Comunidad cerrada

Me parece que fue en el tostonazo de inicio de curso de hace dos años o en alguna de las sesiones autopromocionales para ellos solos de por entonces, cuando su humildad, el viajero del jet privado, se contaba a sí mismo y a quien quisiera oírle que seis años de formación para poder ordenarse sacerdote eran demasiados años y que le iba a proponer al Papa reducirlos a no más de cuatro, como si fuera uno de estos grados que se han inventado con el plan Bolonia, para combatir el abandono de los seminaristas y paliar la escasez de sacerdotes, que seguro que está motivado por la duración de los estudios.

Si tal propuesta hubiera llegado al Papa, que lo dudo, tengo muy clara cual habría sido su respuesta. Pero no voy a escribir de los motivos, bastante obvios, por los que el seminario no es una carrera profesional ni se puede ajustar a patrones humanos de conveniencia. De lo que quiero escribir, para no variar, es de los despropósitos e incoherencias de quien manda en el Camino.

 

Porque el mismo para quien los estudios de teología están sobrevalorados y opina que es suficiente darles a los muchachos un par de cursillitos y, tal vez, enseñarles de adorno unos cuantos latinajos y expresiones en griego para aparentar cultura, ese mismo es quien sostiene lo siguiente:

Por descontado, como bien saben quienes han caminado y quienes caminan, eso tan simple de no poder saltarse pasos, de no poder pasar de primero de kikismo a cuarto de kikología aplica a todos, también a los seminaristas, diáconos y sacerdotes, digo, presbis; es una ley de obligado complimiento para todos y las únicas excepciones que conozco son por razón de matrimonio y al albur de la “patanegrez” de los desposados.

Porque a ver si es que alguno que cree que los seminaristas se enteran en el seminario de lo que es el cristianismo, a ver si alguno se piensa que por ser seminaristas ya son cristianos o ya tienen fe. 

En este universo los únicos capaces de medir la fe de los demás son los “kikotistas”, y lo harán cuando toque, sin saltarse pasos ni escrutes ni tomar atajos, y mientras el “kikotista” no dé “testikimonio” de la fe de alguien, ese alguien ya puede ser el Papa que en lo que respecta al kikismo su fe es la de un religioso de misa de 12 cualquiera: que ni sirve para nada ni interesa a nadie, porque lo dice Kiko. 

Y esta entrada podría haber acabado aquí, pero no me resisto a aportar cómo reaccionan las mentes kikotizadas a cualquier memez que surja de la boquita de su ídolo:

 

Y mientas levitan de emoción con palabras tan importantes y verdades tan grandes para ellos, siguen desobedeciendo las órdenes de la Santa Sede respecto a abrir las 'ukas' a todos.