Segundo escrutinio (LIII)

RITO DE ENTRADA AL CATECUMENADO

Explicación del rito

«El rito se inicia con una celebración de la palabra, con tres lecturas, que nos preparan al rito de la renuncia a los ídolos. Hacemos una lectura sobre Abraham, otra sobre Jacob y otra sobre Josué que están en relación directa con el rito de la renuncia que haremos. En primer lugar, entonces, leeremos la palabra de Dios y después la Iglesia habrá un diálogo con todos vosotros. Es el mismo diálogo que escucharemos en la tercera lectura: es el diálogo que Josué tiene con el pueblo antes de entrar en la tierra prometida. Este diálogo es una de las cosas más antiguas recogidas en el Antiguo Testamento: una de las liturgias más antiguas.»

Este diálogo no forma parte de la liturgia de la Iglesia, por más que Kiko diga lo contrario a la verdad. Es más, ni siquiera forma parte de la liturgia, si es que se llama así, rabínica.

«Ensayaremos ahora este diálogo para que luego, en el rito, salga bien. El presidente dirá: "ELEGID HOY, HERMANOS, A QUIEN QUEREIS SERVIR: SI AL ÚNICO DIOS REVELADO EN JESUCRISTO, O A LOS IDOLOS DEL MUNDO". Esta es la primera pregunta que se os formulará. Todos vosotros, en pie, tendréis que responder de esta manera: "LEJOS DE NOSOTROS ABANDONAR A NUESTRO DIOS PARA SERVIR A OTROS DIOSES". Probemos (se ensaya). Después el presidente continúa: "VOSOTROS SOIS TESTIGOS CONTRA VOSOTROS MISMOS DE QUE HABÉIS ELEGIDO A DIOS PARA SERVIRLE". A esta frase respondéis todos: "SOMOS TESTIGOS". (Se ensaya). Entonces el presidente dice: "VOLVERÁS TU CORAZÓN AL SEÑOR DIOS NUESTRO". Y responderéis: "SÓLO SERVIREMOS Y ESCUCHAREMOS SU VOZ". (Se ensaya).

Recordad que catecúmeno es el que escucha. Hoy entráis en el catecumenado para escuchar la voz del Señor.»

Será que hasta entonces no han escuchado otra cosa que graznidos, por estar fuera del catecumenado.

«Hoy, con testimonio público, afirmáis que estáis dispuestos a servir sólo a Dios, el verdadero Dios, el Dios de Jesucristo, y a escuchar su voz. Por eso hoy podéis ver que la Iglesia os está ayudando; la madre Iglesia que os está llevando, los presbíteros que representan, en esta asamblea, a la Iglesia adulta, que os introduce hoy al catecumenado. Ensayamos de nuevo estas tres respuestas.

(Se ensaya nuevamente hasta que todos respondan bien y con fuerza).

Entonces el presidente os dirá: "APARTAD DE EN MEDIO DE VOSOTROS LOS ÍDOLOS DEL MUNDO Y RENUNCIAD A ELLOS DELANTE DE LA IGLESIA". En este momento colocaremos aquí en medio un cesto, un recipiente grande y entonces, en el orden que queráis, uno cada vez, os levantáis para hacer vuestra renuncia pública a los ídolos. Esto se hace así: uno se levanta y, antes de nada, arroja al cesto el signo que ha traído, con el cual renuncia a su padre, a su madre, a sus hermanos, etc. Así arroja en el cesto los ídolos, por así decir.»

Más bien así desprecia y se deja robar los bienes recibidos de Dios.

«Luego, de espaldas a la presidencia, de cara al cesto de los ídolos y apuntando con el dedo la puerta de la Iglesia -fuera de la Iglesia está el demonio-, como si el demonio estuviera allí presente y refiriéndose a él, dice: "Yo (dice su nombre: Marcos, José, Pedro...) renuncio a ti, Satanás, porque... (y en este punto con palabras espontáneas y con toda sinceridad y claridad, dices lo que ha hecho contigo el demonio hasta hoy y por qué renuncias a él)".»

Está claro, ¿no? Se trata de que digas lo que ha hecho contigo el demonio hasta hoy, es decir, qué pecados has cometido, qué vicios tienes, qué has hecho contra los demás y contra ti mismo. Todo ello con toda claridad y sinceridad. En los kikotretos está muy claro, una y otra vez, por más que algunos vengan al blog a decir que a ellos jamás les han pedido que cuenten sus pecados. Pobrecitos, no saben que su gurú les deja con el culo al aire en cada uno de los kikotretos.

