Sobre las palmadas en la liturgia

En Filipinas, en la diócesis de Lingayen-Dagupan, el arzobispo Sócrates Villegas ha aprovechado el mensaje de Cuaresma para prohibir las palmadas durante la misa, y no restringe la prohibición al tiempo de Cuaresma, sino que es en general.

El arzobispo, que con y sin el permiso de los santísimos de categoría superior y de los seres ultrasensibles, es la máxima autoridad de la diócesis, dice lo siguiente:

«Somos una Iglesia convocada por Dios, no un club privado de admiración mutua».

«La partición del pan es una conmemoración de la muerte violenta por la que pasó el Señor. ¿Quién aplaude mientras otros sufren? Es dolor con amor; sí, pero aún duele».

«¿Quién habría dado palmadas en el Calvario?»

«¿Habrían dado palmadas la Santísima Madre y Juan el Amado?»

El prelado señala que los católicos deben abstenerse de dar palmas inapropiadamente en la misa, ya que la Eucaristía es una «fiesta feliz», pero también «un memorial del Calvario». Por lo tanto, dar palmas, «puede despojarnos del verdadero significado de la liturgia y la adoración cristianas».

Al observar los «motivos para dar palmadas», ya sea antes o después de la celebración eucarística, Mons. Villegas se pregunta si quieren ser un «antídoto contra el aburrimiento en la Iglesia». «¿Dar palmas es un signo de vitalidad litúrgica? ¿No vendrá este aburrimiento de un mal entendido sentido de adoración y oración?».

Desafortunadamente, la comunidad de oración parece haberse convertido en «solo una audiencia que necesita entretenimiento» con «ministros litúrgicos [como] artistas intérpretes; y predicadores [como] maestros eruditos. No debería ser así».

El arzobispo Villegas cita al Papa Benedicto XVI: «Dondequiera que estallen las palmas en la liturgia debido a algún logro humano, es una señal segura de que la esencia de la liturgia ha desaparecido por completo y ha sido reemplazada por una especie de entretenimiento religioso».

En ese sentido, el arzobispo indica que si se necesita dar un mensaje para felicitar a un grupo o alguien por su trabajo o donaciones a la Iglesia, debe hacerse «fuera de la Misa». Y también dice: «No me aplaudan cuando visito su parroquia o capilla. Tú y yo somos invitados en la Casa de Dios. Solo somos camareros en la Mesa del Maestro».

La advertencia del arzobispo se refiere a que no le aplaudan tampoco fuera de la misa, y a mí me hace recordar esa ceremonia banal e infantil en la que se presenta a los invitados que pueda haber en una ‘uka’ y se les da un aplauso. No es lugar ni momento para aplausos y si no fuesen tan infantiles y no estuviesen tan pendientes de dar espectáculo, se darían cuenta.

El mensaje del arzobispo termina señalando que en Cuaresma es especialmente importante la sobriedad y el abstenerse de palmas en la Iglesia. Pero que quiere que esta abstinencia de palmas se prolongue a todos los días del año.