Efectos secundarios de la kikotina

Uno de los más notorios efectos secundarios del consumo de kikotina son las ‘contra-alucinaciones’ o ‘anti-alucinaciones’, es decir, no es que vean cosas inexistentes, es que no ven lo que existe ni aunque lo tengan ante las narices, ni aunque sea la pieza básica de la sociedad humana.

Los niños fueron contratados para el anuncio (por eso no son nórdicos)

“Me decía el arzobis- po de Estocolmo, Suecia, que ha esta- do en la Domus y que ha abierto dos Missio ad gentes y ha pedido otra más, que está entusiasmado con el Camino: -No sabéis lo que es en Suecia la destrucción de la familia ¡No hay familias! Todo el mundo está solo, ya no hay nada. ¿Y los jóvenes? Suicidios y suicidios. ¡Qué dura es la vida si no hay Dios! Y el mismo Estado está sobrecogido porque está cambiando toda la economía, porque la gente que vive sola compra sólo una serie de cosas, y como las fábricas no venden, como no hay niños, tienen que cerrar. Toda la economía está alterada. Las familias sostienen la economía de una nación, absolutamente: los niños necesitan zapatos, cuadernos, medicinas, de todo; todas las fábricas se mueven. Quita a los hijos, deja a la gente sin hijos y luego las fábricas tienen que cerrar. O sea, que con esta obra que está haciendo el Camino estamos también sosteniendo a España económicamente, sin duda alguna. La cantidad de familias numerosas. Y no estamos atosigados, ni las familias con diez hijos lo están” (anuncio Cuaresma 2011).

¡Qué van a estar atosigadas esas familias si saben que se van a poder llevar de saldo todos los muebles para niños de cierta empresa sueca, porque en Suecia no los necesitan, porque no hay niños!

¿Pensáis que sólo en Suecia, según Pako, ha desaparecido esa institución conocida como familia?  ¿Qué sólo en Suecia carecen de niños? ¡Qué va! En Rusia, el apocalíptico ve más de lo mismo:

 (otro montaje; en Rusia no saben de ballet)

“No hay familias en Rusia, no hay niños. En 2020, calculan que faltarán en Rusia dieciocho millones, no logran que la gente se case ni logran que la gente se abra a la vida; ¡abortan tantos!” (mitin inicio curso 2011-2012).

Sin embargo, entre Suecia y Rusia hay una nación en la que debe ser que aún hay familias, al menos, se puede asegurar que hay niños. Se trata de un país tradicionalmente católico, que ha mantenido su identidad a pesar de no tener fronteras naturales con sus vecinos. El país del santo Juan Pablo II, el país del ex-nuncio y ex-arzobispo Josef Wesolowski, el país de Josef Michalik.

¿Quién es Josef Michalik?

Es un obispo amigo del CNC. Participaba en el show de Kiko en Colón, cuando lo había, e incluso se le daban minutos de intervención en el mismo, y ayudó a organizar el sufrimiento que la orquesta sin ánimo de lucro del CNC ejecutó ante las puertas de Auschwitz.

Josef Michalik con puñetas

Este sacerdote atrajo la atención de la prensa a nivel internacional tras manifestar que en cierta manera los niños tienen la culpa de sufrir abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Sucedió cuando, al ser preguntado por las investigaciones abiertas sobre supuestos encubrimientos de casos de curas pedófilos en su país, Michalik intentó explicar ese tipo de conducta en los prelados y dijo que en una familia desestructurada, el niño en busca de afecto “se acerca a otros, pierde el rumbo y hace que la otra persona también lo pierda”.

Abundó: “Algunos casos de abusos podrían haberse evitado si la relación entre los padres fuese una relación sana”. El arzobispo, que es el jefe del episcopado católico de Polonia, siguió diciendo “¿Cuántas heridas provoca la separación de los padres?... Con frecuencia escuchamos que que este comportamiento inapropiado –se refiere a la pedofilia- o abuso se produce cuando el niño está buscando afecto”.

Las declaraciones del sacerdote provocaron indignación en la ciudadanía, lo que obligó a Michalik a pedir disculpas. Sus comentarios, dijo, fueron un “lapsus momentáneo”. Sostuvo que ante la pedofilia la Iglesia tiene “tolerancia cero” y justificó sus declaraciones al señalar que cuando la prensa le preguntó sobre el tema tenía “la guardia baja”, e hizo esos señalamientos de forma precipitada, cuando iba a asistir a una reunión de la Conferencia Episcopal polaca.

“Por supuesto que el niño es inocente y no debe ser objeto de ningún abuso, y claro que el abuso no es causado por el niño”, reviró este jueves.

No hay que darle más importancia, un lapsus momentáneo lo puede tener cualquier consumidor habitual de kikotina, como se relata aquí:

El pasado 20 de junio y en el marco del Día de la Familia realizado en Roma (Family Day), el señor Argüello se pronunció acerca del fenómeno del feminicidio procurando una explicación. Las palabras de Kiko nos recuerda que algunos conceptos que creíamos extintos en las sociedades que se autoproclaman civilizadas, contemporáneas, cultas y educadas, todavía están arraigados en la matriz de algunos seres y que salen a la luz cuando alguien como Kiko Argüello toma el micrófono y habla sobre feminicidio como un acto de justicia por parte de algunos hombres.

Explicó que el feminicidio no tiene que ver con los abusos de los hombres sobre las mujeres, sino que procede del rechazo por parte de la mujer hacia el hombre.

Kiko se explayó y continuó iluminando a los presentes con sus aclaraciones: “El primer movimiento que siente dentro -un hombre-claro está- es el de matar” a la mujer que lo ha abandonado. Aunque parezcan dichos de hace un siglo, son las expresiones de un hombre que con esas justificaciones, habla de la familia como un órgano perfecto, en el cual cada uno cumple su rol y no hay opción a que nada funcione de otra manera. Está escrito, fue, es y será así, debe pensar Kiko Argüello:

"Dicen que este tipo de violencia es causada por la dualidad hombre-mujer, pero para nosotros no es así. Este hombre (Matthias Schepp, el suizo que secuestró y asesinó a sus hijas antes de quitarse la vida) mató a las chicas por otra razón. Si este hombre es ateo, nadie le da el ser como persona, sólo tiene una esposa que le da un papel: “Tú eres mi marido”. Y así se alimenta del amor de su esposa.

Pero si la mujer lo deja y se va con otra mujer (otro desvarío tendencioso y totalmente fuera de contexto, ya que la esposa de Schepp no ​​era lesbiana ni bisexual, ni lo había abandonado por una mujer), este hombre puede hacer un descubrimiento inimaginable, porque esta mujer le quita el hecho de ser amado. Y cuando uno experimenta el hecho de no ser amado, entonces es el infierno.

Este hombre siente una muerte dentro, tan profunda que el primer movimiento es querer matarla, y el segundo movimiento, porque el dolor que siente es místico y terrible, cae en un agujero negro eterno y entonces piensa: “¿Cómo puedo hacer saber a mi esposa el daño que me ha hecho?”. Entonces mata a los niños. Porque el infierno existe. Los sociólogos no son cristianos y no conocen la antropología cristiana, el problema es que no podemos vivir sin ser amados por nuestra familia en primer lugar, después por los amigos de la escuela, después por la novia y en última instancia, por nuestra esposa".

 
Lo que pasa es que algunos llevan más de 40 años con el 'lapsus momentáneo'.