Los "kikos" son hijos de su padre, el demonio

Tenía interés por publicar las características que permiten identificar a los grupos coercitivos antes de abordar el tema del paso de Padre Nuestro en el CNC.

Pero primero un rápido repaso a cómo se llega hasta el paso del Padre Nuestro:

"útero" neocatecumenal para la gestación de hijos del demonio

En otros tiempos, una comunidad recién formada podía contar con que en dos añitos haría el paso del primer estropicio, en su jerga conocido como primer escrutinio. Eso ha cambiado como los tiempos y ahora se da la circunstancia de que en ocasiones se necesitan tres o más años de kikotizaciones hasta formar una comunidad que merezca tal nombre. Es decir, que tenga la cifra mágica de veinte o más miembros, porque lo que es por las edades de los mismos, en lugar de comunidad se podía llamar actividad extraescolar de alumnos de secundaria.

Volviendo a como eran las cosas antes: a los dos años un estropicio, un año más tarde el shemá y otro año más y se consumaba el segundo estropicio con su puerta que se cerraba a cal y canto y su puerta que se abría… que se abría si la comunidad pasaba. Era poco o nada frecuente pasar a la primera. Así que de media podían pasar cinco años de pre-catecumenado. Es decir, sin alcanzar tan siquiera la categoría de aprendices de cristiano pero dándose unos aires de la leche entera uperisada, pasterurizada y esterilizada.

El caso es que en algún momento, tras haber hablado de tu cruz públicamente ante gente que no tendrían por qué haber sabido nada de ella, tras haberte probado con los bienes, tras haber informado detalladamente (y de nuevo públicamente) a tu mano izquierda de lo que había dado tu mano derecha y viceversa, tras haber sido sometido a la intromisión en tu fuero interno por unos que se hacen llamar catequistas, por fin entrabas en el catecumenado y te convertías en aprendiz de cristiano.

Tú, tráeme la bolsa

En realidad, ¿quieres saber cual es la novedad que se ocultaba tras esa puerta cerrada que se abría para ti por haber superado los segundos? El diezmo. Que no es católico, sino kikólico, de k y cólico que es algo muy malo.

Y solo a partir de entonces podías aprender a rezar. Porque resulta que en Kikónides el Bautismo no te capacita para tener a Dios como Padre ni para entender lo que es la oración, hay que pasar primero por horas y horas de metacrilato y de confesiones de cruces y pecados, de desprendimientos de bienes y de sometimiento mal entendido a otros para que te consideren preparado para poder enseñarte a rezar.

Así que al año de entrar en el catecumenado, te “enseñan” a rezar y te “entregan” el breviario comprado por ti (hay entregas muy caras) para que puedas rezar conforme a lo aprendido. Es decir, nada de Santo Rosario porque aún no toca, nada de adoración ante el Santísimo porque es de la religiosidad de las cuatro viejas que están en todas las iglesias del mundo, nada que no sea lo que ellos te digan. Y entre lo que te dicen está el que te tienes que leer el libro El peregrino ruso. Porque sí, porque tienes que obedecer.

Después de la “iniciación a la oración”, vienen dos pasos iguales: traditio y retraditio, que consisten en repartir a la comunidad en parejas del mismo sexo para ir por las casas de alguna parroquia kikotizada cuyo párroco dé su autorización, con la bonita misión de llevar la paz a dichas casas. Si algún vecino abre la puerta y se muestra receptivo, de lo que se trata es de invitarle a las kikotesis. Y si no está receptivo, te vas de allí creyéndote más cristiano que nadie porque lo que tú haces no lo hacen los demás.

Un año después llega la reditio symboli, también llamada proclamación de la fe. ¿La qué? El momento de declarar públicamente la obra de Dios en tu vida. Ya sabes: antes del camino fornicabas y te suicidabas, fornicabas, te suicidabas y te tirabas por la borda del primer ferry que se pusiera a tiro, solo vivías para ti mismo, no amabas a nadie, el otro te destruía, fornicabas y te suicidabas. En cambio desde que entraste en el camino, Dios se te manifestó y te liberó del maligno y ahora ya no estás alienado y cuando fornicas y te suicidas lo haces con plena conciencia de que Dios que quiere pecador y que te acepta tal y como eres y tal y cual.

