O bien se piensa que habla a lelos o a ignorantes porque trata de hacer pasar los logros del llamado estado del bienestar por dádivas de un estado buenista y paternalista, pero ni en Suecia ni en Escandinavia ni en Pernambuco son tan idiotas para no saber que no reciben nada que costeen con sus propios impuestos, por lo que ellos mismos, los receptores, son proveedores de tales beneficios.