El Camino Neocatecumenal no tiene autoridad

El Camino neocatecumenal no es un movimiento, dicen ellos, no es un grupito más de la parroquia, aseguran:

«¿Dónde están los cristianos? Me dan ganas de tirar la toalla, digamos así, hemos fracasado como catequistas, ¿qué hemos hecho, una congregación, una asociación, unos grupos de jóvenes, unas comunidades en las parroquias? ¡Eso no vale para nada! os lo digo de verdad, eso no vale para nada si no se da en nosotros el misterio de la fe» anuncio Pascua 2005; «Tenemos que ser cristianos y no grupos en la parroquia de gente beata y de ese tipo», anuncio de Pascua 2014

Tampoco es una prelatura, sólo es un itinerario formativo, uno más, entre los muchos itinerarios reconocidos por la Iglesia.

Seguramente sea el peor de todos los posibles itinerarios de formación, de resultados tan parcos, tan mediocres, tan insuficientes, que han tenido que declarar que es un itinerario que no se acaba nunca, lo que significa que quienes lo recorren jamás se acaban de formar.

Si tu "catequista" te dice que te apartes, te apartas

La formación, por lo usual, implica la presencia de formadores. Y el camino no es una excepción, ya que la auto-formación está totalmente descartada en su aprobadísimo Estatuto. Así que hay formadores, que son alumnos aventajados, pero siguen siendo alumnos, porque lo suyo es un aprendizaje que no acaba nunca. Estos formadores no se hacen llamar maestros (menos mal), ni tampoco didáscalos, palabra que dejan para lo que consideran un carisma menor, sino que se hacen llamar "catequistas".

Hago notar que hay homonimia con la palabra catequista, que es la persona que instruye en la doctrina de una religión. Pero no tiene nada que ver, puesto que en el CNC una de las primeras enseñanzas es que ni ellos son un grupito que va a miiiiisas en la parroquia ni entienden en Cristianismo como una religión («Porque el cristianismo no es una religión, sino que es, básicamente, una buena noticia», mamotreto kikotesis inicio)…

Entonces, ¿qué enseñan los alumnos aventajados seleccionados para dar formación a otros?, enseñan kikianismo.

¿Qué es el kikianismo? Es una suerte de pseudo-erudición arcánica, mágica, intangible, contradictoria en sí misma, absurda y traumática contenida en trece volúmenes super secretísimos que se conocen como “los mamotretos”.

Por tanto, el mecanismo para adquirir los conocimientos kikiánicos es tan prosaico como hacerse con los mamotretos (no son gratis) y empollárselos como si fuese una asignatura de letras. Es más, todo intento de aplicar deducciones lógicas sobre el contenido de los kikotretos esta total y severamente deaconsejado. Hay que aprendérselo tal cual, sin cambiar nada, sin omitir nada, sin añadir nada, sin razonar nada, sin pensar.

Si te dice que comulgues sentado, lo haces

La posesión (que no es gratis, no se olvide), de los mamotretos confiere a quien los ha adquirido un estatus superior sobre el resto de integrantes del grupo que no quiere ser un grupo, sino una realidad intocable. Estatus que además se adorna con dichos como “venimos de parte del obispo, en nombre de la Iglesia…”. Dicho que jamás he visto respaldado por papel alguno ni de la parroquia ni de la vicaría ni mucho menos del obispado. En consecuencia, no se pierda de vista que su presunta autoridad es eso: presunta, no demostrada, por más que se les solicite.

Pero a ellos, los presuntos, les encanta ejercer, con todo el que se deje, esa autoridad que no les corresponde. Así resulta tristemente usual que los auto-llamados catequistas del Caminito se consideren a sí mismos competentes para interrogar a otros sobre cualquier aspecto de la vida de los otros. Resalto lo de cualquier aspecto, público o privado, personal o sobre un tercero…

Tampoco es infrecuente que cuando la persona que tienen delante no se deja amilanar por sus aires de superioridad moral, por sus codeos con todos los obispos del universo y por sus puros a pachas con a saber cuantos cardenales, se pongan nerviositos. Y entonces no sólo se endurece el interrogatorio, sino que además se conmina al interrogado a seleccionar su respuesta de entre un conjunto cerrado de opciones, todas ellas con trampa.

Por ejemplo, el auto-llamado catequista clama con voz tronante: “¿Nos vas a obedecer, sí o no?” (el plural es otra forma de presión, recuérdese que dice que detrás de él hay otro que es más que él, y él ya se considera la pera limonera). Además, por si no ha quedado claro, resaltará con gesto fiero: “¿Sí o no?”.

No hay más, esas son las opciones. Tienes que contestar allí mismo, en el acto, sí o sí, y si no contestas es que eres lo peor, aseverará ante toda la asamblea. Y además tienes que contestar con una de las dos opciones trucadas que te ofrece el auto-proclamado catequista del Caminito, sí o no.

Si te dice que te arrodilles ante él, lo haces

Responde. ¿A qué esperas?

Si alguna vez estáis en una situación así, no os dejéis avasallar. No sois sus vasallos, ni ellos tienen autoridad sobre nadie, ni hablan en nombre de la Iglesia tipos que coartan la libertad de los demás hasta el punto de pretender imponerles que tienen que responder porque les sale del higo y además les dicta cómo han de responder.

Así que si alguna vez vivís una situación como esta, mirad a los ojos al autoritario enviado por nadie y pedidle que dé pruebas de la autoridad que tiene para intentar imponerte una respuesta.

Os aseguro que perderá completamente los papeles. Ante toda la asamblea que intenta utilizar contra vosotros.