Existe una cadena jerárquica de responsables del Camino que comienza con los iniciadores. Por «iniciadores» se entiende Kiko Argüello y Carmen Hernández, aunque el responsable supremo es Kiko, porque su extremada sensibilidad no soportaba compartir la responsabilidad al mismo nivel que los demás integrantes del primigenio equipo responsable internacional.
Tan desproporcionada es la autoridad que se confieren a sí mismos los integrantes del equipo responsable internacional que el ECN no aclara en qué consiste su responsabilidad, pero la praxis del Camino es fuertemente jerárquica, en el sentido de que el responsable de cada equipo tiene potestad de tomar las decisiones que caen bajo la competencia del equipo incluso sin escuchar a los demás miembros.
De modo que Kiko tiene potestad para decidir todos los asuntos que, según el artículo 3 ECN, sean competencia del equipo internacional.
Lo único para lo que Kiko no tiene potestad es para destituir a los otros miembros de su equipo. Sin embargo, el tiempo sí tiene potestad para ello, pues el Vaticano ha decretado que estos cargos solo lo sean por cinco años, a lo sumo diez si son reelegidos por segunda y última vez.
Uno de los temas que son competencia del actual responsable vitalicio es completar el equipo internacional en caso de fallecimiento de alguno de los otros integrantes, como ya ha sucedido. La elección es a dedo y las condiciones que ha de reunir el sustituto, visto lo visto, es ser célibe, oriundo de la misma zona de procedencia del sustituido y estar dispuesto a repetir como papagayo bien entrenado los dichos del finado.
En cualquier caso, el designado está sujeto a la confirmación del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida (DLFV, antes Pontificio Consejo para los Laicos).
Tras el fallecimiento de ambos iniciadores, se procede a elegir nuevo equipo internacional según las reglas del artículo 35 ECN, de las que destacar simplemente que el colegio electivo está compuesto por entre ochenta a ciento veinte escogidos por el equipo anterior; que los elegidos habrán de ser confirmados por el DLFV; y que su mandato es por cinco años.
Por debajo del equipo responsable internacional están los equipos delegados (art. 3.7). Es obligatoria la existencia de equipos nacionales, los equipos regionales y diocesanos, en cambio, son optativos. Además, los ECN no impiden que un mismo equipo acumule la condición de nacional de varias naciones.
Se dice que las competencias de los equipos de los tres niveles (nacional, regional y diocesano) son delegadas.
Las competencias no delegables son poner a disposición de los obispos diocesanos los bienes espirituales que el Camino pretende poseer (art. 3.1), mantener relaciones con los dicasterios romanos (art. 3.6) y nombrar equipos delegados (art. 3.7).
Por debajo de los equipos
delegados, se sitúan los equipos que guían el proceso neocatecumenal de otras
comunidades (cf. arts. 8.4 y 17.3), Son elegidos por votación de su comunidad
y, si libremente aceptan, necesitan la aprobación del párroco y de sus catequistas
kikotistas (art. 17.3), que tienen prohibido admitir a quien no dé «garantía de
vida de fe y moral». ¡Apañados van!
Son numerosos los artículos que se refieren a las competencias de estos equipos: dan las
catequesis kikotesis iniciales (art. 8.5); confirman, junto con el párroco, al
responsable, corresponsables y kikotistas elegidos por la comunidad (art. 10.3
y art. 17.3); ilustran al presbítero y responsable sobre las preparaciones y
convivencias (art. 10.4); vuelven para conducir los pasos e indicar el
desarrollo del Camino (arts. 8.5 y 28.2); hacen los anuncios de los tiempos
litúrgicos fuertes (art. 14.3); ejercen el discernimiento sobre la idoneidad de
los neocatecúmenos para pasar las diversas etapas (art. 28.2).
Es suma no hacen nada por la parroquia ni por la Iglesia y no ven a los catecúmenos más que de uvas a peras, pero se creen con discernimiento para medir la estatura de fe de estos.
Los itinerantes se
ofrecen voluntariamente en las convivencias de autobombo -a las que llaman
formativas- para catequistas kikotistas (arts. 29.3 y 31.1). Con los
ofrecidos se constituyen equipos en convivencias ad hoc (art. 31.2-3). El
itinerante vive en precariedad manteniendo la unión con su comunidad (art.
31.4) y sostenido en lo posible por ésta (art. l6.1).
Esto significa que todas las comunidades que haya en la misma parroquia son “invitadas” a sustentar a los itinerantes. Significa también que a los que son pata negra no les falta de nada, ni escuelas privadas para los hijos ni vehículos ni viajes a gastos pagados ni artículos electrónicos de última generación, mientras que los del montón las pasan canutas.
Por último, en cada comunidad existe un equipo responsable (un responsable laico y varios corresponsables) cuya función, según el ECN, es colaborar con el presbítero para garantizar el cumplimiento del estatuto y para llevar los aspectos organizativos (art. 10.3).
La realidad es que la mayoría de las comunidades no cuentan con un presbítero y que al equipo responsable le importa un bledo el estatuto, porque su verdadera misión es transmitir las consignas que reciben, tanto si las mismas siguen lo marcado en el ECN como si lo pisotean.
Este equipo responsable es elegido por votación o a dedo de kikotista en la convivencia de nacimiento de la comunidad y debe ser confirmado por el párroco, cosa que jamás sucede. Al inicio de cada etapa es verificado o cambiado por los kikotistas, según como haya funcionado o el escándalo que haya provocado dicho equipo. De nuevo este cambio o verificación, ha de ser con la aprobación del párroco y del presbítero de la comunidad, si lo hubiera; y de nuevo la realidad es que al párroco no se le deja opinar nada.
Este equipo es el último eslabón de la cadena en la tarea de extender las consignas del sensible equipo responsable internacional a todas las comunidades.