Carta abierta a las comunidades neocatecumenales de Bristol

Carta Abierta de Karen Anderson a las comunidades neocatecumenales locales de San Nicolás de Tolentino, Bristol, Inglaterra, primavera 1992. Carta facilitada por Alejada que refleja cual era la situación en la parroquia de San Nicolás con anterioridad a la intervención del Obispo Alexander para poner, en su diócesis, al CNC al servicio de la Iglesia, y no al revés.

Queridos representantes del Neocatecumenado:

Veo que empieza una nueva sesión de catequización neocatecumenal. Tenía graves inquietudes con respecto a las perspectivas presentadas en las sesiones a las que asistí después de Navidad. Se me preguntó por qué dejé de asistir. He elegido no continuar por múltiples razones. Es importante para mí que sepáis por qué, sobre todo porque vais a repetir vuestro mensaje a otras personas de nuevo. Acepto que estéis en desacuerdo con lo que escribo, pero os pido, como hacéis vosotros a menudo: ''Escuchad. No cerréis vuestro corazón, estad abiertos a la acción del Espíritu''. Os pido también que no juzguéis estos párrafos hasta que los hayáis leído todos, igual que vosotros a menudo insistís en que no haya preguntas ni declaraciones (incluso si nos sentimos confusos o enfadados) hasta haber asistido a todas las sesiones.

San Nicolás de Tolentino

El mensaje que he escuchado y aprendido a través el neocatecumenado es el escrito a continuación: 

1. Se alienta el dudar de uno mismo.
2. Se promueve la falta de autoestima.
3. Se nos enseña a sentirnos inseguros y con dudas respecto a nuestro compromiso en la fe.
4. Se nos sugiere dudar de nuestras creencias anteriores y  tener confianza sólo en las creencias neocatecumenales.
5. Somos incapaces de hacer el bien: el pecado es inevitable para nosotros.
6. Si no se está de acuerdo con el neocatecumenado, es probablemente porque Satanás cierra nuestro oído y  nuestro entendimiento.
7. Somos incompetentes y no tenemos nada que ofrecer.
8. No se puede escapar de los propios pecados: estamos condenados a caer en las mismas faltas y pecados una y otra vez.
9. Si uno piensa que la vida es plena y agradable, es porque está alienado o ha sido engañado por el Demonio. En realidad, la vida es un compendio de sufrimientos y un sin sentido.
10. Las personas que sienten incomodidad por hablar de sus pecados, es porque están ciegos y alienados y niegan su perversa naturaleza de pecadores. 
11. Si alguien se aprovecha de ti,  tú debes mostrarle a esa persona el perdón y el amor de Dios.
12. Somos miserables pecadores. Cristo murió por nosotros y  perdonó nuestros pecados. Debemos intentar hacer lo que Dios quiere, pero verdaderamente eso no es posible porque somos pecadores.

Me doy cuenta  de que tal vez todo esto no es lo que queréis transmitir, pero es el mensaje que escucharon mis oídos y mi corazón. Ya he vivido una vida llena de legalismos y de dudas, y durante numerosos años, he vivido con inquietud en una especie de prisión. Dios me ha bendecido al regalarme una comunidad religiosa, quien reconoció la angustia de las cadenas y abrió mi corazón para hacerme sentir el amor de Cristo por mí y enseñarme las implicaciones que tal libertad podrían traer a mi vida. Es por eso que me entristece enormemente considerar el dolor que el mensaje neocatecumenal puede dejar en personas vulnerables, cuyas vidas carecen de amor. Les dais un Dios estático y un manual para su vida entera, que es negro o blanco. Y Dios no es eso. El amor de Dios es liberador, nos anima a poner nuestra confianza en Jesucristo, y no a aferrarnos a sus tobillos, pidiendo ayuda, asustados, por el temor de ser arrastrados por el viento del pecado.

Dios nos ha creado y nos ama. Dios no se limitó a figurarse que éramos adecuados. Él se complació con el trabajo que hizo en nosotros. Estamos hechos a Su imagen; Él vive en nosotros (incluso si no somos cristianos), porque Él nos hizo a todos. Puesto que Dios puso Su morada dentro de nosotros, nosotros podemos hacer el bien. El pecado no es inevitable.

 

Cosas que pasan en el Camino

Por amor, Dios nos ha dado a cada uno de nosotros dones y talentos. Quiere que cada uno de nosotros crezca y llegue a ser cuanto pueda ser. Lloriquear en cada momento de nuestra vida diciendo "no tengo nada que ofrecer" es arrogancia a ojos de Dios. Cada uno de nosotros puede hacer todo tipo de cosas asombrosas. Nos podemos sentir felices y agradecidos por estos dones divinos.

