Tres principios, tres actitudes, tres resultados

Malinche

Ya que andamos entre entendidos (sé que es una suposición que para algunos puede quedar pequeña), dejaré a un lado los “floripondios”. Y es que algunos salen con unas ínfulas que no veas. Que si tanto odio, rencor… Y la verdad es que es insuperable el bien que lo expuesto en este blog hace al neocatecumenado.

En la Biblia es fácil ver la progresión del pensamiento y como se va superando en la línea de pensamiento, de manera que, si los primeros textos o los más antiguos destacan por cierto infantilismo, más adelante se encuentra la arrogancia de la juventud en los profetas y, finalmente, la sabiduría de los sapienciales. Esto supone una evolución que también se da en el ser humano. 

Se podría comparar con el proceso de los dientes. Los primeros, llamados de leche, luego vienen los más fuertes y finalmente las muelas del juicio. Y juicio, usado aquí como entendimiento. ¡Vamos, para que nos entendamos! Es tanto así que, en inglés, a las muelas del juicio se les llama “wisdom tooth”, dientes de sabiduría.

En la Biblia la sabiduría encuentra su máxima expresión en los libros sapienciales: Job, Salmos, Cantar de los Cantares… Y también en forma de “Proverbios”. Lo mismo que conocemos como “sabiduría popular” se trata de expresar una verdad en término de proverbios o refranes.

Lo mismo existe en la Teología. Hay unas verdades asimiladas que se pueden expresar en forma de proverbios y por ser tan veraz su contenido han sobrevivido en latín. El que sean viejas, no significan que sean desfasadas, más bien expresan su veracidad.

1. Lex orandi, lex credendi.

Gracias, Señor, porque no somos religiosos de misa de 12

De la manera como se reza u ora, se cree. Algunas veces se le añade “lex vivendi”, a lo que a rezar y creer se le añadiría entonces el vivir.

De acuerdo a lo que rezas, crees y vives. Así de simple.

La Tercera Edición del Misal Romano ha sido muy criticada. Tiene sus fallas. Todo parte de otro principio: “Traduttore Traditore”. Toda traducción es una traición al texto original y son muchas las acomodaciones que se debe hacer. El problema viene con el documento Liturgiam authenticam, del 2001. Pedía una traducción más bien literal del latín a las lenguas vernáculas. 

Este enero del 2017, la revista América, de los jesuitas en Estados Unidos traía la formidable noticia de que el Papa Francisco nombró en diciembre pasado una comisión para la revisión del documento Liturgiam authenticam. La Tercera Edición está en vigor en Estados Unidos desde el 2011. Y lo que por un lado se ha ganado como enriquecimiento del lenguaje, al mismo tiempo se ha perdido en la comprensión de los textos. Más de la mitad de las palabras que se usan en la misa en inglés no son de uso común y suenan incompresibles.

Aun así, es importante destacar el “credere cum ecclesia” y el “sentiré cum ecclesia”. Creer junto con la Iglesia, sentir junto con la Iglesia. Como también es importante el “credere ecclesiam” (Así lo decimos en el credo: Credo in Deum, Credo in Iesum Christum, Credo in Spiritum Sanctum y Credo Ecclesiam).

De ahí la importancia de lo que rezo porque me lleva a lo que profeso. Lex orandi, lex credendi.

Y no son pocas las veces que, por lo novedoso, nos dejamos llevar bien lejos de hacer las cosas como la hace la Iglesia. Y eso tiene consecuencias.

2. De internis, neque Ecclesia iudicat.

Escarbaré en tu vida y si no respondes, te demonizaré

¿Cómo se podrá dar sentido a escarbar en el interior del ser humano, el lugar de la conciencia, ese lugar de encuentro con Dios si ni siquiera la Iglesia, experta en el trato con pecadores y penitentes, juzga el interior de las personas?