«Después concluyes diciendo: "Por eso hoy me acerco a Jesucristo y me pongo bajo su protección". Dicho esto, te das la vuelta y te acercas a la presidencia, te arrodillas sobre este cojín y, con los brazos extendidos y abiertos, dices: "Yo ... pido a la Iglesia entrar al catecumenado". Entonces el presidente hará el exorcismo y la imposición de manos que concluye diciendo: "Para que tú seas TEMPLO VIVO DE DIOS". Entonces responderás: "¡AMEN!" Y regresas a tu sitio. Luego se levanta otro y hace lo mismo.

Esta renuncia a Satanás es importante que la hagáis bien, con firmeza, renunciando realmente al demonio.»

El dedito, el dedito bien tieso apuntando a la puerta es imprescindible para que funcione la magia supersticiosa.

«Debe ser breve y espontáneo. Debéis pensarlo bien. Toda la Iglesia es testigo de lo que dices.»

Vaya, pues no es el dedo. Lo imprescindible es que cuentes delante de todos –que no son toda la Iglesia, sino la kikandad- lo que no debería interesar a nadie, lo que debería quedar como algo privado y personal.

«Después la Iglesia te exorcizará. Fijaos que Cristo está vivo en la Iglesia y continúa liberando, expulsando a los demonios, continúa hoy, curando a la gente, en su Iglesia y en esta generación. Por esto en la liturgia se realiza y se promulga la salvación. Hoy en esta sala se realiza la salvación para vosotros, Jesucristo se hace presente y salva.

Sobre este hecho del demonio, quiero deciros algo.El Evangelio dice que al demonio no le gusta salir de vosotros porque dentro de vosotros se está muy bien; por esto, cuando es cazado, vaga por lugares tenebrosos donde siempre encuentra demonios peores. Pero él no está tranquilo y siempre tratará de regresar al lugar del que salió: a vuestra casa. Y el Evangelio dice que si vuelve y lo encuentra vacío... Esto de encontrarlo vacío es muy importante. Prestad atención: la Iglesia al expulsar al demonio de vuestra casa, la vacía; Jesucristo hace salir de vosotros el espíritu de lujuria, de egoísmo, de venganza, de soberbia, de todas esas cosas con las que el demonio te provoca para que tú no calles, para que explotes y comiences a gritar. Jesucristo, por medio de la Iglesia, expulsa a esos demonios. Pero observad una cosa importante: después de hacer esto, la Iglesia llena esta casa de Espíritu Santo, de modo que cuando el demonio quiera regresar a ella, la encuentre llena, encuentre dentro a Jesucristo y no pueda entrar. Pero si el demonio regresa y la encuentra vacía, porque después de tres días le diste una patada al Espíritu Santo, porque no te daba lo que querías, porque no te funcionaba... entonces regresa el demonio con siete amigos suyos, mucho peores, y se instala de nuevo en tu casa de modo que tu nueva situación es mucho peor que la de antes. ¿Entendéis?»

Eso, ¿entendéis? Es la Iglesia la única que tiene poder para ayudarte, nadie más.

«Lo importante es que vuestra casa está llena, que esté habitada por el Espíritu de Nuestro Señor Jesucristo.¡Coraje hermanos! No temáis, porque si los demonios ven que Jesucristo está en vosotros, no pueden entrar. Hoy la Iglesia os dará el Espíritu Santo. Tal vez te dure dos horas, tal vez un día, tres años, un mes... No sé; pero hoy recibiréis el Espíritu del Señor. Este rito hará crecer en vosotros vuestro bautismo.»

Papanatada de antología. El Bautismo ni crece ni decrece.

«Después de este rito de renuncia, después de que hayáis sido purificados, perdonados vuestros pecados, después que vuestros demonios hayan sido expulsados, y hayáis sido curados de este modo, el Señor os salará: hará con vosotros la ALIANZA DE LA SAL.»

Lo sabe porque el señor ese se lo ha dicho a Kiko y a nadie más o Kiko se lo ha ordenado a ese señor para entretener al personal. Algo de eso.

«Haremos una breve lectura sobre la sal y después recibiremos de las manos de la Iglesia una piedra blanca de sal y la comeremos todos juntos como hacemos para la comunión. Después de degustar este maravilloso alimento, haremos oración, nos daremos la paz y terminamos el rito.»

No hombre, después tendría que haber un chupito y un ágape, para que sea más supercalifragilísticamente mágico-estupidúbido.