Cuento "kiko" de Navidad

La siguiente anécdota procede de una convivencia de inicio de curso, en la que nos contaron un cuentecillo tremendo, imitación de un midrash judaico, como si fuese algo loable a imitar.

La historia fue la siguiente:

El ángel Gabriel visita a María, una virgen desposada con un hombre llamado José, y le propone que ella sea la madre del Mesías.
   

María acepta. Y por su aceptación se produce la encarnación de Dios dentro de ella.

A continuación María se va a visitar a su prima Isabel y se queda con ella unos tres meses, hasta el nacimiento del pequeño Juan. El caso es que para cuando vuelve a su casa, ya se aprecia en María la redondez de un embarazo y entonces José decide repudiarla en secreto.

José no quiere hacerlo público porque equivaldría a condenar a María a lapidación, pero tampoco quiere seguir adelante con su casamiento, porque sabe que el hijo que espera María no es suyo.

Pero sucede que cuando ya ha resuelto como actuar, un ángel se aparece en sueños a José y le dice: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Hasta aquí, la historia es la que se narra en el Nuevo Testamento. A partir de aquí, el imaginario kikil introduce elementos ajenos a la Tradición de la Iglesia, pero útiles para sus fines. Y es que según este imaginario, al despertarse José corrió a ver a María y le dijo:

«¿Por qué no me lo contaste? Sabes que yo estaba sufriendo muchísimo, que me sentía traicionado, que pensé en denunciarte… ¿Por qué no me dijiste que el hijo que esperas es del Espíritu Santo? Si me lo hubieras dicho, yo te habría creído».

Y María le contestó: «Sí, he visto tu sospecha y tu dolor, pero ¿quién soy yo para entrometerme en la historia que Dios ha pensado para ti?».

Recuerdo al kiko-catequista de turno regodeándose en la, según él, inspiradísima respuesta de María, y repitiendo extasiado ese «¿quién soy yo para entrometerme en la historia de Dios contigo?», que a mí me pareció una justificación del arcanismo que tan necesario le es al CNC.

Porque en el CNC el arcano está por encima de las personas; de manera que si te han dicho que no se cuentan las cosas, es porque no se deben contar, da igual si ves que quien te pregunta sufre, da igual si tiene que tomar una decisión y tú sabes que le falta información que tú podrías proporcionarle para que esa decisión sea verdaderamente libre, da igual… o mejor dicho ¿quién te crees que eres tú para entrometerte en las cosas de “dios” con los demás?

Ya se ocupará “dios” de espabilarle cuando convenga… o no, pero en todo caso, no olvides que no es asunto tuyo.