No sólo quiso Dios regalarnos dones y talentos, también nos dio la razón y nuestra propia vida para vivirla como elijamos; se nos ha dado libre albedrío. Podemos elegir el bien. Podemos elegir el mal.

 

Dios nos ama como individuos irrepetibles que crecen y se forman. Eso es algo para celebrar, porque Dios nos hizo así. Dios quiere que nos sintamos bien con nosotros mismos, que confiemos en nosotros mismos. No necesitamos inquietarnos por si somos o no verdaderos cristianos, o si deberíamos haber tenido una vida más enfangada en el pecado para que Cristo pueda tener más de cosas de las que salvarnos. No necesitamos permitir que la gente abuse de nosotros de la manera que sea.  Dios nos quiere sanos y quiere que el abusador también sane. Consentir pasivamente una enfermedad, es apoyar la situación e impide la sanación. Dios quiere que nos respetemos a nosotros mismos. Después de todo, Él nos ha hecho.

Porque sabemos que Dios cuida de nosotros, es por lo que queremos hacer lo que Dios quiere de nosotros. Para nosotros es importante hacer la voluntad de Dios -no porque sepamos que seremos desgraciados si no, o porque seremos castigados si no lo hacemos y nos quedaremos fuera de la gracia- conocer a Dios nos hace conocernos mejor, y anhelar su voluntad. 

Cuando obramos el mal, el dedo de Dios no surge entre las nubes para abatirse sobre nosotros. La respuesta de Dios a nuestro pecado es el amor. Tenemos faltas. Pero las reconocemos ante Dios, y somos perdonados. Y Dios lo olvida, de modo que no es necesario sacar a relucir nuestros pecados pasados una y otra vez. Somos perdonados. Somos libres. Estamos en la presencia del Dios de la gracia, que nos quiere sostener y ayudarnos cuando caemos. No necesitamos vivir nuestra vida en la inquietud de la espera del próximo pecado que nos hará caer. Dios NO nos perdona a regañadientes. Dios nos perdona porque quiere que obremos el bien con nosotros y con el prójimo.

Las "cuatro viejas" de misa de 12 de S. Nicolás

No digo que el pecado y la culpa no deban ser comentados. Es cierto que somos pecadores y necesitamos saber que lo somos. Lo que digo es que cuestiono el método implacable que utilizáis para hacernos conscientes de ello. Necesitamos oír más sobre el perdón y la gracia y menos del pecado –no porque seamos perfectos, sino precisamente porque somos pecadores-. Necesitamos sentir ternura, aceptación y esperanza porque somos indignos. Necesitamos recordar de forma incesante el amor de Dios y su perdón sin condiciones. Aunque seamos los más culpables de todos, siempre podemos regresar a los amorosos brazos de Dios, no necesitamos esperar a ser reprendidos antes de acercarnos. Cuando se pone foco en la culpabilidad, la debilidad y la incapacidad, es muy difícil sentir la alegría de la gracia de Dios. Si nos centramos en el perdón y la confianza, podemos reconocer nuestras debilidades sin ser empujados ni sometidos. 
 

No creo que Satanás haya cerrado mis oídos al mensaje de Dios por medio del neocatecumenado.  Soy consciente de que Satanás nos tienta. Si mis impresiones negativas son consecuencia de la tentación, en efecto creo que es porque Satanás intenta a través del neocatecumenado moverme a no confiar en el amor del Cristo. Se me ha dado un motivo para poner de lado la confianza en el amor de Cristo, a cambio de angustias y de desesperación -y es Satanás quien actúa de esta manera.

Podéis pensar que os persigo. Sé que Jesús ha dicho "Bienaventurados los que son perseguidos." Pero la persecución no es el señal automática de que se cumple la voluntad de Dios. No busco ser desagradable al decir esto, Creo verdaderamente que el mensaje que he oído a través del neocatecumenado es erróneo, y me entristezco por vosotros y temo por otros fieles. Por favor escuchad estas inquietudes con espíritu abierto. Dios nos habla a través del otro. Dios me ayuda a ver que sois serios y sinceros y que creéis en un Dios amoroso, que ha transformado vuestra vida y queréis compartir vuestro gozo. Pero a veces este no es el mensaje que transmitís. Os habéis puesto unos límites muy altos y habéis trabajado muy duro. Pero la culpabilidad y el tormento son vuestras prioridades en el Camino y Dios no es así. El amor cambia la vida, no la vergüenza. El perdón da nueva vida, no el miedo. La gracia abre el oído, no la culpabilidad. 

Sé que amáis a nuestro Señor. Espero que podáis aceptar que yo también amo a nuestro Señor. Sé que queréis ser pueblo de Dios y que intentáis actuar en consecuencia. Pero vuestro mensaje se desvirtúa con vuestros hechos.

Sinceramente,

Karen Anderson