Encantado de haberme conocido

¿Está claro? La reditio symboli, en la que la comunidad madre “entrega” a la comunidad hija el Credo apostólico (porque hasta entonces la comunidad tiene prohibido cantar el credo. Es más antes ni siquiera tenía permitirlo recitarlo en las “ukas”, pero eso tuvieron que corregirlo), va de que el catecúmeno eche mierda sobre su propio pasado (cuanta más, más gusta a la audiencia) para declarar con lágrimas en los ojos que ha sido el camino quien le ha rescatado. No Dios, porque para ellos es imposible encontrarse con Dios fuera del camino. Por tanto es el camino lo que hace posible que esa mierda de vida que llevabas antes, con su cruz gigantesca, ahora sea un canto de agradecimiento a tu rescatador.

Y ¿qué pasa si en tu vida pasado no hubo traumas ni dramas existenciales, si no has sido rescatado de nada? Pues que no estás maduro para proclamar tu fe. Este paso es para aquellos que están dispuestos a dar gloria al CNC; y los demás no tienen una fe que pueda ser proclamada. Así de fácil.

Por fin el siguiente paso de este largo camino que no lleva a ninguna parte, es la primera parte de la etapa del Padre Nuestro.

Aquí unos hijos del demonio

La comunidad llega a este paso exultante de gozo, se piensan que ya están próximos a la meta. Ya saben rezar, dan el diezmo desde hace años, tienen reunión de garantes todos los meses en la que hay que sacar cualquier tema que afecte a la comunidad (es decir, que esas reuniones se usan para el chismorreo y las puñaladas traperas), ya están facultados para cantar el Credo, el domingo de Ramos reciben una palma como signo de que son la pera, etc.

Pues bien, explica S. Hassan en su libro sobre grupos de control mental que hay que mantener a los captados en un estado de continua inseguridad, cuando crean que todo va bien y que se han esforzado mucho, regáñales, diles que no es suficiente, explota su culpa y su debilidad, que sientan que no se les puede dejar solos porque el maligno les engaña y les destruirá la vida si no obedecen a los únicos que tienen la verdad suprema: los kikotistas.

De eso va este paso. De repente te encuentras ante unas soporíferas sesiones en las que todo va de que tienes que aceptar que has estado engañado al creer que eras un aprendiz de cristiano, que por más que hayas rezado a diario el breviario, tal y como te ordenaron, por más que hayas salido por las casas a vender el CNC, por más diezmos y primicias que hayas dado, por más convivencias, por más garantes, por más trípode, por más preparaciones, por más temas que lleves a las espaldas, en el fondo eres un hijo del demonio y lo has sido siempre.

Lo importante es que pienses que no está en tus fuerzas dejar de serlo y que ni tu Bautismo ni los Sacramentos ni la gracias de Dios pueden ayudarte, solo tus kikotistas y el Camino puede reconstruirte para que dejes de ser el hijo de tu padre el demonio.

Cuando mi comunidad llegó a este paso, aún parecíamos una comunidad, es decir, aún éramos algo más de treinta personas… únicamente dos de nosotros nos cuestionamos y nos reímos de las chorradas que allí se nos dijeron. Sorprendente que treinta personas adultas saliesen de la convivencia de marras convencidas de que necesitaban el camino para vivir o de lo contrario, como hijos de su padre el demonio, se condenarían. Pero sucedió.

Por supuesto, a los dos que nos negamos a comulgar con ruedas de molino nos declararon rebeldes. Ya llevábamos puesta esa etiqueta de antes. No fue nada nuevo.

En esa época mi “rebeldía” me incapacitaba para tener que comprar una palma en cada domingo de Ramos. Mi amigo en cambio sí había proclamado el Credo y todo eso, pero no pasó por lo de ser hijo del demonio sin otro motivo que el no estar sometido en todo al CNC.