En el Rito de la Iniciación Cristiana de Adulto, los escrutinios están abiertos a la misericordia y a la gracia de Dios. En el invento kikil, veo que no hay mejor nombre que aquel por el sentido de humor y a lo trespatinesco han decidido llamarles “escruticidios”.

Con una lectura honesta y sin prejuicios del libro del Génesis se verá que a la base del pecado original yace la pretensión del ser humano de querer conocer el bien del mal. Y dónde dejamos los tantos avisos de Jesús sobre no juzgar a las personas.

Primero, ¿quién soy yo para juzgar a otros? Frente a eso deberíamos tener presente el comentario del Papa Francisco. Pero todavía se puede añadir más. Ser cristiano no es cosa de túnicas y birretes. Ser cristiano es estar abierto a la gracia y a la misericordia que sólo viene de Dios.

Un proceso en donde intencionalmente se juzguen las intenciones ocultas de las personas, lo que debe quedar entre su conciencia y Dios, con la intención de hacerlo público, por más aprobaciones que tenga de los papas y obispos de la bolita del mundo, simplemente, no viene de Dios. Lo que busca juzgar a las personas en su interior y acusarlas, viene del mismo canto sutil de la serpiente que engañó a Eva, nuestra madre. 

Una idea que queda clara en las Escrituras es el papel acusador del diablo. Por eso la misma Escritura llama al Espíritu Santo “paracleto”, esto es, abogado defensor. El fiscal es satanás. Y quien hace de fiscal hurgando las conciencias, hace el trabajo de satanás. (Apocalipsis 12, 10. Romanos 8, 33).

3. Extra Ecclesiam nulla salus est.

Estrambótico lugar de peregrinación de los "kikos"

Tal vez sea este uno de los principios más ambiguamente interpretados. Sin embargo, su aplicación práctica no se limita a querer expandir las fronteras de la Iglesia y su extensión por el mundo. También puede verse como la misma necesidad de la Iglesia para la salvación. Sobre todo, para los creyentes ya bautizados.

No tenemos que irnos al campo de las herejías, para conocer que no hacemos lo que quiere la Iglesia. Son muchas las instancias en que nos mantenemos obstinados en nuestro capricho y voluntad. Ahí para no ir más lejos, ¿desde cuándo se pidió que se modificaran las celebraciones neocatecumenales para hacer lo que hace la Iglesia y ha habido un gesto de obediencia? 

Por eso viene aquello de “no todo el que diga Señor, Señor…”, “en tu nombre hicimos milagros…”. Hay que procurar hacer las cosas en-la-Iglesia y con-la-Iglesia.

De ahí, que paradójicamente, la gente de misa de 12 está más cerca del cielo. No por aquello de “al que mucho se le dio…” No. Están más cerca porque en su mayoría, practican la oración del publicano, no andan juzgando a nadie y se mantienen fieles a la Iglesia.

Y es que hay en los neofrates y neosorores, el tufillo de la soberbia del sabelotodo de un solo libro. (Aquel famoso “El Nuevo Tesoro de la Juventud” no era un solo libro, eran como 26 tomos). Pero éstos, son de un solo. Pareciera que ahí se contiene la sabiduría de todo el mundo. Un libro esotérico, propio de iniciados (así se consideran los manuscritos, a fin de cuentas). Y han pretendido producir neocristianos, pero se han quedado anclado en la nada nueva herejía neo-gnóstica.

Y aunque le parezca raro, les amamos. Amamos a nuestros neofrates y neosorores con todo el corazón. Y no lo digo con mala voluntad, sino con todo el corazón. Así como no he visto una familia perfecta, tampoco encuentro una Iglesia perfecta. Algunos somos (o seremos) más disfuncionales que otros. Pero les amamos. Y me atrevería a someterme a una ordalía si me equivoco que también esa es la razón de los que participan más asiduamente en el blog. Créannos, les amamos. Si fuéramos indiferentes ante el atropello que muchos de ustedes han sufrido, entonces no nos importaría ni nos interesaría. Si no, pregúntenselo a Federico Barreto.